Las Parábolas de Jesús. Simon J. Kistemaker. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Simon J. Kistemaker
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789585957442
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vez abrazaron con gozo. Una palabra los describe: superficialidad. El sol, generalmente considerado la fuente de felicidad y gozo, es descrito aquí en términos de problema y persecución.19 La razón para esta aparente dureza es la falta de humedad. Por el contrario, el justo florece como un árbol plantado a la orilla de un río (Salmo 1:3). Las personas superficiales carecen de convicción, valor, estabilidad y perseverancia. Ellas son influenciadas por cada viento de doctrina que sopla su camino. Debido a su falta de profundidad, su vida espiritual carece de importancia.

      La semilla sembrada entre espinos parece tener una mejor oportunidad para crecer y desarrollarse que la que fue sembrada en terreno superficial. Primero, después de un período de germinación, las plantas empiezan a crecer. De hecho, en la primavera ellas lucen completamente prometedoras y no se distinguen del todo de otras plantas. Pero cuando el calor del sol se hace más fuerte y calienta la tierra, las raíces de las espinas y los cardos entran en la escena. Después del invierno, ellas ya están listas para una nueva estación y en asunto de semanas, las espinas y los cardos han superado en altura a las plantas de trigo. Ellos las privan de la humedad y de los nutrientes del suelo y literalmente las ahogan hasta la muerte.

      El suelo en el que la semilla ha sido sembrada no es duro como un sendero peatonal ni superficial con un sustrato rocoso. Más bien, es un buen suelo, fértil y retenedor de humedad. El único inconveniente es que el suelo tiene otros residentes permanentes, otras raíces. La semilla que es sembrada en suelo fértil con mucha humedad debe en poco tiempo competir con raíces crecientes y desarrolladas bajo la superficie. Pronto, dos tipos de plantas están luchando por un lugar en el sol y aquella cuyas raíces se afirmaron primero, está ganando la batalla.

      “Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra, pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que ésta no llega a dar fruto” (Marcos 4:18-19). La gente que lleva una doble vida, religiosa el domingo pero sin religión durante la semana, pronto descubrirán que las “preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos” toman el control, así que su fe se vuelve inútil. El mensaje del evangelio no puede florecer y dar fruto; en lugar de eso, los intereses mundanos la ahogan. Estas personas han llevado una doble vida desde el comienzo. Ellas han encontrado seguridad en las riquezas y las posesiones; ellas han relegado decididamente su fe a un segundo lugar. Estas son las personas que eventualmente recogen una cosecha de espinas y cardos y ni un solo grano de trigo. Incluso lo que tienen les es arrebatado.

      Estas tres imágenes del campo no deberían desanimar al agricultor. Igualmente, las tres descripciones de la gente cuya fe se ha vuelto infructuosa no deberían descorazonar al verdadero creyente; ellas son el rechazo a atender a la Palabra, la negación en tiempos de persecución y las trampas mortales del mundo. En contraste, la semilla sembrada en buena tierra produce una abundante y extraordinaria cosecha. La gente que responde con fe al evangelio es una incontable multitud. “Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Éste sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno” (Mateo 13:23).20 Marcos da un orden ascendente de “treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.” Lucas simplemente nombra “cien veces” en la parábola misma, pero en la interpretación él escribe: “Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran, producen una buena cosecha” (8:15). Lo que Lucas quiere decir con “retener”, en Marcos es “aceptar” y en Mateo es “entender”.

