Los inicios de la automatización de bibliotecas en México. Juan Voutssás Márquez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Voutssás Márquez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786073018326
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Los inicios de la automatización de bibliotecas en los sesenta

      […]cualquier concepto de biblioteca que comience con libros en estanterías seguramente será un problema.

       Joseph Licklider, Libraries of the Future.

      Los dos grandes problemas mencionados—producción de tarjetas y documentación científica masiva— eran ya tan significativos para los sistemas bibliotecarios de cierto tamaño en la segunda mitad del siglo XX, que en 1963 la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la National Science Foundation y el Council on Library Resources (CLR) organizaron una conferencia expresamente para tratar los temas emergentes de la eventual automatización de bibliotecas: “Libraries and Automation”. Las memorias de este evento son sin duda el documento más representativo de los problemas, las discusiones, los debates y las expectativas de principios de los sesenta acerca del posible uso de la tecnología de las computadoras en las bibliotecas de acuerdo al estado del arte de la época (Conference on Libraries and Automation 1964).

      La lectura de ese documento muestra elementos por demás ilustrativos: en una de sus ponencias, todavía se pondera si el desarrollo futuro de la microfilmación superaría al desarrollo futuro del almacenamiento magnético. Tómese en cuenta que en ese entonces, los microformatos ya estaban muy desarrollados, y una sencilla microficha de 4 × 6 pulgadas cuyo costo de producción era menos de un dólar podía contener el equivalente de hasta 1.8 Megabytes; su lector costaba unos cuatrocientos dólares. Una cinta magnética de una capacidad equivalente costaba treinta dólares —su unidad lectora costaba casi diez mil dólares— y un disco duro de esa capacidad costaba quince mil dólares. Muchos bibliotecarios pensaban todavía que el futuro del almacenamiento masivo estaba en los microformatos, no en el almacenamiento magnético (Conference on Libraries and automation 1964, 67-70).

      En otra ponencia de este evento, se trata el polémico tema de las impresoras de computadora de la época que, siendo muy rápidas, solo imprimían en mayúsculas. Además, esas impresoras solo tenían un tipo de letra, no tenían cursivas ni negritas, y usaban únicamente tinta negra (Conference on Libraries and Automation 1964, 54). Esto no era una simple deficiencia técnica, había razones de fondo atrás de ello.

      Desde un inicio, las computadoras electrónicas se basaron en el código binario. Por su misma naturaleza electrónica, los números se debían representar en su interior con pulsos eléctricos. Si se hubiese usado el sistema decimal para construirlas, hubiese sido necesario integrar internamente nueve generadores de pulsos diferentes; digamos, un milivoltio para representar el número “1”, dos milivoltios para el número “2”, y así hasta nueve milivoltios para el número “9”. Evidentemente, la ausencia de corriente, cero milivoltios, representaría al número “0”. Todo esto hubiese resultado muy complicado de construir. Para simplificar las máquinas, se decidió que los números podían ser representados internamente con el código binario, ya que éste solo requiere de dos números, unos y ceros, “hay corriente” o “no hay corriente”. Por esta razón, estos “unos” y “ceros” se denominaron “bit”, abreviatura de “binary digit” o “dígito binario”. Un solo generador de voltaje en el interior de la computadora bastaba para representar todos los números, en lugar de nueve, lo cual simplificó enormemente su construcción.

      Poco después, cuando hubo que representar letras y caracteres de puntuación, se decidió crear códigos de representación basados también en el sistema binario; ello mantendría simples las máquinas en su interior con un único generador de pulsos eléctricos. Surgieron así los primeros códigos alfanuméricos. Originalmente se usó uno muy sencillo, el 12-Hollerith, proveniente de las primitivas máquinas de ese inventor. Poco después se introdujo el código Binary Coded Decimal Interchange Code (BCDIC) o Código de Intercambio Decimal Codificado en Binario, el cual unía seis bits; esto es, seis unos o ceros, para formar una sola unidad. A este conjunto considerado como una sola entidad, se le denominó “byte” o carácter. Una cierta combinación arbitraria de unos y ceros representaría cierta letra o carácter; había una combinación diferente para cada una hasta cubrir todas las letras del alfabeto. En un conjunto de seis bits, se pueden tener 2**6 combinaciones diferentes de ellos; esto es 2 × 2 × 2 × 2 × 2 × 2 = 64 combinaciones, lo cual implica que este código podía representar 64 caracteres diferentes. El alfabeto inglés tiene 26 letras; sumándole los diez dígitos decimales más los diez signos de puntuación básicos incluyendo el carácter “espacio”, se ocupan 48 combinaciones diferentes. A éstos hay que agregar algunos adicionales llamados “caracteres de control” como el carriage return o enter y el line feed o avance de línea, representados también por una combinación de bits; en total, cerca de 56 representaciones de las 64 posibles. Bajo ese concepto, las letras mayúsculas estaban ahí, pero representar también minúsculas hubiese requerido otras veintiséis combinaciones distintas que, como puede observarse, no alcanzaban. Hubo otras variantes de códigos elaboradas por parte de diversos fabricantes de computadoras, pero todas bajo el mismo principio.

