iii. Deben gozar de autonomía editorial, libertad e independencia frente a asuntos políticos, corporativos, comerciales y de la propiedad de los medios.
iv. Tienen un sentido de la inmediatez, la actualidad y la velocidad (inherentes en el concepto de noticia), de ahí su capacidad de tomar decisiones rápidas y de trabajar bajo presión.
v. Tienen un sentido de la ética, validado y legitimado. La autorregulación en la actividad periodística se considera una garantía para el comportamiento ético de quienes la ejercen.
El ideal de prestar un servicio público es, sin duda, uno de los componentes más poderosos de la ideología del periodismo. Entre los periodistas se comparte la sensación de estar haciendo el trabajo por la gente y, de alguna manera, se sienten sus representantes (Deuze, 2005, p. 447). Lo anterior tiene que ver con la idea de entender los medios como fuentes de información, experiencia y conocimiento, en cuyo trasfondo están las responsabilidades sociales de los medios informativos que han sido bien documentadas y establecidas en la doctrina contemporánea del servicio público del periodismo (Deuze, 2005, p. 454).
Autores como Kovach y Rosenstiel, a partir del caso de Estados Unidos, aportan nueve elementos del periodismo, como ellos los denominan, los cuales pueden equipararse con sus valores esenciales:
i. La primera obligación del periodismo es la verdad.
ii. Debe lealtad ante todo a los ciudadanos.
iii. Su esencia es la disciplina de la verificación.
iv. Debe mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informa.
v. Debe ejercer un control independiente del poder.
vi. Debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario.
vii. Debe esforzarse por que el significante sea sugerente y relevante.
viii. Las noticias deben ser exhaustivas y proporcionadas.
ix. Debe respetar la conciencia individual de sus profesionales (Kovach y Rosenstiel, 2003, p. 18).
Estos valores, por su parte, comprometen una serie de habilidades del buen periodista, que le dan identidad al campo y se constituyen en argumentos necesarios a la hora de evaluar la importancia del ejercicio de esta actividad para la sociedad:
i. Conocimiento detallado acerca de uno o más campos de reportería de cara a ser capaz de hacer una revisión experta de los argumentos, reconocer contextos y problemas.
ii. Reflexión sistemática orientada a ser capaz de ganar independencia frente a opiniones y manipulaciones de parte de políticos, empresas, compañías de lobby, víctimas que parecen serlo pero no lo son y mucho más.
iii. Aproximación analítica y distancia de los tópicos sobre los que se hace cobertura, así como del medio, las prácticas periodísticas y el sistema mediático. Lo anterior fundamenta la libertad periodística y la responsabilidad. (Nowak, 2009, p. 93).10
A estos valores, como resulta lógico, hay que darles una ubicación ideológica, temporal y contextual (Bogaerts y Carpetier, 2013, p. 63). Finalmente, y en contraste de quienes consideran que los valores ideales típicos de periodismo resultan de alguna manera ingenuos, unidimensionales y muchas veces nostálgicos (Deuze, 2005, p. 458), la adopción de una ideología del periodismo como depositario de la confianza pública no debería ser descartada por ideológica o por altruista, ya que es un concepto históricamente específico del papel del periodista en la sociedad, con consecuencias para la práctica del periodismo y para la relación de los medios con otras instituciones sociales (Hallin y Mancini, 2008, p. 33).
Transformaciones de la identidad periodística en un mundo globalizado
A lo largo de su historia el periodismo ha sabido responder a los cambios tecnológicos dados en la industria mediática, pero nunca antes el surgimiento de un fenómeno como internet, y su paralela revolución cultural, lo habían tocado con tal intensidad, problematizando en gran medida sus relaciones y su ubicación en la sociedad.
La globalización ha traído profundas consecuencias para el periodismo y los medios informativos tanto en términos de estructura, organización y funcionamiento como de relación con las normas y los valores que caracterizan la práctica periodística. Este impacto viene siendo estudiado con distintos enfoques y énfasis por una gran cantidad de académicos en todo el mundo.
