Al oriente del Edén. Francisco López Taboada. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Francisco López Taboada
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788493701772
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de María (Lucas 3:23-38). Solo que en la del capítulo 5 del Génesis el autor se queda en las generaciones “pre diluvianas”, hasta Noé y sus tres hijos.

      Son muchas las cosas que nos llaman la atención de los primeros versículos. Una de ellas es la insistencia con la que el Espíritu Santo nos recuerda por tercera vez (por si a alguien le quedaba alguna duda aún), que fue Dios nuestro Señor quien creó al ser humano y todo lo que nos rodea en este mundo, y que fue sólo Él quien diseñó su constitución (o construcción) tal como la conocemos hoy. De ello hablaremos más adelante.

      Igualmente, que el presente relato no es el resultado de leyendas de hombres, pasadas de ‘boca a oreja’ durante generaciones y escrito en tiempos muy posteriores o modernos, como algunas personas necias afirman para su propia desorientación. En el preámbulo del capítulo 5, el Génesis cuenta que se trata de un relato escrito, es decir, de un libro. Este fue escrito de puño y letra por Moisés (junto a los otros cuatro libros), mediante manifestación ‘presencial’ del Todopoderoso, e inspirado y corregido por el propio Espíritu Santo. Así mismo, a lo largo de todo el capítulo 5, el autor nos describe a los grandes patriarcas de la antigüedad y nos deja algunos detalles de sus vidas como un gran legado para la humanidad.

      Esto nos permite entrever algunos hechos notables de los grandes hombre de fe que vivieron antes del Diluvio. Sí de la línea genealógica de Caín aprendimos algo de lo que debemos evitar, de la línea genealógica de Set, el Espíritu nos enseña las buenas cosas que debemos imitar.

      A partir de Adán y siguiendo la línea genealógica de Su hijo Set, el capítulo 5 menciona el nombre de 10 varones (incluido el de Adán), que son considerados los 10 grandes patriarcas de la humanidad, en los tiempos anteriores a la gran devastación universal del diluvio. Todos ellos han sido considerados grandes hombres de fe, temerosos de Dios y sabios, por su prudencia y piedad durante el tiempo que les tocó vivir, el cual no fue poco. Por eso todos ellos se ganaron un lugar preeminente en las Escrituras, ocupando ellos solos los 32 versículos que componen el capítulo 5 del primer libro de Moisés.

      Sobre la persona de Adán y sus hechos ya hemos hablado en meditaciones pasadas, como padre de la humanidad (en el capítulo anterior hablamos así mismo sobre el título de ‘hijo de Dios’ que la Escritura le otorga). El segundo gran patriarca que aparece en los versículos del 1 al 20 es Set, tercer hijo de Adán y Eva que se menciona en la Palabra, el cual es considerado en las Escrituras como un un gran patriarca de la antigüedad sustituyendo a su hermano Abel, quien aparece como primero de la lista de los héroes de la fe de todos los tiempos en Hebreos 11.

      El tercero es Enós, hijo de Set y por tanto, uno de los muchos nietos que tuvieron Adán y Eva. En su tiempo se empezó a adorar a Dios, invocado su nombre por primera vez. Otros posiblemente utilizando el nombre de Dios en vano. Cainán es el cuarto patriarca de la antigüedad, del cual poco sabemos por las Escrituras, excepto que tenía 70 años cuando tuvo a Mahalaleel, quien fue otro patriarca de renombre, y que murió como el resto de los mortales, después de haber vivido 910 años. Eso, como veremos, es un hito en sí mismo que marcó la vida de los seres humanos que vivieron antes de producirse el gran cataclismo del Diluvio Universal.

      El siguiente gran patriarca del que hacen mención las Escrituras es Mahalaleel, quien vivió 895 años. Parecería que la lejanía del «árbol de la vida» empieza a hacer mella en la longevidad del ser humano sobre la tierra. Vivir 895 años es muchísimo si lo comparamos con la esperanza de vida media del hombre actual, pero comparándolo con sus antepasados llama a creer que la cosa empezaba a decaer. Pero cuando todo el mundo pensaba que el acortamiento de los años de vida debía ser lo esperado, con el nacimiento de Jared surge algo que nadie se esperaba. Los años de vida vuelven a alargarse y Jared muere a los 962 años, más aún que el primer hombre, Adán.

