El planteamiento central de la noción de desarrollo familiar es que estos sistemas se trasforman en su conformación y funcionamiento a lo largo del ciclo vital, en una serie de etapas evolutivas (Falicov, 1991). El grupo familiar, oscila entre momentos de cambio y otros de conservación (Minuchin & Fishman, 2004). Para estos autores “[...] la familia [...] posee una capacidad asombrosa para adaptarse y cambiar, manteniendo sin embargo su continuidad” (p.35).
A continuación, se presenta una síntesis de las etapas que componen el ciclo vital de la familia, así como de los cambios y los desafíos que estas fases implican para el sistema familiar y sus integrantes (Minuchin & Fishman, 2004; Carter & McGoldrick, 1989; Rage Atala, 1997; Belart & Ferrer, 1998):
1. La unión de la pareja: en esta fase se construyen las pautas de interacción para conformar la estructura de subsistema conyugal. La tarea de desarrollo es generar el compromiso hacia el nuevo sistema marital y el reordenamiento de las relaciones con las familias extensas para incluir al cónyuge.
2. La familia con hijos pequeños: inicia con la llegada del primer hijo y se generan nuevos subsistemas de interacción en la familia. La principal tarea de desarrollo en esta etapa es la incorporación de nuevos miembros a la familia y reordenar las pautas de interacción del matrimonio para asumir las tareas de crianza y educación de los hijos.
3. La familia con hijos en edad escolar: en este periodo se da un cambio contundente en el sistema familiar cuando los hijos empiezan a asistir a la escuela. Este evento le implica a la familia relacionarse con un sistema nuevo que tiene sus propias reglas y estructura. Con esto, se generan nuevas pautas de interacción referentes al sistema escolar; entre estas, organizar quién y cómo ayuda a los hijos con las tareas escolares, determina las reglas en torno a los horarios y las horas de sueño, el tiempo que se ha de dedicar al estudio y al esparcimiento, así como la manera de resolver y enfrentar lo relacionado con las calificaciones escolares de los hijos (véase Mejía–Arauz, Dávalos Picazo & Zohn Muldoon, 2020).
4. La familia con hijos adolescentes: el proceso de transición clave requiere el incremento de la flexibilidad de las fronteras familiares para incluir la incipiente independencia de los hijos e integrar el cuidado de los abuelos.
5. La familia con jóvenes adultos: se caracteriza por la aceptación de múltiples entradas y salidas de los hijos en el sistema familiar. Los hijos empiezan a desprenderse de la familia de origen, generando sus propios compromisos de vida.
6. La familia en el “nido vacío”: el subsistema de los cónyuges vuelve a ser el centro de la vida de la familia de origen, así que implica la renegociación de este sistema marital como una diada, así como la forma en que se construye la relación padres e hijos.
Además del esquema de las etapas ya revisadas, se propone utilizar la propuesta de Combrinck–Graham (1985) de estilos y fases familiares centrípetos y centrífugos, como un referente para analizar los cambios estructurales que se generan en las familias. Esta autora explica la vida de la familia como un espiral en donde se concibe a las diferentes generaciones del sistema oscilando a través del tiempo entre periodos de cercanía y periodos de distancia. Estos periodos coinciden con fluctuaciones entre tareas de desarrollo que requieren vinculación intensa o altos niveles de cohesión familiar, como por ejemplo la crianza de hijos pequeños y, por otra parte, tareas que enfatizan la identidad personal y la autonomía, como en la adolescencia.
Durante un periodo centrípeto, tanto los miembros de la familia, como la estructura vital de la unidad familiar están volcados hacia la vida interna de la familia. Las fronteras externas que rodean a la familia tienden a cerrarse, mientras que las fronteras personales entre los miembros son algo difusas para crecentar el trabajo familiar “en equipo”. En la transición a un periodo centrífugo, la estructura de vida de la familia se mueve para enfocar las metas que enfatizan el intercambio de los miembros de la familia con el entorno extra familiar. Entonces las fronteras externas de la familia se abren al tiempo que aumenta la distancia entre algunos de sus miembros.
