5. Engrasa con mantequilla el fondo y los lados de una fuente de horno de unos 23 x 33 cm. Extiende una lámina de pasta filo en la base de la fuente y úntala de mantequilla con un pincel de repostería. Añade otra lámina y otra capa fina de mantequilla. Repite el proceso hasta haber utilizado la mitad del paquete de pasta filo.
6. Vierte el relleno sobre la masa y espolvoréalo con el queso feta. Cúbrelo con una lámina de pasta filo y úntala con una ligera capa de mantequilla. Repite el proceso hasta terminar el paquete de filo, o hasta que te canses de extender y untar láminas. Corta la masa en rombos antes de hornear.
7. Hornea una hora o hasta que la superficie esté ligeramente dorada. Sírvelo con una ensalada o una marinada de ortiga al estilo griego, un buen pan y un vino tinto con cuerpo.
ORTIGA
ENSALADA DE ALGAS
Aprender a cocinar con algas puede suponer un reto para muchas personas. La siguiente receta combina sabores interesantes y el resultado es un plato maravilloso. Lo he servido multitud de veces y a todos les ha encantado.
Puedes utilizar cualquier variedad de algas, pero mis preferidas son hiziki (a veces escrito «hijiki») y arame, deliciosas y de sabor suave. Lávalas bien y córtalas en trocitos. Si utilizas algas secas, hidrátalas remojándolas en agua fría durante media hora aproximadamente.
Encurtido de ortigas. ¿A quién le apetece?
Una de mis formas favoritas de preparar ortigas frescas es encurtirlas en vinagre. Sobre tostadas, con queso feta y aceitunas, son una peculiar exquisitez. Recolecta solo las sumidades* tiernas de la planta e introdúcelas crudas en un tarro para conservas de un litro. Llénalo hasta arriba con vinagre, asegurándote de que las ortigas no sobresalgan. Se pueden añadir unos pocos dientes de ajo y pimienta de Cayena entera. Cierra el tarro herméticamente y deja macerar entre ocho y doce semanas.
* Los pedúnculos foliados de las plantas, en ocasiones floridos [N. de la E.].
Aceite de oliva o sésamo
2 cebollas, picadas
1 a 4 dientes de ajo, picados
1 cucharada de jengibre fresco, rallado
2 tazas de zanahorias, en láminas finas
¼ de taza de agua
1 taza de algas marinas (adaptar al gusto)
2 tazas de arroz integral, cocido
½ taza de tamari (salsa de soja)
¼ de taza de miel
2 o 3 cucharadas de aceite de sésamo tostado
Pimienta de Cayena
1. En una olla, calienta el aceite de oliva o sésamo (la cantidad suficiente para cubrir la base). Vierte la cebolla y saltéala hasta que se dore. Añade el ajo y el jengibre. Transcurridos unos minutos, añade las zanahorias y el agua. Cubre la olla con la tapa y cocina al vapor, a fuego muy lento, entre 8 y 10 minutos, o hasta que las zanahorias estén tiernas.
2. Escurre las algas y añádelas a la olla. Transcurridos unos minutos, agrega el arroz y remueve bien.
3. En una olla aparte, calienta el tamari, la miel, el aceite de sésamo y la pimienta de Cayena. Prueba la mezcla y ajusta los ingredientes a tu gusto. Viértela sobre el arroz con las algas. El resultado será dulce, picante y especiado. Tradicionalmente, este plato se sirve frío, pero caliente también está delicioso.
PLANTAS PARA LA LONGEVIDAD
Cuando hablamos de plantas para la longevidad, pensamos inmediatamente en plantas de China y la India. Ambos países son famosos por sus tradiciones en el ámbito de la fitoterapia, que se remontan a miles de años. Las plantas que restauran la energía y favorecen el bienestar son algunos de sus remedios medicinales más preciados, y los utilizan de forma regular para gozar de una salud espléndida.
Aunque se hable menos de las plantas para la longevidad de la tradición norteamericana, lo cierto es que también abundan. Tanto los pueblos nativos del norte como del sur de este subcontinente desarrollaron un sofisticado sistema de sanación a través de las plantas medicinales. Teníamos chamanes y curanderos que se comunicaban con los espíritus de las plantas y sabían cómo invocar su poder curativo, curaban con energía, se transformaban en distintas entidades y sabían qué plantas utilizar para comunicarse con el más allá. En cada cultura, estas tradiciones orales se transmitieron de generación en generación.
Cuando estas culturas fueron destruidas, poco después del desembarco de Cristóbal Colón en las costas de América, se perdieron casi todas estas tradiciones chamánicas y, con ellas, mucha información sobre plantas medicinales y sus propiedades. En la actualidad los maestros de estas prácticas ancestrales son pocos y despiertan admiración, y las plantas medicinales de América del Norte se encuentran entre las más populares y demandadas del mundo.
En Europa, antes de que la Inquisición se cobrara la vida de más de nueve millones de curanderos y fitoterapeutas, se había desarrollado otra tradición herbaria, también oral y transmitida de generación en generación. Gran parte de la magia de estas prácticas de sanación fue destruida en grandes hogueras alimentadas por los huesos de nuestros antepasados, que ardieron en el cielo nocturno durante más de trescientos años. La última caza de brujas tuvo lugar apenas hace cien años, con los ahorcamientos de Marblehead, en Massachusetts.
En aquella época y en otras anteriores, se escribieron libros que conservan retazos de la tradición herbolaria europea, y en ellos se basa la fitoterapia occidental actual. No obstante, gran parte de la magia y los conocimientos que se habían transmitido de generación en generación se perdieron en las hogueras de la Edad Media.
Este repaso histórico rápido y, lo admito, algo sesgado, no pretende amenizar el texto, sino encontrar los motivos que expliquen por qué, cuando se habla de plantas para la longevidad, se mencionan siempre la ashwagandha, el fo-ti, el ginkgo, el ginseng o las bayas de Goji, entre otras plantas populares en China y el este de la India, y, sin embargo, se ignora la amplia variedad de plantas de América del Norte y Europa occidental. ¿Acaso a las gentes de estas tierras no les preocupaba tener una vida longeva ni gozar de bienestar? Lo dudo. ¿O será que sus secretos fueron quemados o enterrados con las culturas que atesoraban? Me parece lo más probable.
TÓNICO DE LA LONGEVIDAD
He descubierto que se pueden elaborar deliciosas cremas untables mezclando plantas medicinales en polvo con miel y concentrado de frutas o agua de rosas. Úntalas en tostadas, tómalas a cucharadas o viértelas en agua hirviendo para obtener una infusión instantánea. Se conservan varias semanas en la nevera.
Puedes utilizar distintas combinaciones de plantas. ¡Incluso el sabor amargo o desagradable de algunas de ellas puede rebajarse mezclándolas con especias, concentrado de frutas y miel!
2 partes de fo-ti en polvo
1 parte de ashwagandha en polvo
1 parte de astrágalo en polvo
1 parte de cardamomo en polvo
1 parte de canela en polvo
1 parte de raíz de regaliz en polvo
1 parte de ginseng siberiano en polvo
½ parte de equinácea en polvo
¼ parte de jengibre en polvo
Miel
Concentrado de frutas
Mezcla las plantas en polvo en un cuenco y añade la miel y el concentrado de frutas hasta obtener una crema homogénea. También puedes añadir agua de rosas pura para darle un toque exótico. Asegúrate de que la crema