La imperfección de las formas de vida se capta a través de los estados sensibles, de los estados pasionales del actante-cuerpo. La mediación por el cuerpo propio del actante, que se ejerce entre los dos planos constituidos de una forma de vida, engendra estados de alma elementales que podrán ser considerados como los generadores de tipos de formas de vida fundamentales.
La mediación propioceptiva no es solamente una hipótesis teórica necesaria para esa trasposición, porque puede por sí misma, como lo hemos observado ya en el caso del absurdo, dar lugar a manifestaciones somáticas propias de los estados de alma en cuestión. Esas manifestaciones pueden tomar la forma de la paciencia o de la impaciencia, de la filia o de la fobia, de la impulsión o de la náusea, de la agitación o de la calma, etc.
En todos los casos, están compuestas de por lo menos dos dimensiones: una dimensión tensiva, por la cual se manifiesta el estado del cuerpo sensible sometido a las tensiones de la imperfección, y una dimensión fórica, por la cual ese cuerpo-actante manifiesta su relación (compromiso, alejamiento, atracción o repulsión, etc.) con respecto al acontecimiento o a la situación que debe afrontar el curso de vida. Las reacciones somáticas, las variaciones de tempo y de ritmo, principalmente, se inscriben en esas dos dimensiones. La náusea, por ejemplo, manifiesta en la dimensión tensiva la imposible mediación entre lo demasiado lleno del plano de la expresión y la vacuidad del plano del contenido (desfase que puede ser cuantitativo, intensivo o rítmico), y, en la dimensión fórica, manifiesta el rechazo del cuerpo propio hacia un mundo así constituido.
Estados de alma elementales
Podemos proponer una primera tipología de los estados de alma fundamentales en relación con el principio general de la mediación entre las presencias y ausencias sintagmáticas (las expresiones imperfectas de la forma de vida), de una parte, y las presencias y ausencias paradigmáticas (los contenidos imperfectos de la forma de vida), de otra parte. Tal tipología podrá ser repartida en configuraciones de manifestación, según los tratamientos respectivos que se hagan en la dimensión tensiva y en la dimensión fórica. Ambos momentos se refieren a dos aproximaciones complementarias de la mediación propioceptiva: los efectos propioceptivos elementales de la presencia y de la ausencia, primero; luego, sus manifestaciones somáticas y sensibles.
La primera tipología se obtiene combinando los dos términos de la categoría presencia/ausencia con los de la categoría exteroceptivo/ interoceptivo, sabiendo que esta última es, en el caso particular de las formas de vida, la trasposición de la oposición entre la expresión sintagmática y el contenido paradigmático.
1. Una presencia exteroceptiva asociada a una ausencia interoceptiva suscita todas las variedades del asombro, de la sorpresa (que dan un impulso al curso de vida), de la estupefacción (que suspende, provisionalmente, el curso). En los términos propios de las formas de vida, tal como las hemos definido, un esquema sintagmático se instala en el campo de presencia, pero no corresponde a ninguna selección o ponderación identificable del plano del contenido. En la búsqueda de una sustancia del contenido, el actante comprometido en tal forma de vida se halla en una forma de espera particular, designada antaño por Greimas como la «espera de lo inesperado»; la «espera» es instalada por la regularidad de un esquema sintagmático9, y lo «inesperado» constituye ese potencial de presencia interoceptiva (del lado del contenido) que escapa siempre, pero que mantiene así la tensión de un curso de vida abierto al porvenir.
2. Una presencia interoceptiva asociada a una ausencia exteroceptiva suscita todas las variedades de la carencia, sea prospectiva (como la espera) o retrospectiva (como la nostalgia). En los términos propios de las formas de vida, las selecciones y ponderaciones axiológicas tienen lugar, por cierto, aunque no corresponden a ningún esquema sintagmático susceptible de ponerlas en marcha en un recorrido identificable. En ese tipo de forma de vida, un actante es «investido» por contenidos y valores, pero estos, desde el punto de vista sintagmático, no son más que virtuales, en espera de actualización.
