Formas de vida. Jacques Fontanille. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jacques Fontanille
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789972454608
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       Expresiones y contenidos experimentados por los actantes

      Decíamos más arriba que «la coherencia del esquema sintagmático y la congruencia de las selecciones convergen para manifestar la existencia de un proyecto de vida subyacente». Ahora bien, una y otra participan de una opción y de una posición asumidas, y, por tanto, de cierta forma de subjetividad.

      En cuanto a la primera, el esquema sintagmático resulta de la presión global y muy general, tal vez universal, de una persistencia existencial. Pero, para activar ese principio de persistencia, explota tipos de encadenamientos sintagmáticos que implican, en todos los casos, el compromiso de un actante en una experiencia de vida, un compromiso más o menos intenso en la continuación del curso de vida. Esa es precisamente la razón por la cual el principio de persistencia puede ser caracterizado como perseverancia. La manera de gestionar, en especial los obstáculos y los accidentes del recorrido, está principalmente determinada por las variaciones de intensidad de ese compromiso6: ya sea que se lo identifique como sentimiento de utilidad, como creencia en la virtud de la acción, o como simple interés por el curso de las interacciones, poco importa; implica de todas maneras una forma de investimiento subjetivo del actante en la continuación del curso mismo. Ese investimiento subjetivo es indispensable para lograr la coherencia del esquema sintagmático y de las fases de perseverancia, puesto que es en cierto modo el «relevo» local, en el nivel de la experiencia, de la tensión global ejercida por el principio de persistencia sobre el curso de existencia. Dicho de otro modo: siempre comprometido con su curso de vida, y periódicamente investido por el franqueamiento o por la neutralización de los obstáculos, el actante viviente recibe, en razón de la recurrencia de ese compromiso, un rol modal y pasional global, el de la perseverancia.

      En un sentido o en otro, una opción es operada por una instancia actancial decisiva, aquella que aumenta o disminuye la intensidad del compromiso en el curso de vida; y esa intensidad de compromiso manifiesta la fuerza variable del vínculo entre el actante en cuestión y la continuidad del curso de vida. Desde esa perspectiva, la fuerza del vínculo que de ahí se desprende aparece como el centro principal del efecto de coherencia sintagmática de lo que llamamos «forma de vida». La fuerza de ese vínculo es la versión subjetiva (por el lado de la experiencia) de la persistencia-perseverancia.

      Por otro lado, en el de los contenidos jerarquizados en un recorrido generativo, las opciones se conforman en cada nivel, y ya hemos visto con alguna precisión que consisten en una «ponderación» variable de categorías: cargar el acento aquí o allá, seleccionar tal o cual término de una categoría para que sostenga ese peso o acento específico. Son, en efecto, operaciones de naturaleza subjetiva, que no se explican por las solas reglas de constitución de cada nivel del recorrido generativo ni por las solas reglas de la conversión entre niveles.

      La congruencia del conjunto de esas selecciones y ponderaciones es un efecto constatado, que depende únicamente de la descripción. Pero la explicación, si esa congruencia debe manifestar el contenido de un proyecto de vida, tiene que apelar igualmente a una intervención reflexiva y subjetiva: un actante capaz de hacer proyecciones axiológicas, ponderaciones repetidas, y mejor aún si todas son congruentes, será también considerado como el foco principal del «sentido de la vida» y del efecto de congruencia que lo consolida.

      El problema aquí planteado es exactamente de la misma naturaleza que el propuesto por Freud en La interpretación de los sueños (2000)7: entre el contenido latente y el contenido manifiesto del sueño. Mediante las operaciones de condensación y de desplazamiento, el inconsciente selecciona figuras y partes de la escena latente, distribuye y desplaza los acentos de intensidad, anula fragmentos de escena, añade otros, y reconfigura así otra escena (la escena manifiesta), modificando la ponderación de cada una de sus partes. Cabe suponer, entonces, un operador de esas transformaciones, al cual se puedan imputar las elecciones y las «intenciones» subyacentes; ese es, pues, el inconsciente. En las formas de vida, igualmente, la congruencia entre las selecciones operadas debe ser subjetivamente «imputable» para ser interpretable: hay que poder imputar la responsabilidad de las elecciones a un actante, aunque sea indefinido e inasible, para poder reconocerle un sentido.

