En el Evangelio de Mateo, el capítulo 13 es precedido por un relato del ministerio de sanidades de Jesús (capítulos 8 y 9). En la conclusión de esta sección, Mateo reporta que Jesús estaba enseñando en las sinagogas, predicando las buenas noticias del reino y sanando todo tipo de enfermedades y dolencias (9:35). Luego Él miró a las multitudes y como carecían de dirección espiritual, Él tuvo compasión de ellos, comparándolos a ovejas sin pastor. “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” (9:37-38).
En el capítulo 10, Mateo reporta el envío de los doce discípulos, comisionados a ir a las ovejas perdidas de Israel. Pero Jesús advirtió a sus discípulos acerca del rechazo, la persecución y la muerte. Ellos enfrentarían la oposición, el odio e incluso la muerte. Mateo describe el mismo tema en los siguientes dos capítulos. Las multitudes habían seguido a Juan el Bautista, pero la gente decía que él tenía un demonio, que era un glotón y bebedor, amigo de cobradores de impuestos y de “pecadores” (11:19). La gente en Corazín, Betsaida y Cafarnaúm no quisieron arrepentirse y creer en sus palabras. Parecía como si Jesús hubiera estado arando en tierra poco profunda y la semilla que Él había sembrado se hubiera perdido. Sin embargo, a pesar del malentendido de Juan el Bautista (11:3), la incredulidad de los galileos (11:21, 23) y la enemistad de los líderes religiosos (12:2, 24, 38), el reino de Dios había llegado y continuaba su avance. Quienes hacen la voluntad de Dios son parte integrante del reino. Ellos eran los hermanos, las hermanas y la madre de Jesús (12:50).
En este punto, Mateo presenta la parábola del sembrador. La redacción estructural del relato del evangelio revela la hábil mano de un arquitecto literario.5 El evangelista ha puesto el escenario para el relato. El tema es alertar a sus lectores para la inesperada cosecha reunida en el reino de Dios.
Por otro lado, Marcos parece enfatizar el ministerio de enseñanza de Jesús en las orillas del Lago de Galilea. Él comienza el pasaje diciendo: “De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago” (4:1). Mientras que Mateo omite la referencia de Jesús sentado en un bote “en el lago”, Marcos se refiere al lago al menos tres veces en ese versículo introductorio. Él informa a sus lectores que una vez más Jesús encontró una gran multitud en la orilla del lago (ver 2:13 y 3:7). En su evangelio, Marcos inserta tres de las cuatro parábolas (el sembrador, la semilla que crece y la semilla de mostaza) en la narrativa para indicar el lugar de enseñanza, la audiencia a la que Jesús se dirigía y el propósito de las parábolas.
El escritor del tercer evangelio expone una versión abreviada de la parábola del sembrador, pero la pone dentro del contexto de la aceptación y el rechazo. Las palabras y los actos de Jesús tuvieron rápida aceptación entre la gente común, los cobradores de impuestos, las mujeres inmorales, etc. (7:29, 37; 8:1-3), pero enfrentaron la rígida oposición de los fariseos y los expertos en la Ley (7:30, 39). La versión de la parábola en el Evangelio de Lucas difiere un poco de la de Mateo y Marcos, aun cuando es mucho más corta y muestra un cambio de vocabulario entre ellas. “Estos cambios muestran que Lucas o la tradición oral se sintieron completamente libres de modificar detalles en la redacción de la historia, algo que los predicadores modernos hacen regularmente cuando están narrando de nuevo las parábolas.”6
La Interpretación
“Escuchen lo que significa la parábola del sembrador: Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino. El que recibió la semilla que cayó en terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría; pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella. El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que ésta no llega a dar fruto. Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Éste sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno.”
Mateo 13:18-23
“¿No entienden esta parábola? —continuó Jesús—. ¿Cómo podrán, entonces, entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos. Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría, pero como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella. Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto. Pero otros son como lo sembrado en buen terreno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.”
Marcos 4:13-20
“Éste es el significado de la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Los que están junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del corazón, no sea que crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Éstos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba. La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran. Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran, producen una buena cosecha.”
Lucas 8:11-15
La parábola del sembrador es una de las pocas parábolas que Jesús explica a sus discípulos y a otros que estaban con ellos. No esperaríamos que la parábola necesitara explicación, pero de hecho necesita una aplicación para ser comprendida espiritualmente. La pregunta inicial de los discípulos, “¿Por qué le hablas a la gente en parábolas?”, recibe una respuesta que no se entiende tan pronto. Jesús responde: “A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Por eso les hablo a ellos en parábolas: ‘Aunque miran, no ven; aunque oyen, no escuchan ni entienden’” (Mateo 13:11-13).
Observemos que los discípulos le preguntaron a Jesús por qué le habla a la gente en parábolas, y que Jesús responde por qué Él le habla a ellos en parábolas. Marcos hace la distinción de “nosotros” y “ellos”, enfatizándola aún más al decir: “pero a los de afuera todo les llega por medio de parábolas” (4:11).
¿Qué quiso decir precisamente Jesús con la frase, “los secretos del reino”? Si Jesús es el Gran Maestro (Rabí), podemos esperar que Él enseñe verdades espirituales en un lenguaje sencillo. Sería difícil creer que Jesús, al adoptar una cierta manera de hablar, intentara ocultar su enseñanza de la multitud. Y sin embargo, Él habla de “los misterios del reino”.
Los documentos de Qumram se refieren al papel del Maestro de Justicia, comisionado a revelar los misterios divinos. Más aún, el Maestro instruiría a sus discípulos en la revelación que él recibió de Dios.7 Jesús trajo la revelación divina al enseñar a sus discípulos los secretos del reino de los cielos. Otros que no eran parte del círculo más amplio de los discípulos de Jesús, es decir, los que estaban fuera, no tenían la comprensión del reino que los seguidores inmediatos de Jesús tuvieron.8
Jesús se refirió indirectamente al nacimiento espiritual requerido para entrar al reino de Dios (Juan 3:3-5). En otras palabras, la capacidad así como el privilegio de discernir los secretos del reino les han sido dados a los discípulos. A quienes están fuera, este privilegio no les ha sido dado.9