      Las computadoras de la primera época estaban hechas para tareas que requerían una impresión alfanumérica modesta; los textos impresos solo con mayúsculas eran aceptables en un recibo o una póliza. La memoria era escasa y cara, por lo que buscaba optimizarse usando el mínimo de bits. Las impresoras de ese entonces, en consecuencia, solo imprimían esos 48 caracteres. Los demás no existían. Por esta razón, el problema de la construcción de una impresora con minúsculas no era solo de tipo técnico o mecánico. Internamente, las computadoras no podían representar las minúsculas en su código. Aparte de los bibliotecarios, a nadie le preocupaba ese detalle en las primeras décadas.

      En 1963, justamente cuando se llevaba a cabo la conferencia tratada, y para comenzar a homogeneizar los diferentes códigos existentes, el Comité Americano de Estándares propuso el código American Standard Code for Information Interchange (ASCII) o Código Estándar Americano para Intercambio de Información. Originalmente fue concebido con conjuntos o bytes ampliados a siete bits en vez de los seis originales. Esto daba ya 2**7 = 128 diferentes combinaciones, lo que permitió “crear” las combinaciones para las letras minúsculas, y además se agregaron más signos de puntuación y más caracteres de control, como “principio de la transmisión”, “fin de la transmisión”, “tabulador”, “avance de hoja”, “campana” o timbre, etcétera. La propuesta original era que los diversos fabricantes de computadoras, además de su código propio, tuvieran también el ASCII en sus computadoras para poder intercambiar información entre máquinas de diversas marcas. Hasta entonces, el código usado en una marca de computadora no era legible en otra simplemente porque el código de representación de caracteres en una marca no era igual al de las otras. ASCII de siete bits se volvería estándar hasta 1967, pero todavía tardaría más de una década en popularizarse. El código ASCII-7 solucionó el problema de las minúsculas a partir de entonces, pero seguía sin contemplar los caracteres no ingleses; aún no se podían imprimir caracteres con signos diacríticos: tildes, virgulillas, diéresis, cedillas, etcétera; simplemente no podían ser impresos en las fichas porque no podían ser representados. Esto introducía serios defectos en las fichas, bibliografías, etcétera, en los demás idiomas que usando el alfabeto latino son diferentes al inglés.

      En 1964, IBM introdujo en sus máquinas un código denominado Extended Binary Coded Decimal Interchange Code (EBCDIC) o Código Extendido de Intercambio Decimal Codificado en Binario. En este código el byte o carácter fue ya de 8 bits, lo que permitió 2**8 = 256 combinaciones diferentes, y por tanto se pudieron agregar todos los caracteres adicionales de estos otros idiomas: las vocales acentuadas tanto con acentos agudos como graves y circunflejos, las vocales con diéresis, la “ñ”, las cedillas, las vocales portuguesas con virgulillas ã y õ, la romana æ, las letras nórdicas Å, ÿ, ø, Ð, etcétera, tanto en mayúsculas como en minúsculas, así como los signos de puntuación “¡” y “¿”. No obstante, la mayoría de los proveedores todavía tardó algunos años en incluir estos caracteres en sus impresoras.

      Al margen de los códigos que ya permitían el manejo de minúsculas y/o diacríticos, a los fabricantes no les gustaba poner esta opción en sus impresoras. A principios de los sesenta, se introdujo la impresora “de cadena”. Originalmente,