Encuadernación. Josep Cambras. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Josep Cambras
Издательство: Bookwire
Серия: Artes & Oficios
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788434243361
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más ligeras y en libros más pequeños. Por otra parte, los nervios serán cada vez menos aparentes y el libro resultará más elegante al ir decorado con hierros más pequeños. Estas encuadernaciones renacentistas pronto adquirirán una gran difusión y calidad, especialmente en Francia. Allí Jean Grolier reúne una célebre biblioteca con unos 3.000 libros bellamente encuadernados.

      Aparecen bien definidos tres estilos que se corresponden, a grandes rasgos, con los predominantes en Italia, más clásico; España, con mayor influencia islámica; y Francia, con hierros más pequeños y de donde partirán los estilos modernos.

      Desde el punto de vista de la encuadernación, el siglo XVII resulta un período extraño. Se trata de una época dominada por las grandes guerras de religión en toda Europa, muy vinculadas a las luchas políticas por la hegemonía. El libro desempeña un papel esencial en este contexto. Por un lado, los protestantes, con su interés en la difusión de la Biblia (austera, barata y abundante, con escaso interés por el lujo y la encuadernación), y por otro, la profunda desconfianza hacia los libros de la monarquía de los Austrias y la Inquisición (exceptuando la literatura de entretenimiento), que intentan alejar la producción editorial de la península Ibérica y concentrarla en Flandes y Venecia, ciudades más fáciles de controlar y menos peligrosas.

      El modelo de Francia

      De hecho, en este clima enrarecido por el fanatismo y la violencia sólo se salva un país: Francia, que está a punto de establecer su hegemonía continental a finales del período. Los franceses demuestran su gusto por la cultura y los libros con el desarrollo de importantes bibliotecas de libros cuidadosamente editados y encuadernados. Se trata de bibliotecas pertenecientes a la nobleza vinculada a la administración y al estado centralizado que empieza a diseñarse en Versalles.

      Este ambiente político afecta también a la producción editorial y a la encuadernación desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII. Francia se va a convertir en el modelo que hay que imitar. Por lo menos, en el impulsor de los nuevos estilos que se van a copiar en la mayor parte de Europa. La decoración tiende a hacerse más ligera y elegante. La piel que suele usarse es el tafilete, especialmente el rojo. También será en este período que en Francia habrá un interés por regular la profesión del encuadernador.

      De este período destacan varios estilos bien definidos: el llamado à la fanfarre, compuesto por tres filetes paralelos que enmarcan el campo decorado con pequeños florones dorados; el estilo semé, formado por la repetición de un único florón dorado pequeño (generalmente, una flor de lis); y a mediados del siglo XVII aparece la llamada encuadernación à la Duseuil, con el campo enmarcado por tres filetes y, en el centro, otro rectángulo formado por tres filetes con un florón en cada uno de los ángulos y un motivo heráldico o de armas en el centro.

      Otro estilo característico de este siglo es la llamada decoración en abanico, parecida a la anterior pero con el rectángulo central decorado con cuatro motivos “en abanico”. Éste es un motivo decorativo muy utilizado en España y de donde podría ser originario para ser difundido a través de encuadernaciones francesas posteriores. En España parece darse desde finales del siglo XVI y en Francia e Italia se populariza a fines del siglo XVII. En este mismo período también se generalizan las decoraciones en mosaico.

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      Jean Grolier (siglo XVI).

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      Officium Beatae Mariae Virginis. Decoración en abanico (1652).

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      Encuadernación renacentista (siglo XVI).

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      Bella encuadernación a la fanfarre (principios del siglo XVII).

      El siglo XVII y el siglo XIX

      El siglo XVIII: la perfección del libro

      El siglo XVIII ha sido definido como el siglo de la Ilustración, de la Enciclopedia, de los libros en definitiva. No sólo en cantidad, sino también en calidad de contenidos, libertad de edición y pensamiento, y calidad de impresión; todo ello sin precedentes en la historia. También destaca por la calidad e interés de sus encuadernaciones, especialmente las que se realizan en España. Los nuevos reyes Borbones borran de un plumazo la nefasta política referente a los libros de los últimos Austrias, y favorecen, a imagen y semejanza de Francia, la producción editorial, la difusión y la protección del libro. Incluso Felipe V promulga un decreto que prohíbe la importación de libros encuadernados. Las tapas de los libros extranjeros son arrancadas en las fronteras, ante la protesta furiosa de los libreros. Ello será el punto de partida para el desarrollo de una encuadernación original. Paralelamente la corte de palacio y el Estado se convierten en buenos clientes, protectores y mecenas de la encuadernación (y del libro en general). De este período destaca la obra de Antonio de Sancha, librero editor y encuadernador de corte y considerado un dorador excepcional.

      En esa época Francia continúa siendo el modelo de referencia, pero aparece cada vez con mayor fuerza un estilo inglés y un estilo propio en la corte española, que imita la forma de las encuadernaciones francesas, pero las trata con un lenguaje personal. Los nervios están muy poco pronunciados, el título se generaliza en el lomo y se estila colocar un filete o una rueda en los cantos de las tapas. Las pieles que se utilizan suelen ser los tafiletes, sobre todo rojo, pero también verde oliva, azul o, incluso, amarillo. Los mosaicos son así mismo más frecuentes.

      La encuadernación de este período es la llamada en Francia à la dentelle, creada por Padeloup, el encuadernador de la corte de Luis XV y uno de los modelos europeos. Utiliza un marco compuesto por multitud de pequeños hierros entrelazados formando una orla o imitando este efecto, con una rueda. En general, predominan los florones ornamentales y de formas curvadas, de acuerdo con la moda rococó imperante, formas que tienden a simplificarse durante el reinado de Luis XVI. El motivo central suele ser en forma de caparazón o similar.

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      Maravilloso ejemplar de estilo imperio (siglo XVIII).

      En esta época la encuadernación de baja calidad en pergamino entra en decadencia. Cada vez se usarán más las encuadernaciones “baratas” realizadas con simples cartones y, especialmente, con la llamada pasta española. El fin del Antiguo Régimen con la Revolución creará un período de decadencia en las encuadernaciones de lujo, que será ocupado por las producciones de otros países, entre ellos España. Aquí destaca la obra de Gabriel de Sancha, hijo de Antonio, y que había estudiado encuadernación en París y Londres. Sin embargo, también hay otros encuadernadores de calidad en este período en el que se encuentran nombres tan destacados como Gabriel Gómez.

      El siglo XIX y las primeras producciones industriales

      El siglo XIX es el gran siglo del libro y de la literatura. Nunca anteriormente los libros tuvieron una difusión y una función social mayores. Durante el siglo XX deben compartir protagonismo con los medios audiovisuales, pero durante el siglo XIX se convierten en el medio de la cultura, de la distracción, de la información, etc. Ello se debe a una creciente industrialización, capaz de poner en circulación un número sin precedentes de ejemplares, abaratando su precio y colocando el libro al alcance de una parte importante de la población, convirtiéndolo así en un objeto de consumo, de cultura y de distracción.

      Esto va a conducir a la existencia de una compleja vía para la encuadernación: por un lado se mantienen las encuadernaciones de lujo con las que se pretende distinguir (y revalorizar) algunos libros