      No sabemos cuántos años hubiera podido vivir aquí su hijo Enoc, ya que el Señor se lo llevó a su presencia sin haber pasado por los rigores de la muerte, pero su nieto Matusalén lo superó y rompió todos los récords de longevidad. Con 969 años de vida se convirtió en el hombre más longevo de todos los tiempos, hasta hoy.

      Finalmente nos encontramos con tres nuevos personajes que son los tres últimos grandes patriarcas de la antigüedad, mencionados en las Escrituras, que son anteriores al diluvio. A Matusalén se le atribuye la mayor longevidad de todos los tiempos que ha existido en la tierra. Nadie ha conseguido superar los 969 años de vida, al menos, no existe constancia de ello.

      El que ocupa el noveno lugar en la lista es Lamec, curioso nombre que aparece en la genealogía de Set como sucedió también en la de Caín; con la salvedad que si el Lamec descendiente de Caín se caracterizó por corromper el orden matrimonial que Dios había establecido y su extremada violencia, el personaje de Lamec que nos muestra el texto de hoy (que proviene de la descendencia de Set), se caracteriza por ser un hombre sabio que aprendió a vivir en la piedad y el temor de Dios. Fue profeta y supo ver en su hijo Noé la liberación de parte de Dios, de aquella generación corrupta, perversa y altamente violenta.

      Finalmente nos encontramos con Noé, varón semejante a Enoc, quien como él, también anduvo en los caminos del Señor. Noé es considerado un ‘tipo’ de Cristo, y el ‘arca’ que construyó por mandato de Dios, a su vez es ‘tipo’ también de la salvación que Cristo ofrece a todo aquel que en Él cree, se arrepiente y acepta su obra redentora de la cruz.

      A continuación los iremos enumerando de uno en uno:

      ADÁN

      De Adán no diremos mucho más de todo lo que se ha dicho hasta ahora. Fue el primer ser humano creado directamente por Dios, tomando como materia prima el mismo barro de la tierra, y hecho a su imagen y semejanza. El nombre de «Adám», o Adán en castellano, es a la vez nombre propio, como nombre común, significando también «ser humano», «persona», «gente» y «varón». Proviene de una raíz hebrea que significa «rubor (en el rostro)» o «rojizo» (Strongs 119 y 120). Os recordamos que a su vez el nombre en hebreo «haadam» también proviene de la raíz «haadamah» que significaba «barro de la tierra».

      De Adán queremos destacar el hecho de que la Escritura le designa por el nombre de «hijo de Dios», título al que hace referencia el Evangelio en Lucas 3:38. Quizás estamos tan acostumbrados a este término de «hijo de Dios», que pasamos por él de corrido sin darnos cuenta de la carga que esto tiene en realidad. En el Antiguo Testamento este título sólo aparece en 5 ocasiones, y está siempre vinculado a seres o personas que han sido objeto de una creación directa de la mano de Dios; como lo fueron Adán y Eva, y las miríadas angelicales que sirven noche y día al Señor. Son hijos de Dios tanto los ángeles que están en la presencia de Dios, como los que se rebelaron contra Él siguiendo las órdenes de Lucifer o Satanás, nuestro principal enemigo aquí en la tierra. Este concepto es relevante para entender algunos de los textos bíblicos que veremos más adelante.

      En el Nuevo Testamento este término se refiere a todo aquel que ha creído en Cristo y le ha aceptado como su único y suficiente Salvador, los cuales son llamados «hijos de luz» o «hijos de Dios». A esto se refiere la Escritura en Juan 1: 12-13: «Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios». Esto implica un ‘Nuevo Nacimiento’, una ‘Nueva Creación’ creada directamente por nuestro Señor. Por eso podemos llamarnos con propiedad «hijos de Dios», aunque también con humildad, porque eso no depende de nosotros, sino que es un don de Dios. A eso se refería Jesús en Juan 3 cuando hablando con Nicodemo le decía que para pertenecer al Reino de los cielos tenía que nacer de nuevo.

      Hermano, querido amigo, ¿eres consciente de lo que significa nacer del agua y del Espíritu? La Palabra está diciendo que Dios te ha dado el título de ‘hijo de Dios’ porque Él te ha vuelto a crear, Él ha hecho de ti una nueva creación, y esta vez no hecha con barro de la tierra, sino de su propia esencia, ¡de su Espíritu!, ¡a su verdadera imagen y semejanza! Ha cambiado tu ADN material por un nuevo ADN espiritual, semejante al suyo. ¡¡Eres inmortal!! Y el Apóstol Pablo tercia en el asunto recordándonos: «Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Rom. 3:17).

      Es