      ¿Quién entonces es la persona con un corazón bueno y noble? Mateo da la respuesta. Él dice: “el que oye la palabra y la entiende”. Obviamente, Mateo trae a la mente la cita de Isaías. El hombre con un corazón noble y perfecto hace la voluntad de Dios y en respuesta al llamado de Dios de “¿a quién enviaré?”, él responde confiadamente: “Envíame a mí, Señor.” Él es oidor y hacedor de la Palabra. Él entiende porque su corazón es receptivo a la Palabra de Dios. Todo su ser (su voluntad, su intelecto y sus emociones) es tocado por esa Palabra. Un crecimiento espiritual tiene lugar y el creyente da fruto; él hace la voluntad de Dios.21

      ¿Qué enseña la parábola? Algunos estudiosos han llamado a la parábola del sembrador, la parábola de las parábolas. Esto no significa que esta parábola es la más sobresaliente de los evangelios sinópticos, sino más bien que contiene cuatro parábolas en una. Sin embargo, todas las cuatro son simplemente aspectos de una verdad particular: la Palabra de Dios es proclamada y causa una división entre quienes la escuchan; el pueblo de Dios recibe la Palabra, la entiende y la cumple obedientemente. Otros no la escuchan por causa de su endurecido corazón, una superficialidad básica o un interés personal en las riquezas y posesiones. Esta gente no puede dar fruto e incluso lo que ellos tienen, espiritualmente hablando, les será quitado. Por lo tanto, la parábola se refiere a gente que está verdaderamente en la iglesia y a aquellos que están “afuera”. Esta es la idea central de la parábola. Todos los detalles en la parábola enfocan la atención en ese único punto. La fiel proclamación del evangelio nunca dejará de dar fruto, “produciendo una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.”

      CAPÍTULO 5

      La Semilla que Crece

      “Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que éste sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»”

      Marcos 4:26-29

      El Evangelio de Marcos no es conocido por los discursos; en lugar de eso, es una narración en la que el autor describe de una manera vivaz a Jesús como un hombre de acción. Sin embargo, Marcos incorpora material didáctico como el discurso sobre las señales del fin de los tiempos (capítulo 13) y tres parábolas de crecimiento (capítulo 4). Marcos no está interesado en expandir la cantidad de parábolas. Él parece indicar que ha sido selectivo en su escogencia del material disponible.1 Marcos ha escogido las parábolas del sembrador, de la semilla que crece y de la semilla de mostaza. Estas parábolas, obviamente detallan la plantación de la semilla, el crecimiento, la maduración, la cosecha y su recolección.2 Marcos usa las parábolas para ilustrar la naturaleza del reino de Dios enseñada por Jesús.

      El Escenario

      Debido a la falta de una cantidad de detalles, la historia de la semilla que crece es en sí misma de alguna manera simplista. Nada se dice acerca de la preparación del suelo, la lluvia, el sol, el control de malezas o de fertilizantes orgánicos. La vida del agricultor parece tener el mismo ritmo de la siembra de la semilla, durmiendo en la noche y siendo activo en la mañana. En el tiempo de la cosecha, él pone la hoz en el grano.

      La parábola no explica todos los detalles por importantes que puedan ser y pone el énfasis en la siembra, el crecimiento y la siega. No deberíamos asumir que el agricultor pasa sus días sin trabajar. Por supuesto que no; él tenía trabajo por hacer. Arar, fertilizar y deshierbar tomaba mucho de su tiempo. Además de las tareas diarias, él tenía que comprar y vender, planear y preparar la cosecha. Todo esto es entendido y dado por hecho en la parábola. También tengamos en cuenta que Dios daría la lluvia necesaria,3 pues Él está en control de los elementos naturales.

      Ese es exactamente el punto. Desde el momento en que el agricultor siembra la semilla, debe dejar la germinación, el crecimiento, la polinización y la maduración en manos de Dios. Él puede describir el proceso de crecimiento del trigo pero no puede explicarlo. Después de que el trigo ha sido sembrado, la semilla absorbe la humedad del suelo, se hincha y germina. Después de una o dos semanas, las primeras pequeñas hojas aparecen sobre la superficie y gradualmente, las plantas empiezan a crecer, aumentando su altura y desarrollando las espigas. Luego, cuando las plantas mueren, su color pasa de verde a dorado; el grano madura y el tiempo de la cosecha ha llegado. El agricultor no puede explicar este crecimiento y desarrollo.4 Él es sólo un trabajador que en el momento indicado siembra y cosecha. Dios tiene el secreto de la vida. Dios está en control.

      La