Vivir viajando. Diego Varela. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Diego Varela
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789878707617
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formar una fila para ingresar” literalmente me tiré de cabeza a la cabina, teniendo en cuenta que yo estaba en los primeros asientos, fui literalmente el primero en llegar y disfrutar de esa cabina. Me abrumó, había relojes por todos lados, montones de monitoreos y Dios sabrá qué más había ahí. Fue buenísimo, cuando al piloto le pregunto. “¿Y a qué altura estamos?” como si fuera, a ver, te pongo a prueba de cuanto sabes de aviones, gilún, cuando el altímetro es básico en cualquier avión.

      Finalmente, el avión llegó a Jujuy luego de una escala pequeña en Tucumán, en donde paramos casi una hora, y bueno, nos fue a buscar Horacio - hermano de Norma, recuerdo que era un Peugeot 404 blanco, que para ese momento no era un Lamborghini, pero estaba muy bien. Cuando llegamos a la casa, me dijeron, bueno, acá vas a dormir, me asomo por la ventana y bajo mi asombro, ¡la vista tenía montañas! Primera vez en mi vida que veía montañas y no era que estaban nevadas como podrían estarlo en Las Leñas o en Aspen, eran montañas del montón, eran marrones, pero ya las simple elevaciones hacían que me estremeciera. Durante esa semana hice varias excursiones que estuvieron limitadas por el miedo de Norma de manejar en cornisa. Horacio había prometido en su momento, que nos iba a llevar a la Puna, ya que para llegar ahí, había que atravesar caminos de cornisa que él ya estaba bastante ducho con andarlos, sin embargo, eso quedó en una falsa promesa, y creo ser la única persona que fue de vacaciones a Jujuy y no conoce la puna.

      Hicimos una excursión a Salta, a Salta la Linda, la capital, y cuando llegue, realmente entendí porque le decían Salta la Linda, es una ciudad preciosa, que tiene muchísima vegetación y aparte que tiene de fondo increíbles montañas, creo que a partir de ese viaje, me hecho fanático de todo lo que es montañoso. Esta excursión y las demás que he hecho con Norma al volante, fueron siempre sobre el Peugeot 404 de Horacio quien afortunadamente lo cedía por una causa que en ese momento era más que noble.

      Recuerdo, que, como les mencione anteriormente, era Julio, Norma y yo, acostumbrados al clima de Julio de Capital Federal, pensábamos que iba a estar fresquito o algo así, nos asamos literalmente, hacían 30 grados durante el día, y veíamos a los lugareños, que andaban todos con pulóver! Y les preguntamos, pero es normal que ustedes se pongan pulóver cuando hace este calor que nos estamos muriendo? Y ellos, con pocos movimientos de cara, con una mirada más que contemplativa, nos sonreían, y nos decían, lo que pasa, m’ijito, no sabes el calor que hace acá en verano, para nosotros, hoy está fresco. Entonces, a partir de ese momento, nota mental, no ir en Enero a Jujuy.

      El cumpleaños de Sebastián era el 19 de Julio, un gran evento, venían personas de otros lados, venían familiares y amigos de pueblos aledaños y se hacía en un amplio garaje que ellos tenían. Yo convengamos no había armado mi valija de viaje sino mi vieja en ese momento, recuerden que yo cargaba con 10 años, y encontré algo parecido a un Jogging, los cuales estaban extremadamente de moda en esos momentos, todos los chicos de esa edad, si no tenían un jogging eran unos perdedores natos. Para los que no saben que es un jogging, les describo, era un pantalón de gimnasia con un buzo, haciendo juego y tenían diferentes motivos, colores texturas y sabores, yo en esa ocasión, me había vestido un bello jogging blanco, y en el momento de vestirlo le pregunto a Norma, Norma, ¿estas segura que esto es un jogging y no un pijama? Si, claro Dieguito, es un jogging esto, ¡que lindo que estas! Confiado, use el jogging todo el cumpleaños de Sebastián, pero quizás algún resquemor de resentimiento o que, lo primero que le pregunte a mi vieja cuando llegue a Capital, que era eso blanco, me confirmó, sin titubear un segundo, que era un pijama. Obviamente, esta pregunta se la hice delante de Norma y no perdí oportunidad de dejarla haciendo el ridículo delante de todos. Luego, pasaba el tiempo, y la gente, clamaba por las fotos de Jujuy, y yo les decía... bueno, acá estoy yo, en el cumple de Sebastián, “luciendo un precioso pijama” con un tono más que irónico. Derrochando sarcasmo, diría.

