¿Sabes? Así como esta niña, muchas personas se pierden al alejarse de Jesús. Dejan de orar, de cantar a Jesús, de leer su Biblia e ir a la iglesia, y así van olvidando cómo vestirse, comer bien, caminar derechos. Esto trae mucha tristeza al corazón de Dios, quien es un Padre tan bueno y amoroso. Pero él no se cansa de buscar a sus hijos hasta que finalmente los encuentra; y cuando lo hace, nuevamente les enseña con amor y paciencia a caminar correctamente.
Probablemente te has perdido alguna vez, ¡qué miedo! Es feo sentirse solo y asustado. Para que nunca te alejes de Jesús y te pierdas en este mundo tan peligroso, camina cada día a su lado. Lee tu Biblia cada día, no dejes de ir a la iglesia. Ora de rodillas y durante el día ora en tu mente a cada momento. Cuéntale todo a Jesús y así jamás te perderás. Nina
6 de enero
Fe en crecimiento
“Entonces el padre del muchacho gritó: ‘Yo creo. ¡Ayúdame a creer más!’ ” (Marcos 9:24, DHH).
¿Conoces a alguien con verdadera fe? Hay personas que admiro por su confianza total en Dios. Pero, ¿crees que siempre han sido así? La fe es como una pequeña plantita, débil tal vez al comienzo, y que puede crecer cada día un poquito si la cuidamos.
Te voy a contar cómo la plantita de mi propia fe creció, y cómo la tuya puede crecer también. Cuando nació mi primera hija, mi esposo y yo no podíamos haber estado más felices. Sanita, hermosa, Emily era todo para nosotros. Nuestra alegría era completa. Sin embargo, cuando tenía cuatro meses de edad, comenzó a tener malestares estomacales y diarreas. Le hicimos muchos estudios médicos, pero no descubríamos el problema, y Emily no subía de peso.
No fueron días fáciles. Quizá exageradamente, en ese momento tenía miedo por la vida y la salud de Emily. Muchas noches lloré, muchos días me preocupé. Yo, que siempre había tenido una vida llena de felicidad, me enfrentaba a un problema grande por primera vez. Me daba cuenta de que no podía controlar lo que pasaba, y creía que confiaba en Dios, pero seguía sintiendo miedo.
Recuerdo, finalmente, un día en el que oré a Dios: “Señor, Emily es tu hija antes que mía. Tú la amas más que yo. Tú sabes qué es lo mejor para ella. Te la entrego. Está en tus manos”. Y confié de verdad. Confié en que Dios sabía mejor, y amaba más que yo.
Al poco tiempo, un doctor descubrió que Emily era alérgica a una proteína que está en la leche de vaca. Comenzamos a tomar leche de soja o de almendras, y Emily creció. Hoy es una adolescente sana, inteligente y fuerte.
Así como mi hijita creció, mi fe creció. Y sigue creciendo día a día. Cuando veo cómo Dios me guía y guía a mi familia, cuando siento su amor en las pequeñas y grandes cosas, me acuerdo de ese padre que, en nuestro versículo de hoy, expresó, angustiado por su hijo, que necesitaba creer más. Porque siempre, siempre se puede creer más.
Si tú hoy sientes que crees, pero debes enfrentar algún problema, algún desafío, confía en tu Padre. Él sabe mejor lo que tú necesitas. Dile hoy: “Yo creo. ¡Ayúdame a creer más!” Cinthya
7 de enero
El cangrejo ermitaño
“Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno” (Efesios 6:16, NVI).
¿Conoces al cangrejo ermitaño? ¡Es un animalito muy interesante! Le gusta vivir en las zonas rocosas del mar y en arrecifes. A veces sale del agua y se refugia debajo de rocas que se encuentran en la costa. ¿Qué hace a este amiguito tan particular? A diferencia de otros cangrejos, su abdomen no posee exoesqueleto (no tienen esa capa durita por fuera que los protege). Y eso lo hace vulnerable frente a animales más fuertes.
¿Qué hace entonces? Busca un caparazón de caracol vacío, que se adapte a su tamaño, y se mete dentro de él. De este modo, logra refugio y defensa contra los peligros del mar. A medida que va creciendo, se ve obligado a buscar caparazones más grandes para seguir protegiéndose. Es muy simpático verlos seleccionar su nueva “casita” metiéndose de un caparazón a otro, hasta dar con el indicado.
¿Sabías que nuestra vida espiritual se parece a la del cangrejo ermitaño? Somos débiles y vulnerables ante los ataques de Satanás. No hay nada en nosotros para sentirnos seguros. Eso nos obliga a buscar un escudo que nos defienda de sus ataques.
El apóstol Pablo conocía muy bien nuestra debilidad, y por ello nos dice qué usar como escudo espiritual. Vuelve a leer el versículo de hoy. Ese escudo es la fe. Un sinónimo de “fe” es “confianza”. Pero, ¿confianza en quién? Así es, en Jesús. Él ya venció a Satanás, Él sabe lo que es luchar con el pecado y tiene el poder para protegerte de sus ataques.
Debes acudir a Jesús en oración para que él te auxilie, y cuando haces esto, todo cambia. Satanás se las tiene que ver con él y no contigo. Es como aquel niñito pequeño al que lo persiguen niños más grandes, hasta que este llega corriendo donde está su papá, y se refugia detrás de él. Entonces los grandulones no se atreven a hacerle frente al papá, porque saben que saldrán perdiendo. Así sucede con Satanás. Si tú te acostumbras a correr y esconderte detrás de Jesús, estarás a salvo.
Por ello, recuerda: lo primero que debes hacer al levantarte cada mañana es orar y pedirle a Jesús que sea tu refugio, que te proteja de las tentaciones de Satanás. Haz como el cangrejo, ¡y comienza cada día protegido con el escudo de la fe! Gabriela
8 de enero
Secretos de la verdadera fama
“Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (Hebreos 10:17, NVI).
¿A Qué personaje famoso admiras? ¿Te gustaría saber sus secretos y ser tan famoso como él o ella? En muchos lugares existe un Salón de la Fama. Un lugar donde se destacan personas por algo importante que hicieron. Las hay de diversas categorías: deportes, música, ciencia, literatura; de inventores, compositores, actores, etc.
¿Podrías descubrir quiénes son y a que salón de la fama pertenecen los siguientes personajes?
Dios le mandó que construyera un arca para salvarse de una gran inundación, sin que alguna vez haya visto llover.
Dios le dijo que saliera de donde vivía para ir a vivir a un lugar que no conocía, y más aún, no sabía dónde era.
Dios le anunció que iba a tener el bebé que siempre había querido, aunque ya había pasado la edad para poder tenerlo.
¿Los descubriste? ¿A qué salón de la fama pertenecen? Todos ellos pertenecen al “Salón de la Fama de la Fe”. También tienen su club de fans, y espero que tú estés entre ellos. ¡Esta clase de fama sí es digna de imitar!
Noé construyó el arca, y Dios salvó a su familia.
Abraham dejó su casa, su tierra, y Dios le dio una gran herencia.
Sara concibió al pequeño Isaac, y Dios la hizo madre de multitudes.
La lista en este Salón de la Fama es muy extensa. La puedes encontrar en la Biblia, junto al secreto de su fama: “Oyó el mensaje de su palabra”. En la Biblia, la palabra “oyó” significa creer y obedecer. Sin importar las circunstancias, los argumentos lógicos o