En pocas palabras, en lo que a nuestras modalidades respecta, en China tenemos de todo: tradición, mandato de autoridad central, sistema de mercado, economía mixta y dualismo.
NACIONES DE TALLA MEDIA
Para 2007, Argentina, Chile y Colombia, según sus respectivos Ingresos Nacionales Brutos, ocuparon las siguientes posiciones relativas en el contexto mundial: 30, 46 y 37,, respectivamente.34 Y, si bien es cierto que hay suficiente proximidad entre ellas como para haber puesto a los tres países en la categoría de tallas medias, la principal razón para haberlos reunido en un solo grupo es que, en todos ellos, se tomó la acción histórica de “no permitir” el dualismo.
Alain Rouquié puntualiza los procedimientos utilizados para esta prevención:
Los “barones” de la lana de la Patagonia o Tierra del Fuego pagaron a “cazadores de indios” a principios de siglo para desembarazarse de los indígenas que no comprendían que los borregos eran propiedad privada […]. Por lo demás, en Argentina las campañas de pacificación llevadas a cabo por el ejército continuaron en el norte [...] hasta después de la Primera Guerra Mundial [...] (Y) en Colombia en 1972 [...] dieciséis indios fueron asesinados a sangre fría por mestizos [...] (porque para ellos) los indios eran “animales dañinos”, y que ignoraban que estuviera prohibido matarlos [...]. El tribunal los absolvió para gran escándalo de numerosos colombiano.35
El espíritu y la letra de este párrafo son reminiscentes de sentimientos similares en las latitudes del oeste de los Estados Unidos, donde se popularizó el dicho de que “el único indio bueno era un indio muerto”. Y, claro está, la intención de traer estos deplorables temas a colación no es entrar en comparaciones insidiosas. Lo hacemos, más bien, para regresar a la pregunta planteada al principio de esta sección, en el sentido de si, en lo que a lograr desarrollo económico respecta, las cosas van mejor cuando no existen dualismos. En el caso de los tres países en consideración, al igual que con los de “talla mayor”, la respuesta está por el lado afirmativo.
NACIONES DE TALLA MENOR
En el cuadro 1.1, las condiciones económicas y culturales que prevalecen en las naciones que aparecen en esta categoría permiten ver la otra cara de la moneda. En 2007, en el ordenamiento de los INB en consideración, Bolivia ocupó el puesto 106, Ecuador el 68 y Guatemala el 79.36 Se trata claramente de países pobres que, a la vez, son “dualistas”, con la particularidad adicional deque en los dos primeros, en los últimos años, se ha dado una creciente hegemonía del Poder Ejecutivo. En Ecuador, la definición ya está dada. El artículo 56 de la Constitución vigente dice: “Las comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas, el pueblo afroecuatoriano, el pueblo montubio y las comunas forman parte del Estado ecuatoriano, único e indivisible”.
Y el artículo 57 incluye como uno de los derechos colectivos del conglomerado humano arriba identificado: “Mantener, desarrollar y fortalecer libremente su identidad, sentido de pertenencia, tradiciones ancestrales y formas de organización social”.
Sin embargo, una vez promulgada la Constitución, se ha visto en la práctica cómo han aflorado las diferencias entre las cosmovisiones “modernas” y “tradicionales”. Las discusiones sobre la Ley de Aguas, por ejemplo, pusieron sobre la mesa la crucial disyuntiva de tratar tan vital recurso como parte inalienable de la “Pachamama” o como “mercancía transable”. Los enfrentamientos ocasionados por la aplicación de la Ley de Minería son una instancia adicional que ilustra la forma en que creencias ancestrales se enfrentan a entendimientos contemporáneos sobre cómo administrar los recursos naturales.
DEFINIENDO ECONOMÍA
Ante la diversidad de economías que se encuentran, tanto en el cuadro 1.1 como en el resto de los países del mundo, al responder la pregunta sobre cuál es la disciplina del conocimiento humano que tiene como tarea primordial entenderse con el estudio de todas ellas, se encuentra una respuesta tradicional que, desafortunadamente, deja por fuera los componentes fundamentales de esas “arquitecturas”.
La definición tradicional que se ha difundido desde hace mucho tiempo y que se encuentra en cualquier texto introductorio dice, en palabras más palabras menos, que la Economía estudia la asignación de recursos escasos para producir y distribuir los bienes y servicios requeridos para satisfacer las necesidades de las personas. Tiene la singular ventaja de tener especial consonancia con los sistemas de mercado que forman parte integral de las economías mixtas que predominan en prácticamente todas las naciones del mundo; pero que, al carecer de componentes culturales, históricos y ecológicos, ha hecho que, con frecuencia, no pocos estudiosos de esta disciplina desarrollen su trabajo bajo el criterio de que el objeto de su dedicación es de “talla única” y que, en casos extremos, hasta toman la forma de un arquetipo.
De todos modos, postulamos para nuestros propósitos que la definición tradicional de Economía es un buen punto de partida. Consideramos que es menester dotarla de componentes que llenen los vacíos anteriormente anotados. Por consiguiente, en este libro utilizaremos la siguiente definición de la disciplina:
La Economía estudia cómo los grupos humanos se organizan para producir y distribuir los bienes y servicios requeridos para atender las necesidades de su gente dentro de contextos conformados por sus realidades ecológicas, tecnológicas, sociales e históricas.
Ampliaremos los alcances de esta definición en el capítulo siguiente.
Hace tiempo que la Economía está sumida en una crisis de identidad de la cual aún no ha encontrado la manera de salir. Es más, se puede decir que ha recrudecido en los últimos años.
El desastre financiero ocurrido en 2008 constituye en la historia la mayor calamidad económica que ha vivido el mundo desde la Gran Depresión de los años treinta. Se desató en los Estados Unidos con el colapso del mercado de créditos hipotecarios, que trajo como secuelas crisis sin precedentes en el sistema bancario y en las bolsas de valores. Estas crisis estuvieron acompañadas por desplomes drásticos en la economía y por alzas dramáticas en los niveles de desempleo, especialmente de los jóvenes, tanto en ese país como en Europa. Al episodio como un todo se lo conoce como la Gran Recesión, porque las cuantiosas intervenciones, aunque insuficientes, de los bancos centrales y de los gobiernos evitaron que se convirtiera en la “madre de las depresiones”.
Desafortunadamente, alrededor del mundo, la Economía y el desempeño de los economistas en esta prueba de fuego quedó en entredicho. Así lo demuestran los titulares de cinco publicaciones de circulación internacional que, a pesar de su reducido número, grafican esta imagen en desmedro.37
Consideremos el egregio episodio tras lo sucedido cuando se otorgó el premio Nobel de Economía a Eugene Fama y a Robert Schiller en 2014. Mientras Fama es mundialmente conocido, desde hace años, por ser uno de los expositores más distinguidos de la hipótesis que sostiene que el mercado en su conjunto nunca se equivoca, Schiller la ha calificado “como el error más sorprendente en toda la historia del pensamiento económico”. Es más, Schiller acertó en predecir la gestación y el estallido de la burbuja en los precios de las viviendas que precipitó la crisis de 2008. Fama confesó, en una entrevista pública, que ni siquiera sabía que era una burbuja, en momentos en que la economía mundial estaba inmersa en una de las más grandes de la historia.
No deja de ser un misterio cómo el Comité del Nobel llegó a tan curiosa