No obstante, los secretos del reino no estarían escondidos para siempre. Marcos agrega las siguientes palabras a la explicación de Jesús a la parábola del sembrador: “No hay nada escondido que no esté destinado a descubrirse; tampoco hay nada oculto que no esté destinado a ser revelado” (4:22).11 La verdad que Jesús proclama por medio de parábolas le es dada a aquellos que ven y entienden.
En contraste, Mateo dice que al que tiene se le dará más, teniendo como consecuencia la abundancia, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará (13:12). Al escribir para los judíos, Mateo insinúa que aquellos a quienes no les ha sido dada la percepción espiritual y rechazan las palabras de Jesús, les ha sido quitado su entendimiento de las enseñanzas del Antiguo Testamento sobre el reino de Dios. Sin una comprensión espiritual de estas enseñanzas, los oráculos del Antiguo Testamento se convierten en algo sin importancia. De esta manera, aunque ellos (los judíos) ven, no ven, y aunque oyen, no oyen ni entienden (Mateo 13:13).
Todos los evangelistas citan las palabras de Isaías 6:9-10:
“En ellos se cumple la profecía de Isaías: “Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.
Mateo 13:14-15
Todos los tres evangelistas sinópticos parecen emplear la cita de Isaías para expresar la razón por la que la gente que tiene endurecido su corazón, perderá incluso su herencia espiritual.12 Otros comentaristas interpretan el uso de Isaías 6:9-10 como una explicación o advertencia respecto a las consecuencias de un corazón endurecido.13
De los tres evangelistas sinópticos, Marcos proporciona el más completo relato de la interpretación de la parábola de Jesús.14 Él incluye una palabra de reprensión de labios de Jesús: “¿No entienden esta parábola?” (4:13). Por implicación, Marcos indica que la parábola del sembrador es única. Tal vez su especial importancia viene de la explicación que Jesús hace de ella. Pero las palabras de reprensión también indican que los discípulos, cuyos corazones fueron iluminados, habrían comprendido el significado básico de la parábola.
El relato de Mateo es más preciso en su composición. Mateo es quien le pone título a la parábola: la parábola del sembrador. Y es el Evangelio de Mateo el que establece un tono pedagógico con una uniformidad de estilo y unas reverberantes frases simétricas.
Pero antes de pasar a la interpretación de la parábola en sí, deberíamos observar que la imagen que Jesús utilizó en la parábola del sembrador, también es descrita en 2 Esdras 9:30-33:
“Y dijiste: Israel, escúchame tú, simiente de Jacob, atiende a mi voz. Sembraré mi ley entre vosotros; traerá frutos en vosotros y por ella seréis ilustres en este mundo.
Pero habiendo recibido la ley, nuestros padres no la guardaron; no quedaron en tu partido. Entonces el fruto de la ley no fue perdido, pues no era posible que se perdiera, ya que viene de ti. Aquellos que lo habían recibido perecieron por no haber guardado lo que tú habías sembrado entre ellos.”15
En tiempos de Jesús, el verbo sembrar podía ser usado metafóricamente, significando “enseñar”. Podemos asumir que esta era la manera de hablar en las sinagogas locales. La formulación e interpretación de Jesús de la parábola del sembrador encaja muy bien en el patrón de oratoria de ese tiempo.
Lo que sorprende en la interpretación de la parábola es la ausencia de una cantidad de factores. Lo principal es la figura del sembrador. Aunque él es mencionado sólo a manera de introducción en la parábola, en la interpretación su presencia no se explica aunque sí se asume. En lugar de eso, el énfasis cae sobre la semilla que es sembrada. Lucas denomina a la semilla como “la Palabra de Dios”; Marcos simplemente la llama “la Palabra”; y Mateo, dada la cita de Isaías, por implicación dice: “Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Ésta es la semilla sembrada junto al camino” (13:19). Aunque esperaríamos alguna referencia a la lluvia, la cual obviamente aumentaría la cosecha, no se dice nada de ella (ver por ejemplo, Deuteronomio 11:14, 17).16 No se hace ninguna mención del duro trabajo de arar el campo, aunque claramente eso hace parte del proceso. La provisión de lluvia de Dios y el trabajo del hombre en el campo no tienen relación con la construcción e interpretación de la parábola.
El énfasis de la parábola son los altibajos del agricultor en la cosecha de un cultivo.17 Él puede perder su cultivo, en este caso en tres instancias, pero al final recoge una abundante cosecha. En la misma forma, los misioneros, evangelistas y pastores son muy conscientes de los corazones endurecidos, las respuestas hostiles y los tristes fracasos entre sus oyentes. Pero convencido del innato poder de la Palabra de Dios, ellos continúan predicando y consecuentemente, esperando una asombrosa cosecha. La parábola asegura el creciente éxito del evangelio a través de los predicadores y maestros, a pesar del hecho de que algunos de sus oyentes rechacen el mensaje de salvación.
Aplicación
Al mencionar detalles como el camino, los lugares rocosos y las zonas de espinas, Jesús evidentemente intenta aplicar la lección de la semilla y el suelo a las personas que oían el mensaje del reino (Mateo) y la Palabra de Dios (Lucas). Mateo hace uso del tiempo presente de los participios griegos (oyendo y entendiendo); estos participios se refieren a la gente a la que se le pidió aceptar y escuchar la Palabra de Dios. El pasaje también explica cómo cuatro distintas clases de oyentes escuchan la Palabra de Dios.18
Mateo, tal como Lucas, introduce la palabra corazón, cuando dice: “viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón” (13:19). La Palabra de Dios llega al corazón del oyente, pero antes que la Palabra pueda tener algún efecto, el maligno (Mateo), Satanás (Marcos) o el diablo (Lucas) viene y la arrebata. En la parábola, las aves caían en picada sobre el camino y devoraban las semillas de grano. Marcos dice: “Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos” (4:15). Nosotros diríamos que “por un oído entra y por el otro sale”, es decir, que no tiene ningún efecto. Algunas personas escuchan por cortesía el evangelio, pero sólo lo oyen. El evangelio no es precioso para ellos, pues sus corazones están tan duros como el camino junto al campo de cultivo. Ellos ignoran completamente la síntesis de la Ley de Dios: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón” (Mateo 22:37).
Primero, parece que la semilla sembrada en lugares rocosos logra un temprano comienzo. El calor del verano, capturado en el sustrato de la roca, es liberado ahora gradualmente en los meses más fríos de Noviembre y Diciembre. Hay suficiente lluvia, así que el calor necesario y la humedad hacen posible una germinación temprana. Los verdes brotes surgen rápidamente y mientras el resto del campo está aún árido, ofreciendo todo un espectáculo impresionante. El ojo entrenado del agricultor ve la diferencia. Él sabe que la aparición de los verdes tallos sobre los lugares rocosos es engañosa; cuando las lluvias han cesado y el sol de la primavera se levanta con más calor, las plantas se marchitan, pues no tienen raíces profundas en el suelo que les provean agua. Las plantas se marchitan y finalmente mueren.
En la interpretación y aplicación de este segmento de la parábola, tanto Mateo como Marcos ponen en evidencia el aspecto de lo urgente. “Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría, pero como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella” (Marcos 4:16-17). La urgencia se refleja en la rápida germinación de las semillas sembradas en terreno rocoso.
Mientras que Mateo y Marcos atribuyen el apartamiento a los problemas y la persecución, Lucas habla de un “tiempo de prueba” (Lucas 8:13). Los evangelistas mencionan las dificultades