En tercer lugar, Dios usa el reproche de los malos a modo de vacuna, de medicina preventiva contra el pecado del cual los malos les acusan. En los creyentes conviven la naturaleza renovada con la no renovada, y si Dios los dejara a su aire en todo momento, serían incapaces de protegerse a si mismos adecuadamente y evitar el caer de un modo cierto y real en el pecado del cual los malos los acusan falsamente. Dios utiliza las lenguas viperinas de los malvados como advertencia contra ese pecado, para que viendo cuanto se regocijan los impíos de poderles acusar del mismo, aunque sea falsamente, se prevengan contra él, preguntándose: ¿cuánto más no se regocijarían si fuera cierto? Esto debe servirme de advertencia para protegerme en el futuro contra este pecado día tras día. Rogaré con mayor fervor implorando protección contra ese pecado, y con la ayuda de Dios, jamás tendrán ocasión de poder regocijarse en mi caída. Estoy convencido de que son muchos los hijos que pueden decir por propia experiencia, que nunca se hubieran preocupado y nunca habrían orado pidiendo protección de tal o cual pecado, de no ser porque Dios utilizó las lenguas de los impíos como elemento de prevención. Todo hombre o mujer piadoso, cuando se le acusa falsamente, puede decir: «Ciertamente, aunque no tenía constancia de ello en mi corazón, tan solo por la misericordia de Dios es que no he caído realmente en este pecado de cual me acusan; pues de no ser porque Dios valló mi camino con espinas, no me habría librado de él».
En cuarto lugar, permitiendo las falsas acusaciones Dios ejercita a los suyos a sobrevivir bajo cualquier tipo de circunstancias, en buena fama y en mala fama, aunque esta última sea falsa e injusta, y de manera especial les enseña a acercarse más a él y a confiar en él, sea cual sea la situación que atraviesen, como leemos en el Salmo 47: “Todo el día mi ignominia está delante de mí, y la vergüenza de mi rostro me ha abrumado por la voz del que me reprocha y vitupera, por la presencia del enemigo y del vengativo. Todo esto nos ha sobrevenido, pero no nos hemos olvidado de ti, ni hemos faltado a tu pacto”.117
En quinto y último lugar, permitiendo que nos acusen falsamente, Dios nos enseña a no juzgar precipitadamente a los demás; pues quién ha sido él mismo acusado injustamente, está claro que no prestará oído a rumores y murmuraciones, ni atenderá a informes dudosos sobre su prójimo; se asegurarán tres veces de la veracidad de una cosa antes de creerla, y sabrá cómo consolar a otros que se hallen en condiciones semejantes a las que él ha tenido que atravesar. De ese modo Dios transforma el bien en mal; convirtiendo a los malvados en servidores a favor de su pueblo, a pesar de que ellos piensen todo lo contrario y sigan convencidos de que le están masacrando. Pues Dios utiliza a los malvados a modo la vara y espátula para rascar en los que son suyos todo el óxido del orgullo personal, haciendo que reluzca en ellos el brillo de su gracia; y para corregir la falsa seguridad en sí mismos; y cuando la vara ha hecho su función, es arrojada al fuego. Así es cómo Dios transforma las falsas acusaciones de los malvados en beneficios para su pueblo.
ZEPHANIAH SMYTH
en un sermón titulado “The Malignant’s Plot, or. The Conspiracie of the Wicked agains the Just” predicado en Eyke, Suffolk el 23 de Junio de 1647
Vers. 12. Me devuelven mal por bien, para afligir a mi alma. [Me devuelven mal por bien, para afligir a mi alma. RVR] [Me devuelven mal por bien para aflicción de mi alma. LBLA] [Me devuelven mal por bien, causando desolación a mi alma. BTX] [Me devuelven mal por bien, y eso me hiere en el alma. NVI] [Me devuelven mal por bien, todos me han abandonado. BLP] [Me pagan mal por bien y estoy enfermo de desesperación. NTV]
Me devuelven mal por bien. Esto es un proceder diabólico; pero los impíos han aprendido de carretilla esta lección enseñada por el viejo Destructor, y la practican a la perfección, con una habilidad pasmosa.
