3 Y en Tercer lugar, que nos puso nombre y nos llamó «Haadám» (Adán en nuestro idioma), lo cual traducimos como «hombre» o «humanidad». Recordemos que los nombres de los animales fueron puestos por Adán, pero el nombre que determina nuestra identidad como seres humanos nos ha sido dado por el propio Creador. Esto significa entre otras cosas que el Señor desea que recordemos siempre nuestro origen e identidad y que no nos pongamos nunca a la altura del resto de la creación, que aunque hermosa, no tiene a sus ojos la misma consideración. Somos el principal objeto de su obra creativa, lo mejor de su creación aquí en la tierra, y a pesar de nuestra caída, Dios pone un interés especial y todos los medios para nuestra restauración. Por eso como muestra de amor hacia nosotros puso lo mejor y más sublime que tenía a fin de restaurarnos y darnos vida. A su propio Hijo Jesucristo, quien nació para morir en nuestro lugar a fin de llegar a ser hechos hijos de Dios, justificados por su sacrificio en la cruz, mediante la fe y la esperanza de nuestra restauración, por el poder de su resurrección.
ADÁN Y EVA CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS
Esto nos recuerda que Adán y Eva son hijos de Dios por cuanto fueron formados por el mismo Señor mediante una creación especial, según su imagen y conforme a su semejanza. Sobre esto ya hemos hablado largo y tendido en el primer volumen de esta serie (˝En el Principio Dios˝), pero lo que me gustaría destacar aquí es que, como consecuencia de ello, nosotros siendo hijos y descendencia de Adán y Eva, hemos sido engendrados también a imagen de Dios, siendo semejantes a Él en cuanto a su esencia fundamental.
Si como criaturas de Dios eso es así, cuánto más debería ser en aquellos que por Gracia hemos sido re-nacidos en Cristo y se nos ha dado el derecho de llegar a ser hijos de Dios, tal como lo expresa Juan en el primer capítulo de su Evangelio. La Escritura nos dice que hemos sido re-nacidos para una nueva vida habiendo sido formados semejantes a Él para buenas obras.
¿Estamos realmente reflejando la imagen de Cristo en nuestra vidas? Desde luego, sólo en la medida que hacemos crecer el fruto del Espíritu, podremos reflejar fielmente la imagen de Dios en nosotros, aprendiendo a ser semejantes a Él, en la medida que somos imitadores suyos.
AL VARÓN Y A LA MUJER DIOS LOS HIZO IGUALES… PERO DIFERENTES
Este cuarto aspecto de nuestra constitución no es nada baladí. Una vez que hemos entendido que hemos sido creados mediante una creación especial de Dios siguiendo la semejanza de su propia esencia (que no es otra que su Espíritu), la Biblia enseña que Dios es espíritu y Padre de todos los espíritus, y añade que fuimos creados diferentes desde el principio como varón y mujer.
Ninguno de los dos somos el resultado final de un largo proceso evolutivo. Ambos hemos sido creados iguales en cuanto a nuestro vínculo con el Creador, siendo hechos ambos a su imagen y semejanza. Por tanto iguales en derechos, prerrogativas y responsabilidades. El hombre y la mujer somos entidades complejas y completas en sí mismas, de modo que ninguno es una ˝media naranja˝ que se completa cuando se une en matrimonio al otro cónyuge. Esta es una imagen comúnmente empleada que dista mucho de la realidad.
Tampoco es superior un sexo al otro por haber sido creado poco tiempo antes, ni por ser más guapos o más buenos unos que otros. Aquí los ˝ismos˝ tampoco caben. Es indeseable y alejado del diseño original de Dios tanto el ˝machismo˝ como el ˝feminismo˝; o lo que es lo mismo, los hombres mal, las mujeres bien, o todo lo contrario, en función de la época y la sociedad que te haya tocado vivir. Recuerda que ya seas varón o mujer, Dios te ha hecho igual en valor, derechos y obligaciones. Ambos hemos sido creados según la misma imagen y semejanza Divinas.
Ahora bien, partiendo de esa igualdad es cuando podemos reconocer nuestras diferencias que no son superiores ni inferiores unas que las otras. Las diferencias entre las dos realidades sexuales las ha hecho el mismo Señor y las ha dado por buenas en grado sumo. Por lo tanto a eso tampoco tendremos nada que argumentar, ni si un sexo es superior al otro. Eso no merece la pena ni mencionarlo. Por el contrario, esas diferencias el Señor las utilizó para poder ser complementarios el hombre y la mujer, para llegar a convertirse en una «ayuda idónea» cada uno de nosotros en el matrimonio.
