Las siete fiestas de Jehová. Eduardo Cartea Millos. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eduardo Cartea Millos
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417620417
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prácticamente en cada página encontramos palabras prácticas de exhortación, de aliento o de consuelo. El lector podrá respirar lo eterno junto con lo necesario para la vida moderna actual.

      Es evidente que el escritor no decidió escribir un libro por el solo hecho de hacerlo. En la lectura de “Las siete fiestas de Jehová” se percibe una preocupación santa por la condición personal y congregacional del pueblo de Dios. A través de ella, el autor nos toma de la mano para hacernos subir unos escalones en la santidad y madurez espiritual. El lector sentirá la necesidad de expresar —igual que el himnólogo— aquellas sentidas palabras: “Cerca, más cerca, ¡oh Dios de ti! Cerca yo quiero mi vida llevar”.

      Felicitamos, pues, a Eduardo Cartea Millos por esta obra que llega a cubrir una necesidad en el mundo de habla hispana. Sin lugar a dudas, este libro, escrito para esta generación, recompensará ampliamente su estudio también para sucesivas generaciones, pues, el contenido del mismo no caduca.

      Jaime G. Burnett

      Pastor, misionero, reconocido conferencista y

      escritor escocés, radicado en la ciudad de Panamá,

      provincia de Entre Ríos, Argentina.

      Seguramente has contemplado muchas veces paisajes preciosos. También yo lo he hecho. Pero ¿no es cierto que algunos te han dejado extasiado? En mi caso, en este maravilloso país que es Argentina, las cataratas del Iguazú, el glaciar Perito Moreno, la incomparable belleza de los cerros jujeños de siete colores de Purmamarca, las imponentes alturas de la cordillera de los Andes, y tal vez un par más, son para mí paisajes supremos. Su contemplación me dejó pasmado y me hizo elevar himnos de alabanza al Creador. Así nos pasó junto a mi esposa más de una vez, y no hay forma de impedir que brote del corazón aquella antigua canción: Cuán grande es El...

      Así también ocurre con la Biblia, ese libro fascinante, único, que contiene tesoros insondables que asombran a todo aquel que aborda sus páginas. Toda ella es maravillosa. Pero hay ciertos capítulos, ciertos fragmentos que son sublimes. Este libro trata de uno de ellos.

      Cristo es el cumplimiento del eterno plan de Dios. En él Dios escogió a los que habían de ser salvos (Ef. 1.4; Hch. 13.48; 2.47); en él realizó la obra de la redención (2Co. 5.19); en él unió a judíos y gentiles en uno, reconciliando con Dios a ambos en un solo cuerpo, y “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col. 1.20; Ef. 2.13-16); en él, la plenitud de la iglesia, cuando el último salvo sea agregado (Ro. 11.25); en él, su recogimiento en las nubes, cuando venga a buscar a los suyos y sean con él glorificados (1Ts 4.14-18); en él, todos los juicios sobre hombres y ángeles (Jn. 5.22; Hch. 10.42); en él, la consumación de todas las cosas, cuando “entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia”, cuando “el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1Co. 15.24, 28).

       De modo que toda la Escritura, toda la revelación, todos los eternos propósitos de Dios tienen su cumplimiento en Cristo, en el hombre Jesús, en el Mesías, en el Señor y Rey. Bien lo expresa el Apóstol Pablo en Efesios 1.7-10: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra”.

      Las verdades de Dios escritas en el Antiguo Testamento están muchas veces escondidas detrás de tipos, de figuras, de símbolos, cuya realización se explica conociendo la revelación del Nuevo Testamento. Indudablemente, nosotros somos bienaventurados por acceder a verdades a las cuales los santos de la antigüedad no podían. La revelación de Dios ha sido progresiva y nos ha tocado a nosotros, los santos del “nuevo pacto”, recibir la Palabra de Dios en forma completa, que, por efecto de la iluminación del Espíritu Santo en nuestras mentes espirituales, nos llegan haciéndonos conocer los grandes misterios de Dios, las cosas profundas de Dios.

       Así lo dice el Apóstol Pablo en 1 Corintios 2.7-13: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre (ninguna mente humana ha concebido), son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (“interpretando verdades espirituales a mentes espirituales”, o bien, “explicando cosas espirituales con palabras espirituales”).

      Así que los tipos o figuras del Antiguo Testamento tienen su concreción, su realidad, su “anti-tipo” en las verdades del Nuevo Testamento, muchas de ellas en la Persona de Cristo y en su Iglesia. Colosenses 2.17 dice: “todo lo cual es sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo es de Cristo”. Hebreos 10.1 agrega: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas...”. El cuerpo, la realidad, cuya sombra es proyectada en el Antiguo Testamento anticipando tipológicamente lo que habría de venir, está en el Nuevo Testamento. Así pues, el Nuevo Testamento es la explicación y la aplicación del Antiguo.

      Entendemos con sincero convencimiento que la Biblia ha de ser interpretada literalmente, siguiendo el método de hermenéutica literal, o histórico-gramatical, que proporciona una interpretación llana de las Escrituras, pero teniendo en cuenta, a su vez, las figuras del lenguaje que en ella se utilizan. Así que, dentro del marco de una sana hermenéutica, es necesario dar valor —entre otras figuras— a la rica tipología y simbología bíblicas.1

      Sin caer en la espiritualización del texto, es decir, en una caprichosa alegorización y misticismo, es necesario y muy provechoso descubrir en la Biblia su tipología, particularmente desplegada en el Antiguo Testamento pues, como dice E. Trenchard “la verdad encarnada en Cristo aún no se había manifestado”, pues los tipos más prominentes son aquellos que tienen su realización en la Persona y la Obra de Jesucristo.

      El estudio de los tipos bíblicos es una fuente de conocimiento doctrinal que maravilla al alma sensible a la Palabra de Dios. Dice Sir Robert Anderson:

      “La tipología del Antiguo Testamento es el alfabeto del lenguaje en el cual el Nuevo Testamento está escrito; y, como muchos de nuestros grandes teólogos son admitidamente ignorantes acerca de la tipología, necesitamos no sorprendernos si ellos no son siempre los exponentes más saludables de las doctrinas”.

      Las grandes verdades de la Palabra no están en la superficie. Las perlas, las piedras preciosas o los tesoros tampoco lo están. Es necesario profundizar, penetrar en las entrañas de la roca, bucear en el océano insondable de la sabiduría divina expresada en la Revelación. ¡Y allí están! ¡Allí podemos encontrar esos tesoros! ¡Vale la pena hacerlo!

      Lo importante es la lección que los tipos dejan y la profunda aplicación espiritual para la vida cristiana y la iglesia del Señor.

      El libro de Levítico

      Es probable que este sea un libro muchas veces salteado al leer la Biblia. Tal vez porque es algo difícil de entender. O porque se puede pensar: ¿qué tiene para enseñarnos una serie de leyes ceremoniales y morales dadas a Israel hace tres mil quinientos años?

      ¿Quieres sorprenderte? Ora al Señor y comienza a leer este breve libro de