ii. Influencias económicas.
iii. Influencias organizacionales.
iv. Influencias del trabajo práctico o de procedimientos.
v. Influencias profesionales.
vi. Influencias de los grupos de referencia.
A partir de entrevistas en profundidad a 1.800 periodistas de 356 medios de comunicación se concentran en encontrar, tomando una escala multidimensional de 21 ítems, las diferencias y las similitudes en esas percepciones, de acuerdo con los contextos específicos de trabajo, el tipo de estructuras organizativas de los medios y los sistemas mediáticos de cada país. El resultado de este estudio es que son los factores políticos y económicos los que tienen una mayor influencia en el trabajo de los periodistas y que, en cuanto a las influencias políticas, se puede demostrar que están estrechamente relacionadas con indicadores objetivos sobre libertad política y sobre estructura de propiedad de los medios. Las influencias económicas, concluyen, tienen más incidencia en medios privados que en medios públicos, pero no están relacionadas con la libertad económica de los países. Con respecto a las influencias organizacionales, profesionales y de procedimientos, así como en relación con el impacto de los grupos de referencia, no se dan grandes diferencias entre los países.
Estos resultados son consistentes con las tesis que promulgan que allí donde el ejercicio del periodismo afecta de cerca el ejercicio del poder, surge una necesidad apremiante de vigilancia y control, no solo de carácter político, sino también derivada de la misma propiedad de los medios informativos (McQuail, 2010, p. 60). A esto se suma una tendencia de comienzo del siglo XXI a culpar a los medios de ciertos males de la sociedad, asociándolos con fenómenos como la protesta política violenta, el terrorismo internacional y los disturbios del orden público (McQuail, 2010, p. 75).
A partir de los hallazgos de una investigación como la anterior, Hanitzsch y Mellado (2011) notan que hay aspectos que resultan relevantes para la discusión teórica sobre la autonomía y las influencias en el trabajo del periodismo. Uno de ellos es que en relación con los procesos de globalización se tiende a suponer una cierta unidad entre las culturas periodísticas, pero lo que se observa en la realidad es que prevalecen diferencias sustanciales entre los distintos países y contextos. De ahí que estos investigadores sugieran la necesidad de hacer estudios prospectivos que contribuyan a profundizar en las diferencias entre las percepciones de los periodistas sobre las influencias que reciben en su trabajo y las realidades objetivas de una limitada autonomía del periodismo. El referente teórico de este trabajo es que las percepciones pueden variar entre sociedades dependiendo de los contextos políticos y sociales en los que los periodistas trabajan, de la naturaleza del Estado, de las relaciones existentes entre intereses económicos y políticos y del desarrollo de la sociedad civil, tal como lo han observado autores como Hallin y Mancini (2008).
En general, los distintos estudios con el enfoque puesto en las percepciones de los periodistas arrojan clasificaciones con alguna variación, pero muestran también ciertas constantes relacionadas con influencias derivadas de factores individuales, de las rutinas de los medios, del tipo de organización informativa, de factores externos a los medios y de factores ideológicos. Estudios como los de Voakes (1997) relacionan las presiones con decisiones de carácter ético en la cotidianidad de la labor periodística y allí encuentran siete tipos de influencias sociales:
i. Individual
ii. De pequeños grupos
iii. De la organización
iv. De la competencia
v. Laborales
vi. Externas a los medios
vii. Legales
La literatura especializada en comunicación de masas y periodismo ha trabajado ampliamente como objeto de estudio la problemática de las presiones y las restricciones que recibe la labor periodística, en la medida en que la independencia y la autonomía son dos pilares de esta profesión. Es un área en la que hay cierta variedad en el tipo de estudios y, a su vez, grandes desacuerdos. Hanitzsch y Mellado (2011, pp. 405-409) los recogen en un panorama en el que dan cuenta de los principales autores y tendencias, tomando en cuenta que es creciente una línea de estudio y de preocupaciones por las influencias de carácter sistémico, que combinan influencias sociales, culturales e ideológicas, gremiales, políticas y legales. De este último grupo destacan los trabajos de Berkowitz et al. (2004); Hallin y Mancini (2008, 2012); Preston y Metykova (2009); Weaver (1998) y Zhu et al. (1997). Del conjunto de trabajos, señalan por sus aportes los que estudian las presiones políticas (Blummer y Gurevitch, 1995; Cook, 1996; Czepek, Hellwig y Nowak, 2009b), coerciones de tipo económico (Bagdikian, 1983; Benson y Hallin, 2007; George, 2007; McManus, 2009; Whitney et al., 2004) y las derivadas de las estructuras internas de las redacciones de los medios y de las rutinas periodísticas (Altmeppen, 2008; Breed, 1955; Esser, 1998; Sigelman, 1973). Desde el punto de vista de los aportes conceptuales al tema, destacan las contribuciones de Shoemaker y Reese (1996), McQuail (2000), Preston (2009) y Ettema (2007). Lo que notan Hanitzsch y Mellado (2011, p. 406) es que las grandes divergencias en enfoques y resultados se dan en la importancia relativa de la influencia de cada uno de los tipos de presiones antes mencionados.
