La categorización propuesta por Schuwer está ratificada en la entrada coedición del Dictionnaire encyclopédique du livre, publicado en el 2002, en el cual se reconocen dos acepciones:
1. Edición de una obra (de una colección, etc.) en una única lengua (lo que distingue la coedición de la coedición internacional) [...].
2. Coedición internacional o, comúnmente, coedición: edición de una obra (de una colección, etc.) generalmente ilustrada, en varias lenguas […]128.
La primera acepción se explica en apenas veinte líneas, la segunda, en una página y media. Además de lo que ya sabíamos, este artículo hace hincapié en que el término coedición es comúnmente empleado para designar la coedición internacional. El primer sentido —que remitía a asociaciones entre editores de una misma lengua sin restricción de género— tendería entonces a incluirse en el segundo, que asocia la coedición con acuerdos multilingües, por lo general, sobre libros ilustrados. En otras palabras, cuando se habla de coedición, en Francia, suele tratarse, de hecho, de la traducción de libros ilustrados. La expresión «o, comúnmente» no es neutra, sugiere el lugar muy marginal que tiene la coedición en la misma lengua dentro del universo del discurso, al tiempo que crea las condiciones de una marginalización más grande, pues la coedición se convierte aquí, oficialmente, unas cuantas líneas después, en sinónimo de coedición multilingüe.
Este sesgo quizá explica (al menos en parte) por qué el autor de Éditer dans l’espace francophone, un libro muy interesante en el que «cada uno encontrará […] cómo alimentar su reflexión y contribuir a una mejor penetración del libro en este espacio»129, reserva una página y media a tratar el tema de la coedición en una subsección de un capítulo consagrado a África subsahariana130. Luc Pinhas sugiere allí que el auge de la edición africana probablemente se deba a la coedición, procedimiento que estaría a prueba desde hace algunos años, pero cuyos resultados son tímidos. La obra publicada en el 2005 no menciona la existencia de proyectos de coedición en otras regiones francófonas. La poca atención que se le presta a la coedición en este libro es posible que se deba a la metodología y al punto de vista adoptados por el autor; sin embargo, sorprende, si se considera que esta estrategia editorial aparece con frecuencia en los textos sobre edición, que desde hace varios años se han publicado en la periferia de la francofonía, como una de las primeras maneras de favorecer la difusión del libro en este espacio, en Quebec o en África, por ejemplo131.
Esta marginalización de la coedición en una misma lengua y la coedición literaria se refuerza en la cuarta edición de Métiers de l’édition, obra colectiva dirigida por Bertrand Legendre, publicada en el 2007 en París, por Cercle de la Librairie. Al inicio de un largo capítulo sobre el tema, los autores advierten que «interesarse en la coedición es darles una mirada a los libros ilustrados»132, luego de recordar que es «esencial» distinguir las «actividades de coedición y de coproducción internacionales que implican los libros ilustrados»133 de las compras y ventas de derechos propias de la literatura general. No explican, sin embargo, por qué es esencial esta distinción. Aquí ya no hay notas al pie de página ni los modalizadores que le permitían a Philippe Schuwer matizar y ampliar su observación.
Las prácticas de coedición en una misma lengua o literaria ya no solo son marginalizadas, la idea misma es borrada, eliminada del abanico de lo que vale la pena ser estudiado, al menos por los sociólogos de la edición, porque, según esta perspectiva, los acuerdos entre editores francófonos o entre editores literarios no surgen de un trabajo de colaboración con miras a publicar un título que tendría un potencial internacional; tienen que ver «simplemente» con la difusión-exportación de productos ya terminados, o casi, en los otros mercados francófonos (en el primer caso), o como es más usual a la compra y venta de derechos (en el segundo caso). Así, ya no abordan el corazón de la actividad editorial (la concepción y la producción de libros, originales o traducciones), sino que se sitúan en la periferia del proceso (antes o después). Se puede esperar, en consecuencia, que los sociólogos le concedan relativamente poca importancia a este asunto, dejándolo en manos de los especialistas de la mercadotecnia. No obstante, basta con invertir la perspectiva, con adoptar un punto de vista periférico, para darse cuenta hasta qué punto estos simples «acuerdos de difusión» pueden, paradójicamente, incluso antes de haber sido firmados, condicionar la fase que, a priori, es la más sensible e íntima de la producción de un libro: la escritura misma, las decisiones estilísticas y lingüísticas134.