      Como corolario del calor para mi agobiante, la gente que tenía Porteños en su casa, no perdía oportunidad de deleitarnos una y otra vez con comidas típicas, recuerdo una en particular, en donde comí Humita casera (desde ya que todo es casero, no existe el concepto de rotisería, y menos en esa época), así que imagínense comer humita casera, matacaballo con 30 grados de calor, era más o menos como comer lava.

      Lo que rescate y me llamo poderosamente la atención, aparte de las montañas y el paisaje completamente nuevo para mis ojos, fue la calidez de la gente con la que tratamos. Las personas eran increíblemente sociables, solidarias, con ganas de ayudarte, bondadosas, dadas y contemplativas. Cosa que en capital, jamás había visto.

      Mis estudios primarios los hice en el inmenso colegio que da al barrio de Parque Patricios, en Capital Federal, Instituto Félix Fernando Bernasconi. Una interesante entidad educativa e imponente. En el año 1986 (glorioso año futbolístico para el pueblo argentino) yo estaba culminando con mis estudios primarios, nosotros estábamos planeando un viaje de egresados a Chapadmalal, pero de pronto y porrazo muy sospechosa y misteriosamente, aparece un Comité Radical (¿se acuerdan de los radicales? Alfonsín a la cabeza en ese entonces) y gentilmente, nunca supe porque, nos ofrecen un viaje para todos los séptimos grados a Embalse Río Tercero (Córdoba). Desde ya que un viaje de upa, nos había cautivado en primera instancia, pero se rumoreó, que los radicales tan bondadosos, querían que nosotros tengamos como punto de salida, en vez del colegio, el Comité Radical que organizaba todo. Los padres lógicamente, pegaron el grito en el cielo diciendo que estaban usando a sus hijos como propaganda política y que ellos no iban a admitir que salgan del Comité, que solamente aceptaban el viaje si salían del colegio. Obviamente, ninguno de nosotros fue consultado, porque si fuera por nosotros, salíamos de Kanchatka, no nos importaba absolutamente nada. Luego de una negociación con los correligionarios radicales, no hubo ningún problema en que se parta del colegio.

      Era un viaje interesante, porque si bien en el viaje anterior, había ido con Norma, esta vez, iba sin gente conocida, iba y punto. El contingente era infinito, éramos como ciento veinte personas todas desesperadas por ir a las tierras cordobesas.

      Recuerdo que llegamos y los hoteles no eran el Sheraton, tampoco el Hilton ni mucho menos, eran los complejos familiares de 9000 habitaciones por piso, y no le sobran nada, mucha cucheta para ahorrar espacio, y siempre nos mantuvimos en pie con el slogan “A Caballo Regalado No Se Le Miran Los Dientes“.

      Al poco tiempo de estar ahí, empezaron a aparecer episodios, como que las piezas no tenían baño, sino era compartidos por todo el piso, las sabanas estaban rotas o sucias, el desayuno, servían un pan y quizás los chicos comían la miga y al día siguiente tenían los bordes del pan, las camas distaban de producir placer al dormir, las cuchetas estaban ubicadas perpendicular a la pared, de manera que yo, que tuve que dormir arriba, ni me quería mover por las dudas que me vaya a pique al piso. Algunos chicos, no lo toleraban y se escuchaban llamadas telefónicas con padres, diciendo por Dios que querían volverse que no la estaban pasando bien.

      Al mismo tiempo, empezaron las bromas y maldades típicas del caso, eran infaltables las “camas turcas“ que consisten en poner la sábana, doblada en U en vez de extenderla por toda la cama, de esa manera, la persona cuando se quería introducir en la misma, se encontraba con que no podía porque se chocaba contra la sabana. Bromas baratas, pero eran buenísimas para ese momento, sin mencionar que a algunos chicos le ponían arena, arañas o cualquier cosa para que les haga compañía.

      Una de nuestras excursiones fue ir a caminar hacia unas rocas, para las cuales tuvimos que caminar muchos kilómetros (al menos en ese momento así lo parecía) y las piedras, si bien estaban buenas, no eran la salvación. Lo curioso fue que en el camino de vuelta, al costado del camino, había una calavera de vaca, casi intacto, caía de maduro, que lo íbamos a llevar con nosotros.

      Una noche, nos avisan que había fiesta de disfraces, nosotros estábamos pelados y no teníamos ni manera de conseguir un disfraz, tuvimos la brillante idea de crear a “Esculapio “. Esculapio era un ser imaginario que consistía en, una persona morruda debajo, una persona delgada y chiquita encima, ambos tapados por una sábana, y arriba de la sabana, la calavera de vaca que habíamos hallado recientemente. Esculapio, era una buena vuelta de tuerca ya que sin un mango, impresionamos a todos en la fiesta, al mismo tiempo, los