La construcción del Yo corporal. Miguel Sassano. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Miguel Sassano
Издательство: Bookwire
Серия: Psicomotricidad, cuerpo y movimiento
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9788418095290
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organización psicomotriz es la base de la organización del comportamiento y de la vida de relación, de ahí la estrecha relación entre los trastor­nos de la motricidad y los del comportamiento general. Su interés por lo psicomotriz le lleva a estudiar el desarrollo motor del niño así como su soporte orgánico, distin­guiendo tres fases: la primera se refiere a la organización del armazón motriz, es decir, la organización del fondo postural y de la estructura propioceptiva; la segunda corres­ponde a la motricidad eficiente que se organiza por la integración funcional progresiva de los diferentes elementos de la función motriz, y la tercera es la de la integración y automatización de las adquisiciones. A él corresponde, en palabras de F. Ramos, el mé­rito de, a partir del estudio clínico y de la acción terapéutica psicomotriz, el haber li­gado y articulado los diferentes aspectos de la evolución psicomotriz normal y patológica” (Vázquez, 1989).

      Según Ajuriaguerra (1959), el desarrollo motor depende, a la vez, de la maduración mo­triz y del desarrollo de los sistemas de referencia, es decir, de los aspectos espacial y temporal del movimiento, así como de la evolución de los instrumentos semióticos como el lenguaje y la representación mental. Una consecuencia in­mediata de esto es considerar que es a través de la motricidad y de la visión como el niño descubre el mundo de los objetos. Esta concepción se acerca a la teoría de Piaget, por cuanto supone que la construcción de la acción y del objeto son simultáneas. Sin embargo, este autor limita su análisis a la motricidad transitiva, mientras que Ajurria­guerra personaliza esa motricidad al considerar que la acción está ligada al sistema tó­nico-postural, verdadero mediador de nuestra relación con el mundo. Los primeros mo­vimientos no son movimientos transitivos sino producto del diálogo tónico. Es a través del diálogo tónico como el niño entra en relación con los demás, diálogo tónico (con­firmado también por R. Spitz y anteriormente por Wallon) entre el niño y la madre.

      Las concepciones de Ajuriaguerra fueron ampliamente desarrolladas por su equi­po, especialmente por Giselle Soubirán y por P. Mazo. Para estos autores tanto la educación como la reeducación psicomotriz deben producir tres tipos de efectos: efectos motores y funcionales; efectos psíquicos y escolares; y efectos afectivos, caracteria­les y sociales. De hecho, cualesquiera que sean los desórdenes del comportamiento y sus orígenes, siempre se manifiestan en síntomas en los que pueden predominar tanto los elementos motores como los elementos afectivos, cognitivos y relacionales.

      A su vez Pierre Naville, en su Psicología del comportamiento insiste en que si el movimiento está ligado al psiquismo e in­fluenciado por éste, también se puede influir en los trastornos psíquicos a través del propio movimiento. Su concepción gira también alrededor de los trabajos de Ajuria­guerra y define la reeducación psicomotriz como “una técnica reeducativa en psico­pedagogía que, por el movimiento, influencia y estructura el conjunto de la personali­dad del niño y corrige los trastornos psicomotores” (Naville, 1963). Los procesos de recuperación se basan en cuatro elementos: la motricidad, la or­ganización del esquema corporal, la estructuración espacio-temporal y la educación glo­bal por el movimiento.

      Continúa Vázquez (1989) diciendo que tanto Naville, como Soubirán y Mazo, propugnan ya el paso a una concepción más pedagógica de la Psicomotricidad que la inicial de Ajuriaguerra.

      “En esta línea, aunque más limitados, pueden también situarse otros métodos de reeducación psicomotriz que desde la práctica aportaron también la certeza de que exis­tía un paralelismo entre motricidad y psiquismo. Uno, es el método ‘Bon depart’ que se define como una terapéutica corporal de los trastornos del aprendizaje, en particu­lar de la lectura y de la escritura. Se propone reeducar simultáneamente la motricidad, el ritmo y la percepción visual, por lo que de la ‘educación gestual’ de sus inicios pasa a ser una verdadera educación psicomotriz global.

