Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
Скачать книгу
de ser exacta, pues tanto del lado del mar como de la parte del Jordán, el suelo se eleva gradualmente hasta llegar a la altitud media de quinientos a seiscientos metros, y de ochocientos en la parte meridional. De todas partes, de la Arabia Petrea por el Sur, del Mediterráneo por el Oeste, del valle del Jordán por el Este y de la planicie de Esdrelón por el Norte, es menester subir para ganar la meseta central, donde fueron construidas las ciudades de Hebrón, Belén, Jerusalén, Betel, Samaria y otras.

      Al lado oriental del Jordán las montañas que se alzan en pendientes rápidas y escarpadas sobre el lado de Tiberíades y el valle encajonado del río forman, al juntar sus vértices, amplia meseta, de altura media de 800 metros, con cimas dispersas y aisladas. Inmensos campos de arena volcánica y vastas extensiones pedregosas alternan con tierras de pan llevar y abundosos pastos.

      Pero descendamos de la cresta central que domina todo el país situado al Oeste del Jordán y que señala la línea divisoria de las aguas. A orillas del Mediterráneo nos hallamos con lo que suele llamarse llanura marítima. La playa, cuya orla de arena blanquecina y roja contrasta con el azul oscuro de las aguas, es en general bastante monótona. Forma una línea casi recta de Sur a Norte, doblándose, sin embargo, sensiblemente hacia el Este, en su parte superior. Hasta el promontorio del Carmelo, que está como a medio camino, no se encuentra ningún golfo, ningún abrigo seguro para los navíos. En la región del Sur el puerto principal, Jaffa, es casi inaccesible a causa de las rocas que obstruyen gran parte de su entrada. Al Norte del Carmelo se extiende la graciosa bahía de San Juan de Acre; después, subiendo aún más al Norte, en la costa fenicia, se nota la presencia de ensenadas y de puertos más hospitalarios, que infundieron a los habitantes de Tiro y Sidón y sus contornos, hace ya millares de años, aquellos gustos marítimos y comerciales que tanta gloria y tanta riqueza les procuraron.

      Donde la llanura que se extiende a lo largo del Mediterráneo alcanza sus mayores dimensiones es en su parte meridional. En el antiguo territorio de los filisteos, entre Gaza y Jaffa, llevaba en otro tiempo el nombre de Sefeláh, que quiere decir país «bajo», por contraste con las montañas de Judea, que la dominan al Este. Entre Jaffa y Cesarea se llamaba la llanura de Sarón. Su anchura disminuye a medida que avanza hacia el Norte. Enfrente, y al Sur de Jaffa, es de unos veinte kilómetros; de trece solamente cerca de Cesarea. No es una llanura del todo continua. Se eleva poco a poco hacia el Este, hasta alcanzar la altura de sesenta metros cuando llega al pie de la montaña. Está además sembrada de altozanos.

      Todavía más al Norte la llanura marítima se estrecha notablemente. Después de haber pasado el promontorio del Carmelo, que avanza hasta el borde de las olas, se ensancha de nuevo entre Haifa y San Juan de Acre, en el sitio en que desemboca el gran valle del Esdrelón, que viene del Este. Cerca de las Escalas de Tiro está cerrada completamente por un promontorio rocoso, que es preciso atravesar, subiendo por una escalera toscamente tallada en la roca. Allí comenzaba en otro tiempo la Fenicia. La llanura vuelve a comenzar al Norte de Tiro, conservando aproximadamente el mismo carácter que en su sección meridional; es decir, que está compuesta de una franja de arena y de un terreno a propósito para el cultivo, que llega suavemente hasta el pie de las montañas.

      A lo largo de su curso forma tres lagos de diferentes dimensiones: al Norte, el llamado en otro tiempo Merón, y que los árabes designan hoy con el nombre de Huléh; más abajo, el célebre de Tiberíades, o mar de Galilea, admirable balsa de agua, célebre en la vida pública de Jesús, y que describiremos más adelante; al Sur se halla el mar Muerto, donde el río desaparece. En su orilla izquierda recibe dos afluentes principales: el Hieromax o Yarmuk, a su salida del gran lago de Galilea, y el Jaboc o Nahr-ez-Zerka. Después de las lluvias del invierno y en la primavera, cuando comienzan a derretirse las nieves del Hermón, se desborda habitualmente, pero sin causar daño, a causa de la forma de su lecho en su parte más meridional. Como hemos dicho, corre por un verdadero valle, de trece a veinte kilómetros de ancho, con terrazas escalonadas a sus lados, que poco a poco han formado las aguas, cavando el suelo y arrastrando las tierras. Los árabes le han dado el nombre de Ghor (grieta o hendidura). El lecho del río, propiamente hablando, apenas si tiene veinte metros de ancho. Al borde de sus márgenes crece densísima espesura, formada de tamarindos, álamos y otros árboles. En tiempo ordinario se le puede atravesar por varios vados, de los cuales hay dos enfrente de Jericó.

      El aspecto físico de Palestina es sumamente variado, sobre todo teniendo en cuenta su pequeñez. Tanto, que ninguna otra región del globo terrestre presenta agrupados en esta forma igual número de fenómenos y contrastes sorprendentes: la zona alpestre del Líbano y del Hermón confinando con la zona tropical del bajo Jordán; la zona marítima, tan semejante a la del desierto. En menos de cuarenta y ocho horas se pueden visitar las cuatro sin dificultad.

      Los relatos evangélicos, siempre fieles, apuntan con frecuencia, en notas accesorias, esta variedad. Cuando la oportunidad se presenta mencionan los montes, los valles, las corrientes de agua, las llanuras y riberas marítimas, el desierto, los lagos, las fuentes y los demás elementos