“Por tanto, mis amados hermanos, estad firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).
Me imagino que conoces la historia de José, que se encuentra en el libro de Génesis en la Biblia. José es un personaje destacado por su total fidelidad a Dios. Hoy, analizaremos cómo llegó a ser gobernador de Egipto. Normalmente, todos pensamos que para ser felices e importantes todo tiene que salir bien, pero la historia de José es totalmente contraria a este pensamiento. Así que, si te sientes triste por algo que no va bien en tu vida, déjame que te cuente algunas cosas de la vida de José:
Su mamá murió cuando él era pequeño, al dar a luz a su hermanito.
En su infancia, su padre lo sobreprotegió y lo mimó. Por eso, sus hermanos lo envidiaban y odiaban.
Sus hermanos lo rechazaron, lo traicionaron y lo vendieron a unos extranjeros.
Luego llegó a vivir a un país extranjero donde no estaba su papá ni nadie conocido y tampoco se hablaba su idioma. En ese lugar fue un esclavo.
Fue tentado a hacer algo malo, pero él se negó por su fidelidad a Dios. Tristemente, fue acusado injustamente y pasó dos años en la cárcel por un delito que no había cometido.
Si miras su vida hasta aquí, podríamos pensar que después de todas estas cosas tan tristes que vivió pudo haber sido un hombre malo, delincuente, resentido. Pero al leer su historia, es maravilloso ver que a pesar de todo lo que le tocó pasar, fue un hombre extraordinario y llegó a salvar al pueblo de Dios de la hambruna y la miseria.
Además, fue capaz de perdonar a sus hermanos y ayudarlos. Se casó y, por lo que dice la Biblia, tuvo dos hijos y una bella familia. ¿Quieres saber cómo lo logró? Buscó a Dios en oración, y fue fiel aun en las tentaciones y en sus momentos tristes.
Esta historia nos da un maravilloso ejemplo. Cuando te sientas triste porque hay problemas en casa, o se burlan de ti en el colegio, o algunos compañeros o “amigos” te tengan envidia, no te desanimes. Más bien sé fuerte y vence la tentación de hacer cosas malas, actuando en todo momento como es correcto para Dios. Nina
13 de enero
La medida de Dios
“Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante...” (Lucas 6:38 p.p.).
¿Viste alguna vez cuando tu mami o tu papi cocinan? Es divertido, ¿verdad? Muchas veces, hasta quieres ayudar. Si es una receta con harinas verás que se usan medidas muy precisas y, para eso, se usa un medidor.
En la antigüedad no existían estos recipientes que indican las medidas. Los vendedores vendían “a ojo”. Así, si alguien compraba telas podía pedir diez palmos. Pero para medir había manos más grandes y otras muy pequeñas. ¿Serían iguales los retazos comprados? ¡Por supuesto que no!
Pero volvamos a las harinas. Sin duda que para esta compra había un recipiente estándar. Pero había vendedores muy pícaros que igual hacían trampa. Mira lo que dice la Palabra de Dios en Lucas 6:38: “Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante”.
Cuando mis niñas eran pequeñas, quizá de tu edad, hicimos este sencillo ejercicio. Jugando a ser vendedoras, tomamos un recipiente y pusimos harina. La taza parecía llena y ya no era posible que entrara algo más. Pero hicimos lo que dice el versículo, la remecimos. Cuando bajó el nivel, agregamos más harina. Ahora lo apretamos con la mano y ¡volvió a bajar el nivel! Y así, agregamos harina hasta que rebosó.
No hay dudas de que Dios tiene una gran lección que enseñarnos con esta forma de medir... ¿Te das cuenta cuál es? A mí me hace pensar que con la generosidad con que damos, Dios también nos da a nosotros.
Mi amiga Marta me contó que cuando su hijo era pequeño le habían regalado dinero. La cantidad era exacta para que se comprara el camioncito de sus sueños. Pero este niñito estaba aprendiendo a ser fiel y devolver el diezmo. Cuando el sábado lo depositó fielmente no imaginaba la sorpresa que Dios tenía reservada para él.
A la puesta del sol, después de despedir el sábado, fueron a la juguetería y él iba a comprar otro camioncito de menor tamaño y valor... pero fue ahí cuando descubrió que el precio del juguete que él había querido tener, ¡había sido rebajado! No solo le alcanzó el dinero, sino que le sobró.
Sí, Dios es fiel y generoso. ¡Confía en que él te dará lo que pides con su medida! Mirta
14 de enero
Charly
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4).
Mi esposo y yo veníamos retrasando el día, pero sabíamos que llegaría. Nuestras hijas querían un perrito con todo su corazón. Intentamos convencerlas de que un gatito sería mejor, dado que nuestra casa no tenía un patio con césped; les ofrecimos hamsters, peces, y conejos. Pero el sueño del perrito no cesaba. Tenían una lista de posibles nombres de perros, una lista de trucos para enseñarle. Y oraban por un perrito todas las noches.
Un día, Charly llegó a nuestras vidas. Sucio, huraño y hambriento, confió en mis hijitas. Lo bañamos, lo vacunamos, y Charly quedó con nosotros. Emily y Melissa no lo podían creer. ¡Al fin teníamos un perrito! Pero, el lugar era muy pequeño, y creo que eso fue afectando su humor. Acostumbrado a estar libre, no le gustaba estar limitado en un patio pequeño y de cemento.
Cuando lo llevamos a un retiro espiritual, ¡casi se come a otra perrita! Ladraba a nuestros amigos con furia, y estábamos todos bastante incómodos pensando en si mordería a alguien. Pero el momento crucial fue cuando Charly casi lastima a mi hija Melissa en el viaje de vuelta.
Sabíamos que Charly no se podría quedar con nosotros, pero ¿qué hacer? No podíamos simplemente devolverlo a la calle. Oramos con fe, pidiendo a Dios un hogar para Charly. A mí me parecía casi imposible que alguien lo quisiera así. Sin embargo, Dios contesta. Nunca lo dudes.
Una familia que había estado en el retiro y había visto a Charly en acción nos dijo que querían un perro guardián para su campo. A la semana siguiente, lo llevaron. Hoy, Charly vive en un campo, feliz y libre, con una familia que lo quiere mucho.
¿Y el perrito para mis hijas? Al tiempo, adoptamos a una cachorrita dócil y amorosa: Scout. Hoy, no tenemos dudas de que Scout era la perrita para nosotros, y Dios lo sabía desde un comienzo.
¿Qué deseos hay en tu corazón? Dios puede concederlos si es lo mejor para ti y su voluntad. Elena de White escribe que “ninguna cosa es demasiado grande como para que él no la pueda soportar”; pero también que “nada que de alguna manera afecte nuestra paz es demasiado pequeño como para que él no lo note” (CC 86). Confía en Dios, pídele en oración, y él te oirá. Cinthya
15 de enero
Dios suple
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Seguramente te gusta la geometría, como a mí. De pequeña me la pasaba construyendo toda clase de figuras y me gustaba clasificarlas por sus nombres. Tal vez ya te hayan enseñado a medir ángulos; se usa un instrumento llamado transportador. ¿Lo conoces?