      Aunque más en el límite de la Psicomotricidad, el método S. Borel-Maisonny uti­liza la actividad rítmica en la reeducación del lenguaje y confirma una vez más la re­lación entre trastornos sensoriales y motores y el lenguaje y los aprendizajes escolares” (Vázquez, 1989).

      En síntesis, la metodología de la reeducación, consecuente con sus concepciones de base, se centra en una serie de pautas y ejercitaciones estrictas, que según el tipo de alteración (tónico-postural, práxica, del esquema corporal, etc.) marcan una progresión a realizar por el alumno-paciente.

      El reeducador, colocado en el lugar del que sabe qué le pasa al niño y cómo y cuándo ayudarlo, lo guiará en el transcurso de las sesiones según un orden preestablecido; para que el niño experimente, por medio de diversas ejercitaciones, aquellos pasos que no realizó en su proceso evolutivo o realizó de manera no adecuada, siguiendo un criterio que va de lo menos a lo más complejo, de lo sencillo a lo elaborado, tanto en relación con los objetos y el movimiento, como con las producciones gráficas, entre otros ejemplos (Sassano y Bottini, 2000).

      Paralelamente son desarrollados un sinnúmero de tests que serán la base del balance o diagnóstico psicomotor, con la intención de lograr cuantificar las producciones del niño y precisar así la estrategia terapéutica reeducativa más ajustada con relación a cada caso (Guilmain, Soubirán, Bergés, entre otros).

      Estos tests toman aspectos tan disímiles como la lateralidad, el equilibrio, las coordinaciones, el esquema corporal, las praxias, etc.

      Terapia psicomotriz

      Un importante salto cualitativo en la historia de la terapia psicomotriz se produce con la sistematización de los llamados cuadros psicomotores. Este aporte fundamental, principalmente del Dr. de Ajuriaguerra y su equipo de colaboradores, permite discriminar las alteraciones estrictamente de orden psicomotriz de la psicológica y neurológica, principalmente, sintetizando así las investigaciones que se venían realizando.

      Podemos enumerar los siguientes cuadros como específicamente psicomotores:

      Dispraxia

      Los niños con dispraxia pueden ser incapaces de vestirse solos, de abrocharse la ropa, de atarse los cordones de los zapatos. También pueden escribir de una forma ilegible o bien legible y fracasar en todo el resto de las actividades de coordinación óculo-manual. Por lo general confunden izquierda y derecha, por su total desorganización en el tiempo y el espacio y sobre todo en la construcción de su esquema corporal. Se generalizan por el “no puedo”.

      Torpeza motriz

      Los niños con esta problemática no pueden accionar con su cuerpo eficazmente, todos los objetos caen de sus manos, tropiezan a cada momento, se llevan las cosas por delante, suelen golpearse mucho, viven con moretones y chichones. Como todo les sale mal, viven pendientes de ser objeto de las burlas de sus compañeros, se sienten frustrados, avergonzados y por lo tanto evitan jugar y confrontarse con los otros que “sí pueden”.

      Inhibición psicomotriz

      Se advierte la inhibición en la posibilidad de poner en juego el cuerpo, no utilizándolo activamente. No participan en los juegos grupales, no corren, no saltan, no quieren ir a la plaza a jugar. Suelen ser niños introvertidos y tristes y se caracterizan por “no dar trabajo”. Se dedican a las actividades pasivas como juegos intelectuales, lectura, miran la televisión mucho tiempo.

      Inestabilidad psicomotora

      Son niños que se mueven todo el tiempo, tocan todo a su alrededor, les cuesta enormemente realizar cualquier tarea. No logran detenerse en sus actividades y no logran concentrarse. No pueden disfrutar del descanso y la quietud, les cuesta integrarse a los grupos por su falta de capacidad de espera, su carencia de realizaciones y su continuo ir y venir los hacen insoportables y hasta agresivos para los demás. Los hay del estilo tensional con una carga de movimiento muy intensa y los hay del estilo dehiscentes, que parecen derretirse en sus acciones.

      Paulatinamente los psicomotricistas van ampliando su marco referencial y teórico y, con la incorporación de los aportes psicoanalíticos y de otras concepciones terapéuticas que comprenden al sujeto en su dimensión histórica y vincular, se van produciendo importantes modificaciones, tanto al nivel de las ideas como de la práctica clínica (gestálticos, rogerianos,