La coedición entre editores francófonos es relativamente reciente. De ser cierto lo que dicen los profesionales e investigadores quebequeses, esta comenzó a desarrollarse (al menos en este espacio) desde hace unos treinta años, cuando Philippe Schuwer redactaba su primer tratado. Entonces es poco sorprendente que el autor haya «pasado por alto» esta forma de coedición como un fenómeno relevante en el sector editorial. Puede también comprenderse que los observadores más recientes se hayan inspirado en los trabajos de Schuwer y que hayan retomado sus conclusiones, con mayor razón cuando el objeto de sus escritos era mucho más vasto, como en el caso de la obra dirigida por Bertrand Legendre. Sin embargo, lo más difícil de explicar es que los matices que el historiador y especialista de la coedición se había tomado el trabajo de aportar desde los inicios de la década de los ochenta, entre otros en largas notas al pie de página, hayan sido eliminados en el momento en que comenzaban a tener más sentido que nunca. Algunos verán, probablemente, en esta actitud la expresión del etnocentrismo de Francia, «uno de los países del primer mundo intelectualmente más provinciales y más cerrados sobre sí mismos», el reflejo de su «cerco intelectual» y de la resistencia de esta sociedad «al análisis de su pasado/presente colonial y poscolonial»135. Quizá, pero aún hay que aplicar el razonamiento con equidad, ya que aunque parecen más abiertas, las percepciones que emanan del otro lado del Atlántico no están menos guiadas por intereses nacionales.
Coedition, co-publication, joint publishing as… sharing territories and selling sheets136
Aunque el concepto de coedición aún estaba ausente de los diccionarios franceses a inicios de la década de 1980, ya figuraba en las obras de gramática inglesa. El Glaister’s Glossary of the Book contiene un artículo bastante largo sobre copublishing, que define como «la publicación de libros en asociación con varios editores […], practicada a escala internacional con miras a reducir los costos de producción, en particular cuando el potencial de ventas nacionales no justificaría la publicación. El aumento de las tiradas también permite reducir el precio de venta»137.
La definición no da ninguna precisión sobre el sector editorial al que se refiere, pero a continuación el artículo asocia con claridad esta práctica al ámbito del libro ilustrado. Sin embargo, una percepción diferente se desprende del Book Marketing Handbook de Nat G. Bodian, obra de dos volúmenes publicada por la misma época que el tratado de Philippe Schuwer. El primer volumen contiene un glosario en el que el término coedition remite de forma directa al concepto de copublishing, el cual define de esta manera:
Compartir la edición de un libro entre un editor original y otro u otros editores, en la que cada uno tiene la exclusividad de los derechos de distribución y de difusión en su territorio. Los ejemplares pueden llevar en la cubierta solo la marca del editor original, bien la de todos los editores o la de un solo editor según el territorio de difusión. El editor original podrá organizar una tirada (inicial) común; las reimpresiones se harán en conjunto o de manera independiente138.
Copublishing designaría la distribución de un título entre al menos dos editores, en la cual cada uno tendría la exclusividad de un territorio. Mientras que en los escritos de Schuwer la variable definitoria es de orden lingüístico (la coedición es la edición «en una única lengua», al contrario de la coedición «internacional» que designa asociaciones entre editores que publican en lenguas diferentes), aquí el elemento determinante es el hecho de compartir territorios, sin restricción de lenguas o de segmentos del mercado editorial. Así, los fundamentos y las posibilidades interpretativas de estas definiciones son muy diferentes. En el segundo volumen de Book Marketing Handbook, el concepto de copublishing forma parte de una sección de