El comienzo del siglo XXI revela lo que para algunos es una crisis existencial del periodismo. Se cataloga así desde una perspectiva cultural en la medida en que se han ampliado las voces en la esfera pública y se ha descentrado la identidad ganada a lo largo de la historia. Es un momento en el que se hacen preguntas como “qué es el periodismo en la era de Twitter y Wikileaks, en la era del contenido generado por el usuario, del cuasi-periodismo de los 140 caracteres, de la proliferación de canales que no requieren de periodistas profesionales” (McNair, 2013, p. 77). Lo que está en el centro de la cuestión es qué distingue la actividad profesional del periodismo de otra que no lo es en una esfera pública globalizada, porque en las posibles respuestas radica también otro asunto de debate: quienes ejercen el periodismo cómo pueden reclamar hoy los privilegios y la protección que yacían en el respeto y la confianza que había ganado el cuarto poder en la democracia. Esto tiene que ver también con el surgimiento de un nuevo conjunto de normas y valores que trascienden las fronteras nacionales y culturales, que se globalizan y que confrontan los paradigmas establecidos para la institución de la prensa (Steel, 2012, p. 61). Aun así, hay quienes plantean que a pesar de las enormes transformaciones vividas en el siglo pasado y comienzos del actual en el campo de las comunicaciones, el núcleo sobre lo que el periodismo hace o lo que la sociedad espera de él no han cambiado sustancialmente (McQuail, 2013, p. 196).
Se han roto las fronteras espacio-temporales, tecnológicas y profesionales (McNair, 2013, p. 78). Que esto signifique la muerte del periodismo es algo que resulta cuestionable. Lo que se evidencia es que hay más periodismo, más noticias en circulación y audiencias globales diversas y en constante transformación. Frente a la multiplicación y descentración de la información, los contenidos generados por los usuarios, la ciudadanía global y frente a la democratización, diversificación y globalización del debate y la deliberación públicos, lo que se requiere, de acuerdo con McNair (2013, p. 81), es precisamente que esa nueva composición del escenario informativo sea manejada, se le otorgue estructura y adquiera sentido. Es allí, entonces, como lo argumenta McNair, donde el periodista profesional retiene su valor cultural aportando sus conocimientos, habilidades y recursos para reflexionar y analizar el significado de los eventos, más que reportearlos solamente. Más información, diseminación más rápida, nuevos recursos tecnológicos, manejados sin entrenamiento en técnicas periodísticas, significan la posibilidad de más confusión, más errores y más malentendidos. “Más que nunca, la esfera pública globalizada requiere de las habilidades del periodista profesional y su capacidad para dar orden y sentido al caos informativo” (McNair, 2013, p. 81).
En esta perspectiva coincide Witschge (2013, p. 171), para quien la profesión del periodismo sin periodistas vaticina que no se hará bien la necesaria confirmación y balance que requiere una democracia global, al mismo tiempo que puede haber una gran pérdida de democracia si el periodismo no es capaz de proveer información de calidad y comentario experto. De ahí que el mismo Witschge asegure que la tensión más profunda entre las transformaciones y la tradición en el ejercicio del periodismo hoy esté dada entre los altos y los bajos estándares en la calidad de la práctica periodística (Witschge, 2013, p. 161). La mayor amenaza para el periodismo estaría dada por su desprofesionalización, lo que significa que cualquiera puede ser periodista y ninguno de ellos lo es hoy (Nossek, 2009, p. 358).
En los estudios recientes sobre la cuestión se observa que una gran cantidad de las discusiones se focalizan en los síntomas de la crisis o en la concepción tradicional del periodismo, pero los cambios en la propia naturaleza del periodismo están por caracterizarse en el contexto actual de transformaciones tecnológicas y sociológicas que conllevan cambios en el modelo de negocio, los procesos de producción y la función social del periodismo