Para afligir a mi alma.118 Le despojaron de todo consuelo, y hubieran acabado quitándole la vida de no haber sido por los oportunos rescates llevados a cabo por la mano de Dios. El deseo de los malvados sería dejar al justo desnudo y arrancarle incluso el alma si pudieran, no saben lo que es piedad. Lo único que limita la maldad humana son las barreras que Dios mismo considera oportuno establecer.
C. H. SPURGEON
Me devuelven mal por bien, para afligir a mi alma. La envidia que tenían a David ahondaba sus raíces en el bien que había hecho al matar a Goliat,119 matar a sus diez mil filisteos,120 y salvar con ello a su rey y a su país; pero Saúl y sus cortesanos le odiaban por ello y procuraban matarle.121 Así fue también con nuestro Señor Jesucristo, por todo el bien que había hecho al pueblo judío curando sus cuerpos, sanando sus enfermedades y predicándoles el evangelio para beneficio de sus almas, fue premiado con reproches y persecuciones, y al final con el oprobio de una muerte ominosa en la cruz. Y lo mismo les sucede a sus seguidores. Pero este es un mal que no quedará sin castigo, como bien nos recuerda el autor del libro de los Proverbios: “Al que devuelve mal por bien, el mal no se apartará de su casa”.122
JOHN GILL [1697-1771]
“Exposition of the Old Testament”, 1748
Y eso me hiere en el alma.123 No alcanzaron a dañar su cuerpo físico, pero hirieron su alma; no lograron desvalijarle pero le robaron el consuelo. Despojaron su alma cual viuda que pierde a los hijos en los cuales tenía su amparo y deleite (este es el sentido aquí de la palabra hebrea שְׁכ֣וֹל šəḵōwl). No se conformaron con convertirle en un prófugo desterrado, sino que con malicia perversa trataron de arruinarle moralmente, de acabar con él como persona atacando su nombre y reputación, algo tan preciado y querido para David como sus propios hijos e hijas, o incluso como su propia alma. La peor lesión que se puede infligir a un alma piadosa es mediante calumnias, pues hacen que el hombre interior se alce en pie de guerra: alteran el equilibrio y la paz de la mente; impiden una meditación y contemplación sosegada; y tienden a interrumpir la comunión con Dios. Con ello la naturaleza espiritual se debilita, y el alma se siente expoliada y gravemente herida.124
C. H. SPURGEON
Vers. 13. Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno. [Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de sayal; afligí con ayuno mi alma, andaba repitiendo en mi pecho mi oración RVR] [Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho. LBLA] [Yo en cambio, estando ellos enfermos, me vestía de cilicio, y afligía mi alma con ayuno, hasta que mi súplica a favor de ellos me era concedida. BTX] [Pues cuando ellos enfermaban yo me vestía de luto, me afligía y ayunaba. ¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones! NVI] [Pero yo, cuando ellos enfermaban, me vestía con tela de saco, ayunando me mortificaba y no dejaba de orar dentro de mí. BLP] [Sin embargo, cuando ellos se enfermaban, yo me entristecía; me afligía a mí mismo ayunando por ellos, pero mis oraciones no tenían respuesta. NTV]
Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de sayal.125 David había sido un hombre cordial y volcado a los demás; cuando Saúl enfermó había llorado amargamente, expresando abiertamente su dolor cual si se tratara un amigo cercano y querido. Su corazón se entristeció profundamente de ver a su señor enfermo.
Afligí con ayuno mi alma. Oró fervientemente intercediendo por su enemigo, haciendo de su dolencia una cuestión suya personal, implorando y confesando cual si hubiera sido su propio pecado la causa de la enfermedad que le aquejaba. Lo que demuestra el espíritu noble de David, y agrava enormemente la bajeza de los que con tanta crueldad ahora le perseguían.
Y mi oración regresó a mi propio seno.126 La oración nunca se pierde; si no logra bendecir a aquellos por quienes hemos intercedido,