El fin del dragón. Eduardo Rosalío Hernández Montes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eduardo Rosalío Hernández Montes
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788468565811
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uso inmediato de su espada de hierro, pues la había guardado en su pantalón para picar el carbón y mineral hierro, aunque, en cambio, sí tiene a la mano su pico de piedra, mismo con el que logra ahuyentar a la araña gigante justo antes de que ella lo atacara primero, obligándola a retroceder. Inmediatamente después, el hombre se levanta del suelo…, aunque no lo suficientemente rápido para evadir una segunda flecha disparada por parte del esqueleto, la cual le provoca una profunda herida en su torso, aunque no letal. Para evitar que eso vuelva a suceder, el hombre rápidamente tira al piso la antorcha que llevaba en su mano izquierda, y así tener una mejor maniobrabilidad con el escudo que tiene equipado, justo a tiempo para protegerse con él de una tercera flecha lanzada desde el fondo por el esqueleto, al que enseguida planea acercársele para golpearlo con su espada de hierro, a la cual cambia de lugar en su bolsillo con su pico. Pero justo en el instante en el que empuña su espada, la araña gigante lo enfrenta de nuevo, lanzándose contra él de la forma más espeluznante que se podría imaginar de un monstruo tan aterrador e intimidante como lo es este, a lo que el hombre responde cubriéndose con su escudo. Sin embargo, la araña lucha desesperadamente por pasar a través del escudo y alcanzar al hombre con sus peligros colmillos y peludas patas, mientras que él apenas puede soportar el peso y la fuerza que la araña ejerce contra su escudo.

      Al darse cuenta de que está perdiendo en fuerza contra la araña gigante, el hombre opta por girar hacia atrás y usar el impulso a su favor. De esta manera, apoyando su espalda con el suelo de la cueva, lanza lejos a la araña gigante con su escudo, e inmediatamente rueda y se levanta del piso, y, anticipándose al siguiente movimiento del esqueleto, usa su escudo para bloquear otra flecha más disparada, y enseguida, antes de que la araña se recupere y lo ataque por la espalda, voltea y la parte a la mitad con un fuerte golpe certero de su espada, matándola al instante. Posteriormente, ahora que nada más puede interponerse entre él y el esqueleto, de inmediato se le acerca mientras se protege con su escudo de las flechas que este le dispara, frenando sin problemas estos proyectiles, y acabando así fácilmente con él al tenerlo acorralado en esta estrecha cueva.

      Al final, todavía un poco alterado y asustado, aunque muy sorprendido por haber logrado acabar con dos monstruos aterradores movido únicamente por mero instinto, y recibido solo una herida que sanará con el tiempo.

      Al haber sido su primer encuentro con una araña gigante, el hombre revisa su libro, descubriendo, al igual que las otras veces, el nombre de dicha criatura, en este caso, “Araña gigante” (un nombre muy superficial), junto con su respectiva descripción: “Por la noche es violenta; por el día es neutra. Le encanta merodear en la oscuridad de cualquier cueva, pero también al exterior a sus grandes colmillos lleva.”.

      Dejando de lado el libro por la poca información útil que ofrece, el hombre, luego de recoger algunos huesos íntegros del esqueleto que mató, se acerca al cadáver de la araña gigante en busca de algo que le pudiera servir, encontrando así tres “Hilos de seda” y un “Ojo de araña” (según el libro) como recompensa, o al menos así lo interpreta él por haber acabado con esos monstruos. Con ello, además descubre que con el hilo puede crear “Arcos” como los de los esqueletos, y “Cañas para pescar”, herramientas que le serán de mucha ayuda en un futuro.

      Continuando con la exploración de la cueva, el hombre va encontrando más minerales entre más sigue adentrándose, aunque también más monstruos, cada uno muy problemático, especialmente las bestias explosivas. Aunque para él, no son más que una forma de entrenar y fortalecerse, y superar así su temor a ellas…, a menos de que se tope con varios al mismo tiempo. Eso implicaría una mayor dificultad.

