El fin del dragón. Eduardo Rosalío Hernández Montes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eduardo Rosalío Hernández Montes
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788468565811
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el sonido de un animal inofensivo, así que no hay ninguna razón para alterarse.

      Curiosamente, luego de haberse percatado de que no hay peligro alguno y de intentar levantarse, observa en su mano derecha el pedazo de uno de los huesos de un esqueleto, al cual aparentemente tomó por equivocación en lugar de su espada de hierro, y este se rompió luego de haber sido aplastado por el peso de su cuerpo.

      Increíblemente, justo cuando el hombre intenta ponerse de pie, ve cómo brota y crece un tallo verde en el lugar exacto en el que había quedado el resto del hueso pulverizado, mismo en el que él había plantado unas cuantas semillas, quedando perplejo ante la sorprendente velocidad con la que las semillas germinan. Con una expresión simple, pero razonable, pues con este conveniente descuido acaba de aprender que con el polvo de hueso que puede conseguir fácilmente con los huesos de los esqueletos, puede acelerar el proceso de crecimiento de sus cultivos, y prueba de ello es lo que acaba de presenciar literalmente frente a sus propios ojos. Y para asegurarse él mismo de que sus sospechas son ciertas, muele unos cuantos huesos más con sus propias manos, y enseguida esparce el polvo en otras semillas, consiguiendo así el mismo resultado; aunque también “desbloquea” una nueva receta en su libro, que consiste en la creación de “Bloques de hueso” utilizando una gran cantidad del polvo de hueso que está haciendo, aunque por ahora su atención está fijada en las semillas.

      Entonces, ya sin duda alguna, el hombre echa más polvo de hueso en la hierba crecida de las semillas hasta que esté lo suficientemente desarrollada para cosecharla, pasando así de un tamaño minúsculo y color verdoso a alcanzar una altura un tanto mayor y una tonalidad amarilla, siendo este el punto en el que dejaba de observarse algún otro cambio por más polvo de hueso que seguía impregnándole. Por lo tanto, se atreve a arrancar las frágiles plantas de la tierra, descubriendo así, gracias a su libro, que en realidad lo que consigue no es exactamente lo que él esperaba desde un principio, sino que lo que tiene en manos son “Espigas de trigo”, las cuales por sí solas no sirve para mucho. Mas no es hasta que cubre con más polvo de hueso algunas semillas más y cosecha más espigas de trigo cuando el libro ahora sí muestra dos creaciones nuevas: “Balas de heno” y ¡“Pan”!, siendo esta última la de mayor interés, ya que se trata de ¡un alimento!, algo que jamás habría imaginado que aparecería en su libro. Además, en las ilustraciones que le muestra, este se ve muy apetecible.

      Al final, después de cosechar todo el trigo con gran emoción, el hombre vuelve a plantar algunas cuantas semillas que también consiguió junto con las espigas de trigo, y como ya no le quedan más huesos para convertir en polvo que sirva como abono, las deja crecer naturalmente, al menos hasta que consiga más huesos…, aunque tampoco es que tarden mucho en crecer por sí solas.

      Justo luego de terminar con todo lo relacionado con sus cultivos, el hombre es sorprendido una vez más por el balido de una oveja, que por alguna razón está justo detrás de él, lo cual es cuanto menos extraño, pues desde la primera vez que vio a las ovejas quiso encerrar… invitarlas a entrar en su corral, pero al final de todo no pudo llevarlas consigo.

      Y pensar que ahora tiene a una de ellas justo al frente y en plena tranquilidad.

      Es en este momento cuando se percata de que la oveja está interesada no en él, sino en el trigo que cosechó. Y para comprobarlo, bastó solo con ofrecerle un poco de su primera cosecha a la oveja extendiendo lentamente su mano con las deliciosas espigas, consiguiendo que esta pierda el miedo y coma de su mano, mientras que el hombre no puede ocultar su alegría, no solo por haber cosechado sus cultivos, sino también por haber logrado llamar la atención de este hermoso animal con algo tan simple que encontró de entre los forrajes del campo.

      Entonces, sin pensarlo dos veces, el hombre se dispone a atraer unas cuantas ovejas hacia el corral de las gallinas, en el que planea encerrarlas por un tiempo hasta que construya otro corral únicamente para ellas.

