Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017. Franklin Maiguashca. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Franklin Maiguashca
Издательство: Bookwire
Серия: Elementos de Economía
Жанр произведения: Зарубежная деловая литература
Год издания: 0
isbn: 9789978681695
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que en él se “sintetizan las enseñanzas obtenidas durante más de 40 años de experiencia en cuestiones relativas al desarrollo”. Y, en seguida, se pronuncia:

      Una cuestión fundamental, y el tema principal de este informe, es la acción recíproca entre el Estado y el mercado. No se trata de una cuestión de elegir entre la intervención estatal y el laissez faire, dicotomía popular pero falsa [...]. No se trata de elegir entre el Estado y el mercado, sino de que cada uno de ellos tiene una función importante e irremplazable que cumplir59 (cursivas del autor).

      En 1997, abundó sobre el tema. Empezó situando el Informe de ese año en el contexto de hechos tan trascendentales como

      el desplome de las economías dirigidas de la antigua Unión Soviética y de Europa central y oriental; la crisis fiscal del Estado de bienestar en la mayoría de los países con tradición industrial; el importante papel desempeñado por el Estado en el ‘milagro’ económico de algunos países del Asia Oriental y el desmoronamiento del Estado y la multiplicación de las emergencias humanitarias en varias partes del mundo”.

      Y luego agregó:

      En este Informe se hace patente que el factor determinante de esos acontecimientos tan diversos ha sido la eficacia o ineficacia de los poderes públicos. Un estado eficaz es imprescindible para poder contar con los bienes y servicios —y las normas e instituciones— que hacen posible que los mercados prosperen y que las personas tengan una vida más saludable y feliz. En su ausencia no puede alcanzarse un desarrollo sostenible ni en el plano económico ni en el social. Aunque hace cincuenta años muchos hablaban en términos muy semejantes, esas ideas en general involucraban el protagonismo del Estado en el proceso de desarrollo. Lo que la experiencia nos ha enseñado desde entonces es bastante diferente: el Estado es fundamental para el proceso de desarrollo económico y social, pero no en cuanto agente directo del crecimiento sino como socio, elemento catalizador e impulsor de este proceso60 (cursivas del autor).

      El cuadro 2.1 aporta más argumentos sobre la falsedad de la dicotomía en cuestión. En él se cruza la lista de los 12 países clasificados por el World Economic Forum (WEF) como los más competitivos del mundo en 2013, con datos correspondientes al tamaño de los gobiernos en cada uno de ellos, en 2012, tomados del Índice de Libertad Económica que anualmente publican conjuntamente La Heritage Foundation (HF) y el Wall Street Journal (WSJ).

      Al respecto, y para iniciar el análisis, conviene dejar en claro los diferentes puntos de vista desde los cuales trabajan estas dos organizaciones. El WEF, con una concepción fundamentalmente analítica, caracteriza a la competitividad

      como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. El nivel de productividad establece el nivel de prosperidad que puede ser alcanzado por una economía. Determina además las tasas de rendimiento que las inversiones obtienen en una economía, las cuales, a su vez, son las principales impulsadoras de sus tasas de crecimiento. En otras palabras, mientras más competitiva sea una economía, mayores son sus posibilidades de un crecimiento rápido a lo largo del tiempo.61

      La HF y el WSJ, en cambio, con un enfoque claramente ideológico postulan que “aquellos países que practican alguna versión del capitalismo de libre mercado, con economías abiertas al comercio y a la inversión global tienen mejores resultados que los proteccionistas y rehúsan a establecer nexos económicos con otros” y añaden que “los gobiernos que dominan las economías de sus países empobrecen a sus ciudadanos a través del estancamiento económico”.62

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      Fuentes:a) World Economic Forum, The Global Competitiveness Report, 2013-2014, 15

      b) The Heritage Foundation, 2014 Index of Economic Freedom, páginas de los países respectivos

