La construcción del Yo corporal. Miguel Sassano. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Miguel Sassano
Издательство: Bookwire
Серия: Psicomotricidad, cuerpo y movimiento
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9788418095290
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normal de los movimientos vinculados con el uso del cuerpo o el desempeño de las funciones adquiridas; del desarrollo, aplicación e investigación de técnicas y procedimientos destinados a promover el desarrollo psicomotor normal con un objetivo educativo-preventivo y al desarrollo, aplicación e investigación de técnicas y procedimientos terapéuticos destinados a mejorar las desviaciones ocasionadas por problemas del desarrollo o afecciones posteriores”.

      Estas descripciones derivan sin duda de diversos campos: de la pedagogía, de la psicopedagogía, de la psicología, de la educación, de la reeducación, de la terapia, pero todas ellas tienen algo en común.

      Como se podrá apreciar en este análisis, lo específico de la Psico-motricidad está en el Hacer, como una de esas producciones corporales, pero también como síntesis de conocimientos, emociones y afectos. Es decir, de saber.

      Es a través de la acción que nos relacionamos con el medio y satisfacemos nuestras necesidades. Ese movimiento humano es producto del interjuego entre la actividad tónica y la actividad cinética, entre la expresión de sí y la adaptación al mundo externo, en un medio físico, espacial y temporal determinado.

      Pero cobra significado en el medio social, origina representaciones en un medio simbólico, se internaliza y dispone para el movimiento, se relaciona con lo cognitivo y lo afectivo.

      Es el saber hacer, querer hacer y desear hacer.

      Situamos nuestra mirada en ese Hacer Significativo, en ese interjuego, donde el movimiento es una manifestación del psiquismo, cargada de significado, orientado, con sentido y dirección. Es el gesto. Gesto que da significado, gesto que comunica con los otros, gesto que se asienta en las primeras relaciones emocionales y que no se detiene en el tiempo, que se resignifica en el devenir de la vida. Movimiento como emoción exteriorizada.

      Si bien insistimos en el lugar del cuerpo como espacio donde se articulan todas las producciones, el acento de la Psicomotricidad se da en el hacer transformador del sujeto. Hacer transformador, en tanto que es a partir de las producciones corporales dadas en un aquí y ahora, en relación con los sujetos y objetos que allí se encuentran, que el sujeto psicomotor modifica sustancialmente el vínculo que establece con esos otros, a la vez que se modifica él mismo, en permanente aprendizaje.

      Es a partir de esta mirada tan particular del hombre, del cuerpo y de sus producciones que nuestra práctica toma tres orientaciones.

      Reeducación psicomotriz

      La primera modalidad, la que origina la práctica psicomotriz es la reeducación psicomotriz. Fundamentada en los desarrollos teóricos que aportan una mirada sobre la evolución y maduración del niño, específicamente los de Wallon y Piaget, orienta su práctica a compensar el déficit del orden de lo psicomotor que el niño presenta.

      Según Benilde Vázquez (1989), se puede definir la reeducación psicomotriz como “un método de reeducación que permite el tratamiento de los trastornos o deficiencias de la conducta a través del movimiento”.

      La reeducación psicomotriz tiene sus orígenes en la psicopatología y en la psiquia­tría. Aunque, como dijéramos, se debe a E. Dupré la primera utilización del término psicomotriz, ya an­tes, en 1846, Seguín publica su obra sobre El tratamiento moral, higiénico y educa­ción de los idiotas y otros niños retrasados, en la que se trata de “coordinar al niño, como de la mano, de la educación del sistema muscular a la del sistema nervioso y de los sentidos, de la de los sentidos a las nociones, de las nociones a las ideas, de las ideas a la moralidad” (F. Marquebrencq, 1846). Pronto en distintos países europeos (In­glaterra, Alemania, Bélgica) y en Estados Unidos empiezan a desarrollarse técnicas corporales en la reeducación de niños retrasados. El tratamiento tenía como fin prin­cipal la “toma de conciencia del movimiento”, cuya ausencia era la causa de la pará­lisis, según señalan P. Sivadon y F. Gautheret.

