Amores inmigrantes. Diana Arias. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Diana Arias
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789500211932
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con los Madsen y ahora esta parte de su vida que la embebía de ideas y cuestionamientos. Recordaba «Pensar alto, sentir hondo, hablar claro», la frase que Andreas Madsen había tallado en la entrada de su estancia y que la acompañaría para siempre, como un lema.

      Las estaciones del año pasaban. Margarita había terminado su tercer año escolar con buenas notas. Se acercaba el verano, y Nellie pensaba en llevarla a pasear y recorrer la ciudad. También pensaba en aceptar las invitaciones de otras familias danesas con las que había entrado en contacto durante el año y que vivían en Buenos Aires.

      Pero a fines de octubre de 1923, Madame Fontaine le propuso un viaje: una de sus clientas más valiosas, redituablemente hablando, era la esposa del embajador sueco en la Argentina, que por decisión diplomática, se acreditaría en Bolivia. El matri-monio necesitaba viajar pronto y buscaba una institutriz que acompañara a sus tres pequeños hijos en un viaje hasta La Paz y, desde allí, a Perú. Luego irían a Suecia por dos meses.

      Margarita junto a los tres hijos del embajador sueco, en La Paz

      Nellie necesitó mirar un atlas para consultar los países y ciudades que había mencionado Madame Fontaine y confiar en sus palabras:

      La cabeza le daba vueltas, el pago era muy bueno, sería solo el viaje de ida, ya que la familia regresaba a La Paz en marzo. Ella podría volver a Buenos Aires por su cuenta, al trabajo que adoraba con Madame Fontaine. A la esposa del embajador la conocía del atelier, era una mujer alta y de porte elegante, con la que había hablado muchas veces en francés e inglés.

      El único requerimiento —sin excepción— de Nellie era viajar con su hija, pero eso no representó ninguna dificultad.

      Los tres niños suecos eran educados y muy conversadores. Al principio tuvieron mucha vergüenza con Margarita, pero a las dos horas de viaje, ya parecían todos hermanos. Viajamos en primera clase, ese tren parecía un hotel, nos servían té, bebidas frías y comida… Además, ocupábamos dos camarotes con unas camas muy cómodas. En uno de ellos, dormían los dos niños, y en el otro, que se comunicaba por una puerta, dormíamos la niña, Titte y yo, contaría Nellie mucho tiempo después.

      Margarita recordaría ese viaje como unas grandes vacaciones. A sus hermanos les diría del barco gigantesco que tomaron en Perú, una vez que hubieron pasado por Bolivia y que el embajador y su esposa se sumaran al grupo de viaje.

      El diplomático y su familia sabían moverse en el mundo, resultaba todo muy sencillo cuando había autos esperando para recibirlos y acercarlos al próximo destino. Nellie se asombraba por el trato deferente que les daban los miembros de la tripulación, que atentos a cualquier requerimiento, brindaban todo tipo de respuestas. El diplomático estaba siempre ocupado y lo veían nada más en el almuerzo o la cena. El resto del tiempo, Nellie estaba con los niños y, de a ratos, con la señora.

      Disfrutaba de ver a Titte jugando en la cubierta del enorme transatlántico. Atrás había quedado el calor sofocante de la ciudad de Lima, en la cual estuvieron varios días hasta embarcar rumbo a Europa.

      Foto: Margarita y sus compañeros de viaje en el puerto de Lima

      19 de diciembre de 1923, canal de Panamá

      Entre los más grandes esfuerzos pacíficos de la humanidad que han contribuido significativamente con el progreso en el mundo, la construcción del Canal se destaca como un logro que inspira admiración. Este triunfo de ingeniería sin paralelo fue posible gracias a una fuerza internacional bajo el liderazgo de visionarios estadounidenses, e hizo realidad el sueño de siglos de unir los dos grandes océanosXXI.

      Atravesar el canal de Panamá tuvo dos impactos en Nellie: por un lado la majestuosidad de la obra, que recordaría hasta sus últimos días. Por otro lado, la sensación de crecimiento personal. Allí iban las dos, Margarita y ella, de regreso a su tierra natal. Nellie sentía ansias de ver a sus padres, de que Titte conociera a Hans, pero con la seguridad de volver luego a su vida en la Argentina, que aún tenía muchos capítulos por delante...

      Estocolmo, 16 de enero de 1924

      La familia sueca dio por terminado el trabajo de Nellie cuando arribaron a la capital del país. En pleno invierno, el contraste de las temperaturas de las últimas semanas provocó en Margarita un resfriado muy fuerte, que terminó en altísima fiebre y tos. Un médico del barco la atendió y, si bien estaba debilitada, al llegar a tierra firme, su situación ya no era preocupante.

      El arribo a Copenhague fue rápido y la barrera del idioma desapareció, las palabras simplemente fluían. Estaba en su casa nuevamente, y el reencuentro con sus padres, con sus hermanos y nuevos sobrinos fue cálido, todos querían ver a Margarita y saber de su vida en la Argentina.

      Johannes Larsen era un hombre intrépido y acostumbrado a sobrevivir. Cuando Dinamarca perdió dos quintos de su territorio —en la II Guerra de Schleswig-Holstein— las ciudades absorbieron a miles de familias que vivían en el campo.

      Este fue el caso de los Larsen, y especialmente de Johannes, que al crecer eligió migrar rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica. Johannes era un idealista que quería conocer el mundo y representó a ese grupo de emigrados individuales, aventureros y jóvenes.

      En Copenhague había agentes de migración registrados, que ofrecían el destino y el trabajo. Los Estados Unidos eran la primera elección, la Argentina, la segunda y en un lejano tercer lugar, Brasil o Australia.

      Los agentes principales, que funcionaban como agentes o representantes para las firmas extranjeras en el servicio de transportes crearon una cadena de subagentes en todo el país. En los años 80 contaban con más de 1.000 subagentes en Dinamarca. Los subagentes funcionaban como propagandistas y contribuían en su trato diario con la gente a divulgar la idea de la emigración. Los agentes cobraban una comisión por cada cliente que llegaba a firmar un contrato con el agente principal. Los agentes contaban con una cantidad de material de información, como folletos, literatura, etc.XXII.

      Johannes se entusiasmó con la publicidad que ofrecía trabajo y pasaje. La vida en Copenhague no le atraía y todo su capital era experiencia y juventud.

      Mil novecientos veintidós fue su última aventura en soledad. El barco en el que zarpó de los Estados Unidos era un transoceánico de lujo, que llevaba pasajeros con destino a los puertos de Suecia y de Noruega. Durante el viaje, Johannes se sintió mal, con síntomas de la temida fiebre amarilla. La temperatura muy alta, insoportable dolor de cabeza y un debilitamiento general que le causó inconsciencia, además de vómitos oscuros.

      El terror de la tripulación fue total. En ese momento, el hecho de imaginar un contagio masivo en los pasajeros hubiera conducido