      Después de seguir por un largo tiempo por la cueva, el hombre se da cuenta de que esta comienza a reducirse cada vez más, como si estuviera a punto de llegar al final. Y no se equivoca, pues no tarda en toparse contra una pared de roca, siendo este el límite de la gruta. O esto creyó, hasta que, justo antes de voltear y regresar por donde vino, logra ver una gran grieta en una parte de la pared de roca que detuvo su paso, la cual llama mucho su atención, ya que, por alguna razón, de ella sale una luz tenue, por lo que no duda en acercarse para mirar a través de dicha fisura, descubriendo así que del otro lado hay ¡otra caverna!, y mucho más amplia que la que acaba de recorrer, aunque, por esta misma razón, esta alberga una gran cantidad de monstruos, como bestias explosivas, esqueletos, zombis y arañas gigantes por todas partes. Pero también en otra parte alcanza a ver algo brillante, lo cual seguramente sea el origen de la luz que lo incitó a investigar la abertura.

      Al mirar fijamente aquella parte de la cueva, se da cuenta de que lo que está iluminando esa zona parece ser… ¡lava ardiente!

      Maravillado por encontrar una enorme cueva potencialmente rica en minerales, el hombre planea adentrarse en ella para conseguir todo lo que pudiese encontrar…, pero no ahora, ya que reconoce que no está preparado para incursionar en esta inmensa caverna, pues además de la posibilidad de albergar muchos minerales, también hay una gran cantidad de monstruos sumamente agresivos, los cuales acabarían con él con gran facilidad y en un santiamén, sobre todo al no tener otra cosa más que su espada y escudo como ofensa y defensa efectivas, sin olvidar que acabó con las dos gallinas cocinadas que trajo consigo y la mayoría de sus manzanas para recuperar su salud y energía que perdió en los enfrentamientos durante el recorrido hasta aquí. Por lo cual, no le queda otra opción más que optar por salir de la cueva y dejar la exploración de la esta nueva para otra ocasión.

      Siendo así, después de un largo tiempo picando y picando, el hombre recorre sin problemas el trayecto de vuelta por las antorchas que en cada momento fue dejando para iluminar la extensa gruta, hasta salir exitoso y sin mayor contratiempo a la superficie, pues ha conseguido considerables cantidades de carbón y mineral de hierro gracias a su rápido entendimiento sobre las características en las que se dan estos minerales, lo cual le permitió encontrar más ejemplares de una manera más fácil y rápida que la vez anterior, estando el mineral de hierro listo para ser fundido en lingotes.

      Ya en un futuro, cuando esté mejor equipado, volverá para dar algo más que echar un vistazo a lo que le espera más allá de la grieta al final de la cueva.

      Cuando el hombre por fin sale al exterior, exhausto, pero literalmente con los bolsillos llenos de una gran cantidad de minerales que recolectó, regresa por fin a su hogar, por suerte, justo al amanecer de un nuevo día.

      En cuanto llega a su casa, que por cierto está exactamente igual a como la dejó, reabastece su horno de piedra con el carbón que consiguió e introduce también todo el mineral de hierro que tiene. Y como su impaciencia es notable ante el lento proceso de fusión del hierro, decide crear un segundo horno de piedra, en el que mete la mitad del mineral de hierro y carbón para optimizar dicho proceso al doble de velocidad. De esta forma, en poco tiempo consigue una gran cantidad de lingotes de hierro, mismos que “despiertan” a su libro, el cual muestra nuevas e interesantes recetas, para crear cosas como “Puertas de hierro”, “Vagonetas”, “Trampillas de hierro”, “Barrotes de hierro”, “Tolvas”, “Calderos”, “Bloques de hierro” y, lo más sorprendente y ansiado, ¡armaduras de hierro!

      El hecho de poder crear una armadura de hierro que pueda defenderlo de los ataques de los monstruos a los que se enfrente, indudablemente, atrae el interés del hombre, pero también otra de las creaciones mencionadas: las puertas de hierro, pues son justo lo que requería para recuperar la seguridad al interior de su propia casa.

      Por otro lado, en un arrebato de hambre, el hombre interrumpe su admiración por la nueva información para comer unas cuantas manzanas, dándose cuenta así de que ya solo le queda un par con las que alimentarse, por lo que tendrá que conseguir más comida aparte de estos jugosos frutos, los cuales no aportan mucha energía; y de las gallinas cautivas en su corral, ya que aún no es momento para sacrificarlas.

      Pero, luego de haber estado