      Continúa diciendo Vázquez, que se empieza ya a valorar el movimiento como algo importante en el desarrollo psí­quico del sujeto: “Cuanto más se estudian los desórdenes motores en los psicópatas, más se llega a la convicción de las estrechas relaciones que hay entre las anomalías psí­quicas y las anomalías motrices, relaciones que son la expresión de una solidaridad ori­ginal y profunda entre los movimientos y el pensamiento” (Dupré, 1925).

      H. Wallon muestra el papel fundamental de las funciones tónica y motriz en el desarrollo de la personalidad, así como la importancia de los elementos psíquicos, fun­damentalmente los afectivos y relacionales, en la producción del movimiento; para él, nuestra forma de relacionarnos con el mundo e incluso nuestra forma de expresarnos y comunicarnos, dependen de nuestra organización psico-afectiva.

      A lo largo de toda su obra, Wallon trata de demostrar la importancia del movi­miento en el desarrollo psicológico del niño y en la construcción de su personalidad. El movimiento no interviene sólo en el desarrollo del psiquismo del niño y en sus re­laciones con el otro, sino que influencia también su comportamiento habitual y es un factor importante de su temperamento. El autor establece una primera relación entre tras­tornos de comportamiento y trastornos psicomotores, definiendo los tipos psicomoto­res que corresponden a los distintos síndromes de insuficiencia psicomotriz.

      En su obra Los orígenes del carácter en el niño, Wallon (1949) destaca como factores importantes del desarrollo infantil la función del tono, verdadera trama donde se tejen las actitudes que son la base del comportamiento y fundamental tanto en la vida afectiva como en la vida de relación; la importancia de las nociones en la estructuración del carácter infantil y en la vida de relación; y la “toma de conciencia” del propio cuerpo como base de la individualización y la identi­dad personal. Sus estudios han sido retomados y profundizados por J. de Ajuriaguerra, como veremos más adelante.

      El otro aporte básico en las concepciones de la psicomotricidad, continúa Vázquez, es el de Jean Piaget, quien destaca, como se sabe, la importancia de las acciones físicas en la elaboración de las funciones mentales, de lo sensomotor a lo simbólico y de éste a lo operacional: “las acciones mentales no son más que acciones físicas interiorizadas”. La organización del conocimiento se realiza mediante la dinámica de la acción, que, al repetirse, se ge­neraliza y asimila nuevos objetos. Aunque Piaget no tiene la concepción global del de­sarrollo descrita por Wallon, sino que se mueve fundamentalmente en el ámbito cognitivo, sin embargo la importancia que él da a las acciones físicas en la estructuración del “yo” y del “mundo” abrieron toda una vía de trabajo en el campo de la Psicomotricidad.

      Fue E. Guilmain el primero que extrajo consecuencias reeducativas del paralelis­mo señalado por H. Wallon entre el comportamiento psicomotriz y el comportamiento general, como lo demuestra su obra Funciones psicomotrices y problemas de comportamiento (1935). A él corresponde también el haber elaborado con diversos aportes como los de Ozeresky, los test motores y psicomotores que vinieron a completar el conocimiento del desarrollo infantil iniciado por los test mentales (Test motores y psicomotrices, 1948).

      Guilmain estudia los fac­tores neuropsicomotores del comportamiento motor sobre todo en la realización de las tareas concretas donde los diversos aspectos de la eficiencia muscular dependen de los com­ponentes neuromotrices que son observados separadamente y estudiados en las pruebas de “performance”.

      Para este autor la educación corporal podría tener otros objetivos, por ejemplo, en la reeducación de los trastornos de comportamiento (tanto físico como psíquico). Así es como se pasa, ade­más, de la reeducación física (dominada por la “gimnasia correctiva” y la “gimnasia rít­mica”) a la reeducación psicomotriz. De este modo viene a proponer una ampliación del campo de las actividades reeducativas, señalando tres tipos de actividades:

      A) Reeducación de la actividad tónica: ejercicios de actitud, ejercicios de equilibrio y ejercicios de mímica.

      B) Reeducación de la actividad de relación: ejercicios para reducir las sincinesias y ejercicios de coordinación motora.

      C)