Entre las obras representativas y destacables de Ciudad Salitre, tres ejemplos sirven para observar la pluralidad arquitectónica de esta parte de la ciudad, escenario de arquitecturas más contemporáneas, con otros enfoques, técnicas y novedosas propuestas: la iglesia,40 la sede de Maloka y el edificio de la Imprenta Nacional.
El segundo proyecto que partió del concepto de “ciudades dentro de la ciudad” fue el de Ciudad Tunal II,41 que se concibió para fomentar un polo de desarrollo en el suroccidente de Bogotá. El enfoque de esta ciudadela era diferente al planteado en El Salitre, pues buscó ser un modelo de proyecto integral comunitario con vivienda de interés social, en el que se contara con servicios comerciales, culturales, recreativos y aun de empleo. En una malla urbana rígida, a manera de poliedros, a partir de un eje vial interno se organizó este proyecto de viviendas multifamiliares, que separaba con una puerta el espacio público urbano del comunal propiamente dicho. La obra incluía un sistema peatonal independiente de las vías, y otro sistema verde, con plazas, parques, zonas verdes y arborización. También contaba con los servicios comunales. Pero el centro de atención, el mayor elemento urbano y el espacio más representativo fue el centro comercial, una manera inusual de urbanismo, al punto que se decía que Ciudad Tunal II era un “suburbio con centro comercial” y la peor manera de hacer ciudad. Allí, el centro comercial reemplazaba, con disgusto y malquerencia, los espacios representativos de la ciudad, como se puede leer en el aparte dedicado a los centros comerciales. La arquitectura urbana, por su parte, estuvo también representada, más que en la alineación rígida y monótona de los conjuntos de vivienda multifamiliar, en el propio centro comercial.
Otros enfoques, propósitos y planteamientos tuvo el proyecto de la Ciudadela Colsubsidio, construido en el límite urbano occidental, en lo que se puede llamar la periferia de Bogotá. Fue desarrollado, en una primera etapa, entre 1986 y 1994, por la firma Esguerra Sáenz y Samper, bajo las ideas del arquitecto Germán Samper Gnecco, quien volvía a concentrarse en vivienda económica o de interés social.42 Una segunda etapa del proyecto se adelantó entre 1995 y 2004, ahora con la dirección de GX Samper Arquitectos.43 La primera etapa se planeó para ocho mil viviendas, pero el desarrollo completo dio lugar a la implantación de cerca de catorce mil.
Las dos etapas conformaban un proyecto de vivienda para trabajadores de empresas afiliadas a la caja de compensación familiar Colsubsidio. Desde su concepción, es un verdadero proyecto en el que la pieza urbana articula con claridad lo público y lo privado, y la arquitectura privada con la arquitectura pública y el urbanismo. No se pensó para que desde la sumatoria de viviendas se configurara la propuesta, como tradicionalmente se hacía, ni tampoco para que de la concepción urbanística general se llegara a recibir la pieza arquitectónica, como en Ciudad Salitre; la de Colsubsidio es una unidad indisoluble. El proyecto parte de una estructura central que va desde una puerta urbana sobre la avenida Medellín en el sur, hasta un centro recreativo en el norte a orillas del río Juan Amarillo; esta estructura está formada por lo que se denomina un par vial (dos vías paralelas) que conforma una secuencia de tres rotondas, dos parques intercalados y una plaza, y cuyo eje es un gran paseo peatonal que cruza por todos ellos de sur a norte. Cada una de las grandes rotondas contiene edificios multifamiliares de cinco pisos; fuera de esta estructura central quedan las manzanas, de formas variadas e irregulares, con agrupaciones de viviendas unifamiliares, de dos o tres pisos.
