El arte de describir. Svetlana Alpers. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Svetlana Alpers
Издательство: Bookwire
Серия: Caleidoscópica
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789874161468
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para los ojos y, como tal, parece exigir menos de nosotros que el arte de Italia.

      Desde el punto de vista de su consumo, el arte tal como lo entendemos en nuestro tiempo empezó en muchos aspectos con el arte holandés. Su papel social no era muy distinto del que tiene hoy: una inversión líquida como la plata, los tapices u otros objetos de valor; los cuadros se compraban al artista en su taller o en el mercado libre como bienes y se colgaban, suponemos, para llenar espacio y para decorar las paredes de la casa. Tenemos pocos documentos referentes a encargos y pocos indicios sobre las demandas de los compradores. Para un espectador moderno, el problema está en cómo distanciarse de este arte, cómo ver lo que tiene de especial un arte que nos hace sentir tan cómodos y cuyos placeres parecen tan obvios.

      El problema consiste en que, a diferencia del italiano, el arte nórdico no ofrece un fácil acceso verbal. No produjo su propio estilo de crítica. Se diferencia tanto del arte del Renacimiento italiano, con sus manuales y tratados, como de los realismos del siglo XIX, que fueron objeto de extensos comentarios periodísticos y de frecuentes manifiestos. Es cierto que, a las alturas del siglo XVII, la terminología y los textos italianos habían permeado el norte de Europa e incluso habían sido adoptados por algunos artistas y escritores. Pero esto produjo un desdoblamiento entre el carácter del arte que se producía en el norte (en su mayor parte por artesanos que seguían perteneciendo a gremios) y los enunciados verbales de los tratados con respecto a lo que era el arte y cómo tenía que hacerse. Un desdoblamiento, en suma, entre la práctica nórdica y los ideales italianos.

      Una parte importante de esa diferencia que se veía entre el arte italiano y el nórdico era el sentimiento de la superioridad de Italia y la inferioridad de los Países Bajos. La convicción de los italianos con respecto a la autoridad racional y la soberanía de su arte queda perfectamente clara en una famosa crítica del arte flamenco que Francisco de Holanda atribuye nada menos que al propio Miguel Ángel:

      La parcialidad italiana sigue siendo manifiesta en los escritos de esos historiadores del arte que se desviven por demostrar que el arte holandés es como el italiano, que también tuvo su importancia. La historia del arte ha presenciado esforzados intentos de remodelar el arte nórdico a imagen y semejanza del meridional. Creo justo decir que este impulso se ha debido en parte a los estudios de Panofsky, quien concedió mayor importancia a las aspiraciones italianizantes de Durero que a su herencia nórdica. En su retrato, el Durero que representaba la figura desnuda y se afanaba con la perspectiva queda más favorecido que el artista descriptivo de La gran mata de hierba. Pero ni aun en sus ejercicios sobre el desnudo o en sus arquitecturas, de una complejidad a menudo enrevesada, muestra Durero un sentido de la figuración verdaderamente meridional. Y sus grabados –incluyendo la meditabunda Melancolía en la que Panofsky, leyó el temperamento del genio renacentista– hacen gala de la observación minuciosa y las superficies descriptivas características del norte. Basándose en un modelo de interpretación iconográfica en principio utilizado para tratar del arte italiano, Panofsky, en su Early Netherlands Painting, vio las imágenes de los primitivos flamencos como fachadas de un simbolismo encubierto: es decir, como una superficie realista bajo la cual se ocultaba un significado determinado. A pesar de su parcialidad italiana, los análisis de Panofsky suelen lograr el equilibrio entre la importancia concedida a la representación epidérmica y la del contenido profundo. Este delicado equilibrio se vio perturbado por la fiebre de interpretaciones emblemáticas del arte holandés.