      Así pues, una forma de vida debe ser imputable, a través de identidades modales y pasionales, a una instancia que instaure en ella el sentido, y más precisamente, puesto que una sensibilidad está comprometida, a un actante-cuerpo, cuya sensibilidad conlleva respectivamente las variaciones del compromiso en el curso de vida, por el lado de la coherencia sintagmática, y las variaciones de la ponderación axiológica, por el lado de congruencia paradigmática. Esas variaciones (compromiso, recurrencia, acentuación y ponderación, etc.) son de naturaleza intensiva (energía, fuerza, etc.) y extensiva (número, despliegue temporal y espacial, etc.). Podemos considerar que, en los límites de esa subjetivación de la perseverancia, las variaciones intensivas y extensivas de la presencia sensible son determinaciones preponderantes en la orientación de las formas de vida y en la instauración de su significación.

       Formas de vida imperfectas

      Si seguimos en este punto la propuesta de Greimas (1990), la presencia sensible no da lugar a formas semióticas, y menos a formas de vida, si no está afectada por cierto coeficiente de imperfección. Esa imperfección, en efecto, es resorte a la vez de la emergencia de una intencionalidad en las formas percibidas, porque parecería que entonces escapan a las determinaciones naturales, y de la dinámica de transformación de eso que sigue. La imperfección, la falta de sentido, en cierto modo, es lo que se esfuerzan en colmar exactamente, o de tratar de colmar, la coherencia sintagmática y la congruencia paradigmática de las formas de vida.

      Desde el punto de vista de la coherencia sintagmática, la imperfección se halla en el corazón del principio de perseverancia desde el momento en que presupone necesariamente una contraperseverancia, pues no habría lugar para desplegar tal perseverancia si el curso de vida no fuera «imperfecto». Restablecer una forma coherente y reconocible en ese recorrido consiste, de alguna manera, en reparar la imperfección sintagmática; y mostrar esa «reparación» significa dar sentido a la imperfección.

      Desde el punto de vista de la congruencia paradigmática, la distribución irregular e imprevisible de los acentos y de las ponderaciones axiológicas produce la imperfección en la organización de las categorías, y le corresponde entonces a la congruencia de las selecciones y de las ponderaciones proyectar una forma de intencionalidad directriz sobre el conjunto de las elecciones efectuadas, y también ahí, declarar su sentido.

      La imperfección se halla en el corazón de las variaciones de la presencia sensible; en consecuencia, podemos formular la hipótesis de que una de las articulaciones determinantes, susceptible de engendrar al menos un primer nivel de diferenciación entre las formas de vida, es la forma de la presencia y de la ausencia sensible: la imperfección, inherente a la constitución de las formas de vida, sería en ese caso una modulación particular de la categoría presencia/ausencia; presencia o ausencia de un segmento, esperado o inesperado, en la cadena sintagmática; presencia o ausencia de un término en las selecciones y ponderaciones operadas en el recorrido generativo de los acontecimientos.

      Además, la presencia y la ausencia pueden ser, para el sujeto sensible, de dos tipos: exteroceptiva (mundana) o interoceptiva (afectiva, cognitiva). La relación se establece entre una y otra por el cuerpo propio (por la propiocepción). Esa puesta en relación hace de una un plano de la expresión y de la otra, un plano del contenido. Hemos mostrado anteriormente que, en las formas de vida consideradas como semióticas-objetos, el esquema sintagmático ocupa el lugar de plano de la expresión, mientras que el conjunto de las selecciones y de las ponderaciones paradigmáticas ocupan el plano del contenido. Como uno y otro dan lugar, subjetivamente, a variaciones intensivas y extensivas de la presencia sensible, estamos en capacidad de desarrollar una tipología de las imperfecciones.

      Por lo pronto, el caso general de la mediación propioceptiva entre las presencias y las ausencias exteroceptivas (del lado del contenido) encuentra una aplicación particular en la puesta