      En el cuadro 2.1, al analizar detenidamente el ordenamiento de los países y sus concordancias con las cifras correspondientes a las del tamaño de sus respectivos gobiernos, no es difícil llegar a las siguientes conclusiones:

      •Suiza, a pesar de tener cifras de carga impositiva y de gasto público equivalentes al doble de las correspondientes a Singapur, en competitividad está tan solo en un puesto por encima. De igual manera, Suecia, que en los indicadores en consideración llega a niveles el triple de los de Hong-Kong, también está a un puesto por delante, y Noruega, con una presencia del Gobierno muy superior a la que aparece en Taiwán, también está a un puesto de este país. En otras palabras, y en franca contravía con la dicotomía que nos ocupa, no deja de llamar la atención que países con distancias tan lejanas en sus ideologías estén tan próximos en sus capacidades competitivas.

      •Si se centra la atención en Finlandia, Alemania, Países Bajos y Reino Unido, se encuentra que, en promedio los porcentajes de carga impositiva (38,8 %) y de gasto público (49,7 %) están en plena concordancia con regímenes de “estados de bienestar” que prevalecen en esas naciones, pero estas siguen siendo parte de los 12 países más competitivos del mundo.

      •En el caso de Estados Unidos y Japón, a pesar de que las cargas impositivas y las del gasto público son muy parecidas, no se ha oído que se los considere exponentes del “libre mercado”, como Hong-Kong o Singapur, o de los “estados de bienestar” como Suecia o Noruega. Sin embargo, a pesar de su eclecticismo, se mantienen como miembros del club de los campeones mundiales en competitividad.

      En resumen, los resultados precedentes dicen que los 12 países tienen en común que han logrado llegar a la cima de la competitividad mundial como economías mixtas, por medio de combinaciones ingeniosas en las proporciones de participación de sus respectivos mercados y gobiernos, construidas en función del devenir histórico de sus circunstancias ecológicas, sociales, políticas y económicas de cada uno de ellos. Nuestra definición ampliada se sentiría muy en casa.

      CIENCIA VS. DISCIPLINA

      Según Schumpeter, erudito en estos temas, que la Economía sea ciencia o no intelectualmente no la hace ni de mejor ni de peor familia. A este respecto son lamentables, desde todo punto de vista, los esfuerzos ingentes que se han hecho en la profesión, y se siguen haciendo para tratar de estar, por medio del uso de virtuosismos matemáticos, a la par de los profesionales de la física, con el cuestionable afán de poder autocalificarse como “científicos” y, de este modo, pasar a ocupar categorías de presuntos intelectos superiores.

      En las ciencias naturales y biológicas, los diseños maestros de la materia y de los seres vivientes han existido desde hace millones de años. Lo que los humanos hemos hecho durante todo este tiempo es avanzar pasito a paso de preguntas a creencias, a descubrimientos y a grandes verdades sobre cómo funciona el universo. Lo hemos hecho con obstinación, primero a tientas y luego por intuición, para llegar, por fin, con el apoyo del método científico, a lo que Peter Watson llama “la sangre de la ciencia”: la capacidad de hacer predicciones precisas.63

      En la Economía, en cambio, simplemente no existen los diseños maestros del mercado, del Gobierno, del intercambio comercial y del resto de sus componentes. La humanidad ha ido creando al andar sus anatomías y sus fisiologías, con todos los aciertos y desaciertos que caracterizan todo lo que hacemos en este mundo. Y en lo que a predicciones se refiere, los economistas tenemos una muy bien ganada reputación de acertar solo de vez en cuando. Entendidos sobre este tema han llegado a la certeza de que la razón más evidente detrás de esta ineficiencia es que los sujetos de estudio en las ciencias sociales son seres pensantes capaces de construir sus propias verdades y de modificar, sobre la marcha, cualquier pronóstico.64 Como indica el físico Murray Gell-Man, ganador del premio Nobel: “Imagínense lo difícil que sería la física si las partículas estuvieran en capacidad de pensar”.65

      Por lo expuesto, mal se puede decir que la Economía