Pero sólo llegaremos a ello respetando la primera prerrogativa de igualdad y respeto mutuo entre ambos. ¡No pocos conflictos matrimoniales se disiparían si partiéramos del principio que mi cónyuge ante el Señor es igual a mí en derechos y dignidad! El hecho de que no tengamos los mismos criterios en todo, no significa que mi criterio debe prevalecer siempre sobre el otro por ser yo el más fuerte, el más inteligente o el más guapo. Simplemente esas diferencias de pensamiento son las que forman parte del proceso que ambos tenemos que seguir hasta lograr una completa unión, a fin de llegar a ser «una sola carne».
Una sola carne en cuanto a emociones, sentimientos, pensamientos y deseos. Acabar teniendo ambos una misma linea vital y que las diferencias que aún tengamos, por ser entidades completas cada uno de nosotros, las podamos tratar de manera racional sin apasionamientos, desde el amor y respeto mutuos. El amor por nuestro cónyuge será más diáfano y completo en la medida que nos acerquemos a la relación de Jesús y su iglesia, quien se entregó y dio su vida por ella.
DIOS SÓLO HIZO DOS GÉNEROS, EL MASCULINO Y EL FEMENINO
Las Escrituras nos dicen taxativamente que Dios creó sólo una y única diferencia entre sexos, más concretamente nos dice que «creó al hombre (el varón) y a la mujer (como parte femenina)». De hecho el Señor marcó una diferencia sustancial entre el ser humano y el resto de la creación, sean animales, plantas u objetos inanimados. Lo que nos mueve a pensar que cuando nos referimos a las personas, deberíamos hablar de diferencia de sexos o sexualidad y no de género.
Pienso que el concepto de género deberíamos dejarlo para los animales, las plantas y los elementos u objetos inanimados; en cuyo caso hablamos de género masculino, femenino o neutro (este último es un invento del hombre). Pero hablar de género o ˝ideología de género˝ es lo mismo que entrar en terreno de ˝arenas movedizas˝. Para intentar abarcar a todas las acepciones en cuanto a la filosofía actual sobre la ideología de género, el gigante informático ˝Google˝ enumera más de 90 opciones sexuales respecto a dicha ideología.
Para una mayor desorientación si cabe de nuestros jóvenes, quienes enseñan semejante ideología, sostienen que en ese libertinaje sexual cada uno puede cambiar su sexualidad y sentirse hombre o mujer cada vez que se desee, en función de las circunstancias, las apetencias o la emoción del momento; independientemente de las estructuras sexuales con que Dios y sus padres le haya traído al mundo.
Y eso es sólo es la punta del iceberg. No significa que quien piense de ese modo debamos rechazarlo, todo lo contrario, debemos aceptarlo como persona igual a ti o a mí, y en todo caso encaminarnos juntos a lo que el Señor expresa en su Palabra al respecto. Esto representa hoy un verdadero reto para las familias cristianas que desean permanecer fieles a la Palabra, en un mundo tan trastornado y alejado de la verdad como el que nos toca vivir en nuestros días. Forma parte del plan de Satanás cuya misión principal es la de engañar, cambiar la verdad del Evangelio por la mentira, crear confusión, aún a aquellos que han conocido la verdad, y todo finalmente para matar y destruir.
Entiendo que la verdad de Dios es muy clara al respecto. Él nos ha hecho hombres y mujeres desde el principio, y como padres cristianos tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros hijos a desarrollar su sexualidad de la manera más armoniosa posible, sin avergonzarse de ella por ser un don de Dios, ni tampoco que derive en desviaciones que se alejen del proyecto original de Dios para la humanidad. Las chicas sintiéndose orgullosas como mujeres, desarrollando su feminidad sin caer en el el extremo del feminismo; y los chicos creciendo en su virilidad como hombres maduros y responsables, sin derivar en el machismo, con conductas irresponsables más propias de la brutalidad animal que de un ser racional hecho a la imagen de Dios.
Referente a este asunto me remito exclusivamente a lo que el Señor dice en su Palabra, pero dado lo delicado del tema y la polémica que parece suscitar en determinados ámbitos sociales,