      Posteriormente, para que las ovejas se vayan acostumbrando a su nuevo hogar, el hombre las alimenta con una buena cantidad de trigo, y con la misma increíble velocidad que como sucedió con las gallinas, observa cómo estas comienzan a… aparearse prácticamente al instante… Parece ser que no les importa reproducirse en este espacio tan reducido a pesar de haber sido privadas de su libertad por el hombre. Lo cual es algo muy, muy sorprendente, ya que si la reproducción y el crecimiento son tan acelerados como él está presenciando, pronto conseguirá una gran cantidad de animales, tanto ovejas como gallinas (las cuales tampoco se quedan atrás en dicho aspecto); encontrándose también el mismo comportamiento incluso en sus cultivos.

      Por lo tanto, para aprovechar al máximo esta favorable particularidad, el hombre sabe que no puede sacrificar a las ovejas hasta tener una gran cantidad de ellas, sin embargo, todas cuentan con abundante pelaje que puede obtener con facilidad con la ayuda de unas tijeras, mismas que, según recuerda, puede crear con tan solo un par de lingotes de hierro, cuya receta, efectivamente, se encuentra en su libro. Y al ser un proceso bastante sencillo el que sigue, no tarda en crear y conseguir unas tijeras de hierro, y con ellas trasquila a las ovejas, obteniendo así su suave y esponjosa lana, con la cual, según menciona el libro, se pueden crear “Alfombras”, “Estandartes”, “Cuadros” y ¡“Camas”! Este último objeto o, mejor dicho, mueble, es el de mayor interés para él, pues, evidentemente, gracias a una cama podría dormir con mucha más comodidad que dormir en el suelo como lo ha estado haciendo durante todos estos días, y quizá podría deshacerse del tan molesto dolor de espalda provocado.

      Cuando por fin termina de trasquilar a todas las ovejas que capturó, el hombre entra a su casa para utilizar el trigo que consiguió para hacer todas las piezas de pan posibles, obteniendo así un nuevo alimento, un poco desabrido, pero que le servirá para llenar su estómago. Después, guarda la lana de las ovejas, un par de porciones de trigo que le quedó y algunas semillas en su cofre de madera. Aunque en este momento se da cuenta de que ya casi no hay espacio libre para guardar más cosas, mas esto no presenta un problema muy grande, ya que simplemente puede crear otro cofre más para guardar lo que falta, solo que el inconveniente de ahora es que ya no tiene suficiente madera, pues la mayoría que tenía la utilizó para reconstruir el suelo de su casa, construir el techo de la misma y el corral de las gallinas, y para crear herramientas y antorchas que ha ido requiriendo. Por lo cual, no queda más que recurrir a talar unos cuantos árboles y conseguir más de esta materia prima tan indispensable. No obstante, a lo largo de toda esta pradera en la que vive solo ha visto unos cuantos robles por el campo, cuyos troncos no serán suficientes para conseguir la cantidad de madera que precisa para lo que quiere y para todo lo que pudiera necesitar en un futuro. Ante esto, para evitar contratiempos en el porvenir, al hombre se le ocurre la idea de plantar alrededor de su hogar los brotes de roble y abedul que consiguió en el otro bioma cubierto por estos dos tipos de árboles, los cuales eventualmente crecerán lo suficiente para ofrecer madera resistente y óptima. Aunque por ahora se valdrá de la madera de los pocos árboles que hay por la zona para lo que requiere.

      Al volver a casa con unos cuantos troncos de madera, el hombre procede a transformarlos en tablones, con los que crea un nuevo cofre de madera que de inmediato coloca a un lado del otro con el fin de mantener un orden en su hogar. Aunque con esto, sorprendentemente, ambos cofres de madera se ¡“fusionan”! en uno solo al instante, pero más grande y con mayor espacio, equivalente a dos cofres normales. Entonces, sin mayor comentario, el hombre procede a crear un par de cofres más, y de nuevo los pone a un costado del cofre grande con el fin de descubrir qué pasará ahora. Para su mayor asombro, solo los dos nuevos cofres de madera se fusionan, como si este fuera el límite; resultando así en únicamente dos cofres grandes de madera.

      Con esto, el hombre, quien poco a poco se va acostumbrando a este tipo de reacciones “mágicas” y repentinas, en lugar de preguntarse cómo es que suceden este tipo de fenómenos inesperados, simplemente decide dejarse llevar por la naturaleza de este mundo y seguir con lo suyo, siendo su nueva tarea el crear un corral para las ovejas, ya que el de las gallinas es muy pequeño para dos especies diferentes y poco a poco está