Psicología del lenguaje. Jaime Bermeosolo Bertrán. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jaime Bermeosolo Bertrán
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425187
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"Entiendo por teoría funcional del lenguaje la que intenta explicar la estructura lingüística y el fenómeno lingüístico con relación a la idea de que el lenguaje desempeña determinado papel en nuestras vidas; y que es necesario para satisfacer ciertos tipos universales de demanda".

      15 Heurístico, del griego, eurisko = "hallo", "invento", "descubro".

      16 Etnografía de la comunicación, noción acuñada por Dell Hymes (norteamericano) para referirse al marco teórico y metodológico que desarrolló a partir de la década de 1960 para estudiar la interacción comunicativa de los seres humanos.

      Al igual que otras disciplinas, como la etnolingüística o la etnometodología, surge cuando los estudiosos del lenguaje se dan cuenta de que para llegar a una comprensión completa de los fenómenos lingüísticos no basta con analizar las estructuras internas del lenguaje, sino que también hay que considerar el contexto en que se emiten los enunciados.

      Para poder hablar una lengua no solo se requiere un dominio de las estructuras gramaticales de esa lengua (la competencia lingüística), sino también un dominio de las reglas sociales, culturales y psicológicas que rigen el uso del lenguaje dentro de un determinado contexto (la competencia comunicativa del hablante). La etnografía de la comunicación es un enfoque que aborda la descripción de las normas, ya sean explícitas o implícitas, de los aspectos verbales y no verbales que rigen la interacción comunicativa.

       Capítulo 4

       SEMIÓTICA, LINGÜÍSTICA Y PSICOLOGÍA DEL LENGUAJE

       Temas del capítulo

      El signo lingüístico: significante y significado • Signos, señales y símbolos • Semiosis, semiótica y ciencia • Semiótica, lingüística y psicología del lenguaje • Psicolingüística: perspectiva diacrónica

      En este capítulo nos referiremos a los signos en general -y a los del lenguaje verbal, en particular- mencionando áreas del conocimiento que se valen de ellos y sin los cuales no podrían existir. Nos ocuparemos de algunas cuestiones de semiótica, relacionando posteriormente esta ciencia con la lingüística y la psicología del lenguaje.

      La gran variedad de "términos sígnicos" -señal, índice o indicio, símbolo, signo, ícono, síntoma y otros- suele generar cierta confusión, lo que obedece a que se-miólogos, psicólogos, lingüistas y filósofos los entienden y definen a veces de manera diferente. Presentaremos algunas de las clasificaciones más conocidas a fin de que el educador, tanto de aula regular como especialista, se forme una visión general, complementando sus conocimientos sobre el tema. Todo ello debe constituir parte necesariamente de la "base conceptual" que le permitirá fundamentar mejor sus responsabilidades pedagógicas y psicopedagógicas.

      Todo lenguaje es un sistema de signos. En el caso específico del lenguaje verbal, este está constituido por signos lingüísticos (básicamente, palabras) en los que, como ya lo había hecho notar Saussure, hay dos aspectos inseparables: significante y significado, conocidos también como expresión y contenido:

      • El SIGNIFICANTE o EXPRESIÓN es la imagen acústica o gráfica que re-presenta o "está en lugar de" aquello a que hace referencia el signo.

      • El SIGNIFICADO o CONTENIDO es el concepto o idea re-presentado por la imagen acústica o gráfica.

      La palabra "pizarrón" (o encerado), en sus formas escrita o hablada, y el dibujo correspondiente, en los ejemplos que siguen, constituyen el significante. El concepto o idea acerca de lo que es un pizarrón,1 el significado.

      Nótese que los dos primeros significantes son lingüísticos. El tercero, de carácter icónico, ya que tiene semejanza física directa con lo designado, es no verbal. Se podría también representar la idea de lo que es un pizarrón por medio de gestos: ello constituiría otro significante no verbal.

      Como lo hacen notar Liberman, Shankweiler y Liberman (1989), hay una diferencia crítica entre el lenguaje verbal, exclusivo del ser humano, y todas las otras formas naturales de comunicación (gestos, expresiones corporales, etc.): en todos los sistemas no lingüísticos, los significados se relacionan con signos que difieren holística o globalmente entre sí. La consecuencia inevitable es que el número de significados que puede comunicarse está limitado por la cantidad de señales holísticamente diferentes que el organismo puede producir y percibir, número que es relativamente pequeño.

      En el lenguaje verbal, en cambio, los significados no son transmitidos por señales que difieren globalmente, sino más bien por palabras, es decir, por signos que difieren entre sí en su estructura interna. Tal estructura está constituida por un pequeño número de elementos fonológicos sin significado, regidos por un sistema combinatorio altamente especializado e inagotable en posibilidades: con pequeñas modificaciones en dicha estructura se pueden estar creando siempre palabras nuevas que, pese a su semejanza física, pueden referir -por las características del signo lingüístico- a realidades muy diferentes entre sí. Véase, por ejemplo, las palabras: pase, pese, pise, pose, puse. El cambio en una sola letra produce modificaciones sustanciales de significado (y se dan, en este ejemplo, algunos casos de homonimia).

      Esto nos lleva a explicar que en los signos las relaciones significante-significado pueden ser de diferente naturaleza.

      Por ejemplo, es un hecho conocido que existe una relación natural entre "humo" y "fuego" cuando se afirma que "el humo es signo de fuego". Un signo icónico, como el dibujo del pizarrón más arriba o la maqueta de una casa, tienen un parecido físico con lo representado, dándose una relación analógica o de similitud.

      En el signo lingüístico, en cambio, la relación entre significante y significado no es natural ni analógica. Reúne dos características importantes:

      1. Es una relación convencional, es decir, fruto de acuerdo o de convención.

      Para la mayoría de las palabras de una lengua es muy difícil determinar cuándo o cómo se llegó a inventarlas para que representaran determinadas ideas o conceptos. Resulta más fácil, en cambio, cuando se trata de neologismos o palabras y expresiones nuevas (que se suelen basar en palabras o expresiones conocidas). La jerga computacional es rica en ejemplos de palabras relativamente nuevas (formatear, inicializar, e-mail, blog, twitter) destinadas por convención o acuerdo para representar determinadas nociones.

      2. Es arbitraria, es decir, no necesaria. No hay una relación natural, interna, entre significante y significado. Lo que llamamos pizarrón o encerado podría denominarse (y ello, de hecho, ocurre) de otras maneras y no se vería afectado el significado o concepto al que se alude.

      Esto queda de manifiesto al comparar lo que ocurre en las diversas lenguas: un mismo significado o contenido tiene en cada una de ellas un significante o imagen acústica (y gráfica o escrita) diferente.

      Flor, fleur, fiore, flower; mujer, femme, donna, woman, etc. corresponden a imágenes acústicas y gráficas diferentes, pero aluden, respectivamente, a un mismo concepto.

      Las palabras tren y locomotora, la primera muy corta y la segunda larga, aluden a objetos físicos con un tamaño justamente inverso: un tren es mucho más largo que una locomotora. Esto podría desconcertar a un niño que está en etapas iniciales de la lectura y escritura. Una representación