3. Ese actante no deja de poder inventar o de suscitar la escena presente en la que sus valores se inscribirán en un objeto sintagmático, susceptible de ser contemplado, buscado o conquistado. Una y otra situación, la de la espera y la de la nostalgia, son igualmente ambivalentes, aunque simétricamente: en la primera, la perspectiva de actualización de un objeto de valor es eufórica, a pesar de que su ausencia actual puede ser disfórica; en la segunda, la realización anterior del objeto y su conjunción con el sujeto son eufóricas, aun cuando esa euforia es combatida por la pérdida actual y constatada.
4. Una presencia exteroceptiva que se encuentra con una presencia interoceptiva suscita un sentimiento de plenitud donde la imperfección solo puede nacer del exceso de presencia de una o de otra; el exceso de plenitud se transforma, entonces, en angustia ante lo «demasiado lleno», y asume así una de las formas del absurdo. Las formas de vida surgidas de esas transformaciones solo pueden ser deceptivas, porque no pueden sino degradar el equilibrio original entre el esquema sintagmático y las selecciones y ponderaciones paradigmáticas. Se orientan así hacia el caso (1) por debilitamiento o suspensión del contenido, o hacia el caso (2) por atenuación o desorganización de la expresión.
5. Una ausencia exteroceptiva que se encuentra con una ausencia interoceptiva no puede engendrar más que el no-sentido, puesto que, en los términos mismos de las formas de vida, la relación semiótica queda suspendida: cuanta más expresión sintagmática, más contenido hay que seleccionar y ponderar. Ese dispositivo es el del sentimiento del vacío, cuya experiencia puede ser más o menos intensa, y hasta puede llegar a engendrar estados de depresión y, bajo algunas condiciones, de vértigo. Este tipo de formas de vida tiene como origen la experiencia de la ausencia de valor que confirma la ausencia de esquemas sintagmáticos identificables, y recíprocamente. En tal caso, todas las evoluciones son posibles, al menos y en forma de esbozo, sea hacia el tipo (1), sea hacia el tipo (2) o hacia el tipo (3).
Todas esas evoluciones consisten, cada una a su manera, en reinventar sistemas de valores y de elecciones paradigmáticas y/o en suscitar regularidades sintagmáticas. Retomando dos casos de formas de vida propias de los románticos, se podría decir que «le vague à l’âme» [«nostalgia del alma»] corresponde a un movimiento hacia el tipo (1), donde un compromiso en el curso de una acción y un recorrido sintagmático cuya forma comienza a emerger siempre encuentran la imposibilidad de hacer selecciones en el plano del contenido. E, inversamente, se diría que el «hastío» corresponde a un movimiento hacia el tipo (2), donde la capacidad recobrada de hacer selecciones de contenidos se estrella con la imposibilidad de reconocer recorridos sintagmáticos susceptibles de portarlos: el curso de vida no recibe entonces más que una expresión informe.
El asombro (la sorpresa y la estupefacción), la carencia (espera o nostalgia), la plenitud (que desmoviliza o que amenaza) y el nosentido (asumido o rechazado): he ahí algunos de los estados de alma fundamentales formados a partir de las imperfecciones de la vida10.
En los casos (1) y (2), la imperfección se debe a la diferencia y a la tensión inversa entre la ausencia y la presencia, tensión en la que uno de los planos, al ser percibido como presente, puede servir de dimensión de referencia para una compensación del segundo plano; ese tipo de situación ofrece una perspectiva de orientación dinámica, propicia para las transformaciones narrativas. En los casos (3) y (4), la presencia o la ausencia pueden (i) variar en intensidad o en cantidad cada una aisladamente, (ii) o bien intensificarse o debilitarse mutuamente. En el primero (i), somos llevados a «reinventar» en cierto modo, ya sea el «asombro» (caso 1), ya sea la «carencia» (caso 2). En el segundo (ii), se buscarán los diversos puntos de equilibrio posibles de una situación global que resulta del no-sentido y del absurdo.
El resultado