El espacio público allí es de dos tipos: uno, más abierto, en contacto con la ciudad, formado por la puerta urbana, los parques y plazuelas que se combinan con el comercio, los cafés y las tiendas; y otro, más íntimo o cerrado, configurado a partir del planteamiento de la vivienda, con los caminos peatonales de acceso, las placitas, los pequeños recintos o los pasos cubiertos, que le dan sorpresa y vitalidad a una espacialidad entre doméstica y pública, que se enriquece con la variedad de usos, contrastes espaciales, ambientes, detalles y propuestas arquitectónicas, a pesar de ser vivienda diseñada para sectores de bajos recursos económicos. Para crear la arquitectura urbana de la ciudadela se retomaron formas clásicas ya olvidadas, pero elaboradas de forma moderna: el hastial y el orden conformado por la basa, el fuste y el coronamiento (capitel), fueron los elementos ordenadores de la composición vertical en las fachadas de los conjuntos de vivienda. No es la arquitectura de manera individual, no es el objeto particular, sino todo el conjunto el que es una pieza de arquitectura urbana.
Otros intentos de este tipo de arquitectura en los barrios periféricos y marginales surgieron como derivados de los programas adelantados en los años ochenta para el mejoramiento de aquellos, en acciones emprendidas por administraciones municipales con recursos de organismos o gobiernos extranjeros. Esta ola se denominó, en Bogotá, “Promoción de acciones integradas para el mejoramiento de la calidad de vida en asentamientos populares”, y se desarrolló inicialmente entre 1985 y 1988; en Medellín, se llamó “Programa integral de mejoramiento de barrios subnormales”, Primed, realizado entre 1993 y 1997. En ambas ciudades, estos proyectos fueron procesos paliativos que buscaron solucionar los problemas dramáticos que en términos de salud, educación, servicios públicos y vivienda tenía la población de unos barrios que eran resultados y escenario de aquella situación conflictiva y explosiva de la ciudad colombiana. Mediante la visión de integralidad, estos pretendieron formas de inclusión social a través de la participación comunitaria en los procesos de diseño, planeación, gestión e incluso construcción de las obras.
En el caso de Bogotá, se hizo especial énfasis en proyectos de espacio público y equipamiento para configurar “gérmenes de ciudad” en tres zonas: Santa Fe (Atanasio Girardot y Tisquesusa), Suba (Las Flores y La Gaitana) y Ciudad Bolívar (Juan Pablo II, Minuto de María, Naciones Unidas, Vista Hermosa, Tesoro y Jerusalén). El concepto se entendía como una “agrupación geográfica y temporal de distintos componentes de infraestructura, espacio público y equipamiento comunitario, con el fin de obtener un espacio urbano completo y terminado, sobre el cual pueda expandirse la vida ciudadana”.44 Algunos de estos proyectos eran de “recuperación” de espacios urbanos que ya existían pero que se habían deteriorado o no habían sido importantes para las administraciones, y los otros tenían como fin “complementar” aquellos lugares donde había elementos sueltos, sin relación, en medio de “terrenos remanentes de una urbanización desordenada”. A partir de estas intervenciones se buscaba mejorar el ambiente y acelerar los procesos de mejoramiento de los barrios.
Un ejemplo destacado es La Gaitana, en donde se articularon las canchas deportivas, la plaza de mercado, el centro de salud, la iglesia, el salón comunal y la guardería, mediante la implementación de zonas verdes, una rotonda y senderos peatonales. Ya para 1988 se consideraba que este proyecto había logrado los propósitos de transformar lo encontrado, y el barrio se había convertido en el centro de la vida comunitaria de este sector de Suba. Más destacada aun es la intervención en la plaza cívica Juan Pablo II, diseñada por Stoa Arquitectura (los hermanos Enrique y Humberto Silva Gil), con la participación de los habitantes del barrio: “en su conformación, la plaza cívica acoge la pendiente del terreno y crea un anfiteatro circular en cuyo pavimento reprodujeron, a base de granito lavado y pigmentos minerales, las imágenes de La Creación de Miguel Ángel y una inscripción recordatoria de la visita