Cabe anotar que buena parte de las investigaciones en este campo profundizan en estudios de caso, en países o regiones. Para Asia Central, por ejemplo, estudios recientes revelan que muchos de los esfuerzos por desarrollar un periodismo independiente han tropezado con obstáculos políticos y económicos que han desembocado en procesos de autocensura, un fenómeno que, como en otras geografías, florece con gran vigor (Kenny y Gross, 2008, p. 515).
Hay una circunstancia nueva, todavía muy poco documentada en los estudios de restricciones al ejercicio periodístico, relacionada con la polarización de las audiencias, algo que viene demostrando un efecto nocivo sobre los medios informativos. En la medida en que crece una imagen negativa de parte del público hacia los medios en general y una pérdida de confianza hacia el periodismo, las presiones desde las audiencias empiezan a manifestarse, muchas veces con actos de violencia (Hanitzsch, 2013, p. 208).
Una vertiente de estudios muy sólida, en la que no se profundiza en este trabajo, tiene que ver con la incidencia de los cambios en la propiedad de los medios y con la influencia de las corporaciones multinacionales, de los grandes conglomerados económicos y del sistema financiero sobre el sector mediático y los contenidos informativos, mermando la vocación de interés público que debería caracterizarlos (Almirón, 2010). En este ámbito son relevantes los aportes de Herman y Chomsky (2002), quienes detallan los filtros del poder que influencian con intensidad el trabajo de los periodistas. Esto tiene relación con lo que podría ser una cara oscura del periodismo cuando dominan fuerzas económicas y comerciales, como lo han planteado Almirón (2010), Anderson y Ward (2007), Davis (2007) o McNair (2001). Estas presiones desembocan en tendencias que llevan a que tomen fuerza opciones como la del infoentretenimiento o el privilegio de la información “suave”, menoscabando con ello el tipo de información que se requiere en una democracia, o las que merman la autonomía bajo el dominio de las relaciones públicas y las comunicaciones estratégicas.
Hay un tipo de controles especialmente problemáticos asociados a las circunstancias que establecen los conflictos armados internos, las guerras, las crisis o las catástrofes naturales. La libertad de la que goza la prensa en tiempo de paz con dificultad puede ser igualmente garantizada en dichos momentos. Durante tiempos de crisis o de emergencias nacionales las libertades de las que gozan las sociedades entran bajo presión con el objetivo de su propia protección en el largo plazo (Steel, 2012, p. 126). El concepto que domina en este debate es el de “seguridad nacional”, mediante el cual se habilita a los Estados a tomar medidas que terminan afectando el trabajo periodístico. Como bien lo explica Steel (2012, p. 126), el término está vinculado históricamente a la noción de seguridad militar, pero se ha vuelto amorfo, ya que proteger la seguridad nacional hoy es algo que rebasa los imperativos militares de la época de la Guerra Fría y se ubica en el marco de acción de iniciativas internas de los Estados, razón por la cual han aumentado las preocupaciones de quienes defienden la libertad de expresión. Para Steel, la paradoja en