Además, habrá que considerar otras variables que impactan y modifican el curso de estas etapas del ciclo vital y que generan reestructuraciones en las pautas familiares de interacción. Este tipo de situaciones son, por ejemplo, las separaciones, los divorcios, la formación de familias reconstituidas, la muerte y otro tipo de pérdidas en la familia, la presencia de adicciones, enfermedades crónicas, entre otros, así como diversos factores del contexto sociocultural en que habitan las familias, los cuales también tienen una incidencia en su organización.
Estos sucesos que modifican el curso del ciclo vital de la familia implican cambios importantes en relación a la conformación de la familia, así como pérdidas en el estatus de pertenencia y afiliación de los miembros a la misma. A continuación se abordarán algunas de estas situaciones, sobre todo aquellas que tienen que ver con la realidad de las familias que participaron en esta investigación.
En el caso de separaciones y divorcios, además de los movimientos estructurales referidos, los miembros de la familia enfrentan tareas emocionales importantes, duelos que requieren resolver para seguir con su proceso de desarrollo (Carter & McGlodrick, 1989).
La formación de familias reconstituidas implica, en la mayoría de las ocasiones, un proceso previo de separación y divorcio. Es un reto para los integrantes de unidades familiares anteriores conformar un nuevo sistema en el que las fronteras sean lo suficientemente flexibles para incluir la interacción con otros familiares y, al mismo tiempo, proteger la integración y la cercanía de los que pertenecen a la familia recién creada (Carter & McGlodrick, 1989).
Otra situación que altera el desarrollo de una familia es la presencia de una enfermedad crónica. Rolland (1989) propone una tipología psicosocial para clasificar las enfermedades que entreteje cuatro aspectos de la enfermedad:
1. Inicio (agudo o gradual).
2. Curso (progresivo, constante o episódico).
3. Resultado (qué tanta amenaza de muerte representa).
4. Grado de incapacidad (cognitiva, sensorial, motriz, producción de ener- gía, desfiguramiento o estigma social).
De acuerdo con la interacción de estos aspectos, el autor clasifica las distintas enfermedades crónicas y, con ello, plantea los retos que han de enfrentar tanto la persona que sufre la enfermedad como el sistema familiar, así como lo que ello requiere en cuestión de ajustes en la interacción y en el funcionamiento del sistema.
Un último aporte, que sirve como marco de referencia para el análisis de las situaciones que tienen impacto en el curso evolutivo de las familias, es la tipología que proponen Minuchin y Fishman (2004). En esta propuesta —de la que se toman aquellos tipos de familias que tienen pertinencia para la presente investigación—, los autores entrelazan el ámbito de conformaciones diversas de la unidad familiar con los desafíos que las familias y sus integrantes enfrentan:
1. Familias de dos (por lo general familias monoparentales), en las que prevalece el apego entre sus integrantes, una fuerte vinculación y mutua dependencia.
2. Familias de tres generaciones, conformada por la cohabitación de varias generaciones (familia extendida). Este tipo de familia es común en contextos socioeconómicos limitados; una de sus características más significativas es el apoyo y soporte a sus integrantes; en la misma medida, puede haber confusión en cuanto a los límites y los roles de cada uno de sus integrantes.
3. Familias con soporte, en las que se delegan responsabilidades parentales a los hijos mayores para asumir la crianza de sus hermanos de menor edad. Este tipo de ordenamiento implica la exclusión de los hijos parentalizados del subsistema de los hermanos.
4. Familias acordeón, en donde uno de los progenitores permanece lejos de la familia por lapsos de tiempo prolongados. Así, las tareas parentales se concentran en uno de los padres, quien toma la carga de estas funciones durante el periodo en que el otro progenitor está ausente. En las fases en las que están ambos, pueden darse situaciones