Posiblemente Enoc estaba siendo perseguido, corriendo gran peligro su vida por predicar en esos días un Evangelio de arrepentimiento y perdón a Dios en medio de tanta corrupción, y el Señor de algún forma lo libró. Respecto a la obra conocida como «Libro de Enoc», entendemos que una parte del libro es original de Enoc y corresponde a la revelación que Dios comunicó a Enoc para el arrepentimiento de sus contemporáneos: «¡Escuchad! El Señor viene con incontables millares de sus santos para ejecutar juicio sobre la gente de este mundo. Declarará culpables a los seres humanos por todos los actos perversos … y a los pecadores rebeldes por todos los insultos que hayan dicho contra Él» (Enoc 1:9). Sin embargo, otra parte del libro fue añadido posteriormente entre los siglos IV al I antes de Cristo. El propio Judas apóstol en su epístola universal utiliza algunos versículos tomados de su libro, en lo relativo a la profecía sobre el juicio de Dios para los que se han alejado de Él.
Aprendamos a caminar con Cristo como lo hizo Enoc durante todos los días que el Señor le permitió vivir en esta tierra.
MATUSALÉN
A pesar de la poca información que nos dan las Escrituras en este texto, hay varios aspectos que podemos apreciar en la vida de Matusalén que me gustaría destacar.
– El primero proviene de su propio nombre, que en el original hebreo es «Metushélakj» y significa ‘hombre de dardo’, el cual proviene de la raíz «mat», que se traduce por ‘adulto’, ‘hombres’, ‘siervos’ y ‘varones’ (Strongs 4968, 4962); y de la raíz «shélakj» que significa ‘dar en el blanco’ (Str. 7973). Lo cual nos hace pensar que su nombre hace honor a la definición de su vida de relación con el Señor, es decir, ‘varón de Dios que dio en el blanco’. Esa es precisamente la definición de la «fe» en el Señor. La palabra que se utiliza en el Nuevo Testamento para ‘pecado’, escrito en el griego es «Hamartia», lo cual significa ‘herrar el blanco’. El apóstol Pablo nos invita no sólo a hacerlo una vez, sino a proseguir la meta de forma continuada, poniendo los ojos en Jesús: «olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.» (Filip.3:13-14).
El segundo aspecto que es a destacar en Matusalén es su larga vida. Si por definición la vida es un don del cielo, una larga vida es una gran bendición que el Señor le concedió a Matusalén, convirtiéndole en el hombre más longevo de todos los tiempos.
– El tercer aspecto tiene que ver en parte con su longevidad y parte con la misericordia de Dios y la manera en que las matemáticas del Señor suman en favor de aquellos que le aman. Haciendo un sencillo calculo algebraico siguiendo la edad en que murió Matusalén y comparando la vida de su hijo Lamec y la edad que tenía su nieto Noé cuando empezó el diluvio universal, podemos apreciar al menos dos cosas. La primera es que Noé pudo enterrar a su padre Lamec de muerte natural 5 años antes del diluvio. La segunda la podemos apreciar en el hecho de que el Señor le permitió a Noé ver morir también de muerte natural a su abuelo Matusalén, justo antes de iniciarse el gran cataclismo.
Nuestro Señor es un Dios que también se ocupa de los detalles y tuvo la delicadeza de demorar su juicio contra la humanidad corrupta, hasta ver morir de muerte natural al último de sus grandes patriarcas de la antigüedad. ¡Todo un privilegio lleno de amor y misericordia de parte de Dios hacia los que aman a Dios y confían en Él! Prosigamos, pues, la meta del supremo llamamiento poniendo los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.
LAMEC
Llama la atención cómo los años de vida de Lamec son muy inferiores a la media de vida esperada para la gente que vivió antes del diluvio, que con 777 años es el hombre que vivió menos años (excepto Enoc a quien Dios se lo llevó) entre todos los patriarcas antiguos. También es chocante que la cifra sea tres veces 7, sabiendo que el siete nos habla de perfección. Ahí lo dejamos para que meditéis en ello.
Lo que sí sabemos es que murió en el momento señalado por Dios, 5 años antes del diluvio, según su misericordia, como también sucedió con su padre Matusalén, como vimos antes. Lamec tuvo un hijo a los 182 años y le puso por nombre Noé, en quien supo ver la mano de Dios y que este chico traería alivio en la penosa carga de trabajar en una tierra que había sido maldita por por causa de la caída del hombre, y corrompida hasta la saciedad por este, una sociedad donde la perversión y la violencia habían llegado a cotas extremas, como veremos más adelante.
Este Lamec, que proviene de la genealogía de Set, es exactamente lo contrario de lo que sucedió con el otro que provenía de la descendencia de Caín, quien destacó por su maldad, por corromper el orden matrimonial que Dios estableció y por su extremada violencia. El ocupa el 7º lugar en la descendencia de Caín, mientras que éste tiene un ‘3 veces 7’ en su haber. ¡A Dios sea toda la gloria!
NOÉ
Muy poco diremos aquí sobre Noé, ya que en los próximos capítulos nos dedicaremos a meditar sobre su persona, sobre el tiempo que le tocó vivir, la obra de juicio y a la vez de redención de Dios, utilizándole a él como un instrumento de salvación en sus manos, la constitución del ser humano, el hombre viejo, y el hombre nuevo. Y esto será hasta el final de la ˝Tercera Gran Historia de la Humanidad˝, que acaba al final del capítulo 9, en el 9:29.
El Nombre de Noé proviene del hebreo «Noákj», que significa ‘quieto’, ‘reposado’, ‘lugar de reposo’, que viene de la raíz «núakj», que quiere decir ‘descansar’, establecerse’, ‘morar’, ‘dar consuelo’, ‘paz’, ‘descanso’, ‘quietud’, ‘reposo’, entre otros (Strongs 5117, 5118). De Noé decimos que es un ‘tipo’ de Cristo, porque gracias a él la tierra descansó de la violencia, tal cómo había sido el deseo de su padre Lamec. Llevó a su familia y a toda la humanidad a una nueva oportunidad ante el Señor, en una nueva tierra, y nos condujo a un ‘Nuevo Pacto’ y una nueva ‘Relación’ con Dios. Pero de eso iremos hablando los próximos días.
Momento de Reflexión:
CAPÍTULO 4
Génesis 5: 21 - 32
“Después que engendró a Matusalén, caminó Enoc con Dios trescientos años, y engendró hijos e hijas. Así, todos los días de Enoc fueron trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios… Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, engendró un hijo y le puso por nombre Noé, pues dijo: «Éste nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos en la tierra que Jehová maldijo.» Después que engendró a Noé, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años, y engendró