Los inicios de la automatización de bibliotecas en México. Juan Voutssás Márquez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Voutssás Márquez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786073018326
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con engranes y pasaban frente a unos martillos, uno por cada columna de la hoja; cuando la letra a imprimir pasaba frente a un martillo en una columna dada, éste golpeaba el papel para hacer la impresión. Si hay cinco juegos de letras en una sola cadena que gira, una cierta letra llegará más pronto a la columna deseada. Ya para entonces, esto se hacía a una velocidad vertiginosa: a principios de los sesenta, la impresora IBM modelo 1403 podía imprimir 1,400 líneas por minuto; una página de 132 columnas y 66 líneas en menos de tres segundos. Cuando se introdujeron las minúsculas, las cadenas se sustituyeron por tres juegos de ochenta caracteres en cada una. Esto reducía la velocidad de la impresora casi a la mitad, lo cual no agradaba a los fabricantes, y por esta razón se mostraban reacios al cambio. Además, por ser un código desarrollado por IBM, en 1963 solo las impresoras de esa empresa poseían esta capacidad de minúsculas. Es por ello que todavía era motivo de debate y discusión en la conferencia de 1963. Los demás fabricantes tardarían mucho en aceptarlo y solo se surtía bajo pedido.

      En 1970, el Comité de Directores de la División de Automatización y Ciencia de la Información (ISAD por sus siglas en inglés) de la ALA emitió una recomendación para un juego de caracteres a ser instalado por los fabricantes de impresoras en sus productos. Este conjunto de caracteres contenía las minúsculas y las letras de otros alfabetos romanos aparte del inglés, pero como no estaba coordinado con los códigos internos de representación de las computadoras de la época, nunca se volvió algo práctico (American Libraries 1970, 314).

      La versión ASCII de ocho bits surgió hasta 1981 y, como EBCDIC, permitió 2**8 = 256 combinaciones; por tanto, también se pudieron agregar en ella todos los caracteres adicionales de todos los idiomas con alfabetos latinos. No obstante, los proveedores todavía tardaron algunos años en incluir estos caracteres en sus impresoras. A partir de este estándar, todavía vigente hoy en día, el byte o carácter actual mide 8 bits. ASCII-8 dio lugar posteriormente a varios estándares ISO internacionales con juegos de caracteres para varios alfabetos no latinos: griego, cirílico, katakana, etc. El latino se denominó ISO-Latin-8.

      A principios de los sesenta, cuando este problema aún no tenía solución en las bibliotecas, hubo varios intentos de resolverlo con nuevos métodos automatizados diferentes a los mimeógrafos, offset, etcétera. En 1963, Paul Fasana presentó un reporte con una propuesta de un procedimiento y un equipo para producir tarjetas catalográficas en forma masiva y correcta denominado Crossfiler, el cual era un procesador electrónico de datos que no llegaba a ser propiamente un computador, pero que por medio de cinta de papel perforada y una sofisticada máquina de escribir eléctrica Friden Flexowriter modificada como impresora, podía imprimir juegos de tarjetas gracias a un programa al efecto y el uso de “caracteres especiales” separadores de campos. Esas tarjetas sí tenían minúsculas, diacríticos, etcétera. El sistema había sido desarrollado como una propuesta para la biblioteca de un laboratorio de investigación de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Cambridge en forma experimental, y aunque funcionaba bien, era caro y muy complicado de utilizar, por lo cual nunca se popularizó. No obstante, ilustra perfectamente los intentos de esa época para producir tarjetas catalográficas de forma alternativa ante la deficiencia de las impresoras de esa época (Fasana 1963). En esos años, hubo otros intentos al respecto aprovechando que se desarrollaron máquinas de escribir eléctricas cuyos datos podían ser alimentados por medio de cinta de papel y producir diversos documentos con buena calidad; entre ellos, tarjetas catalográficas; por ejemplo, la máquina Dura Mach.

      Otro de los temas críticos vigentes a principios de los sesenta debatido en la conferencia de 1963 fue el concepto del “tamaño de registro” para las bibliotecas. En ese entonces —y en numerosos sistemas esto sigue vigente hasta la fecha—, la construcción básica de un archivo o fichero de computadora consistía en algo así como una “tabla plana” formada por columnas y renglones. Cada renglón o “registro” contiene una unidad completa de información; por ejemplo: datos de una persona, datos de un libro, etcétera. Cada columna o “campo” contiene un dato de ese registro: si es de una persona, un campo será su nombre, otro campo su dirección, otro campo su teléfono, y otros más contendrán otros datos deseados por el desarrollador: escuela, número de identificación, código postal, fecha de nacimiento, etcétera, respectivamente, un campo para cada dato. Si un registro son los datos de un libro, como por ejemplo una ficha catalográfica, un campo será su clasificación, otro campo el autor, otro campo el título, otro más para la edición, otro para la serie, y así sucesivamente, un campo para cada parte de la ficha. Ahora bien, la dinámica de los archivos de computadora y de bases de datos implica establecer previamente la longitud de cada campo, cuya suma de implica la longitud total de cada registro, la cual será fija.

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Conjunto total de los 48 caracteres BCDIC de las impresoras en 1960.
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Cinta de papel perforada, años sesenta.
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Hoja estándar de computadora de los setenta en forma continua de 15 x 11 pulgadas, 66 líneas, 132 columnas.
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Resultado de un minuto de impresión en la impresora IBM 1403, de 1400 líneas por minuto. 1960. © International Business Machine Corp. Imagen por cortesía de International Business Machines Corp.
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Máquina electromecánica “Crossfiller” para producir trajetas catalográficas. Nótese la cinta de papel que alimenta los datos a la máquina de escribir modificada. Ca. 1963. Dominio Público.
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Máquina de escribir Flexowriter eléctrica alimentada por cinta de papel (a la izquierda). Imprimía hasta 100 palabras por minuto, en mayúsculas y minúsculas. 1960
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Máquina de escribir eléctrica “Dura Mach 10”, cuyos datos eran alimentados por una cinta de papel. Estas máquinas se usaron como impresoras de tarjetas catalográficas de calidad en los 60.

      Volviendo a un ejemplo de una persona, se puede especificar previamente que el campo “nombre” ocupa treinta caracteres, el campo “dirección” cuarenta caracteres, el campo “teléfono” ocupa diez caracteres, el campo “identificación” ocupa seis caracteres; el campo “código postal” ocupa cinco caracteres. En total, cada registro o renglón de este ejemplo ocuparía siempre, indefectiblemente, 91 caracteres, la suma de las longitudes de todos sus campos. Los caracteres no usados se quedan en blanco y son ociosos; si los datos para un campo son más largos, deben truncarse; solo cabe en él el máximo preestablecido. La computadora sabe así exactamente en cuál carácter comienza un cierto campo dentro de un registro: en el ejemplo anterior el nombre comenzará en el carácter número 1 del registro, la dirección comenzará