C.H. SPURGEON
Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad.92 Largaos con viento fresco y las alforjas vacías, porque el fin que buscabais, esto es, mi muerte, por ahora no lo vais a conseguir; porque el Señor ha oído la voz de mi llanto, es decir, me ha concedido la gracia por la que le rogué lágrimas.
THOMAS WILCOCKS [1549-1608]
“A Right Godly and Learned Exposition upon the whole Booke of Psalmes”, 1586
Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad. ¿Acaso no es responsabilidad de los miembros de la iglesia evitar un exceso de familiaridad con personas mundanas? Soy consciente de que el ser humano es una criatura social, pero esto no disculpa la falta de cuidado de algunos a la hora de elegir sus amistades. Las aves del cielo y las bestias del campo también gozan de agruparse en compañía, pero eluden la heterogénea: «Las aves del mismo plumaje siempre vuelan juntas».93 Me causa preocupación ver cómo muchas personas que pasan por prominentes, de un elevado prestigio en la gracia y santidad, no distinguen muy bien la diferencia entre lo natural y lo regenerado, el pecado y la gracia, el viejo y el nuevo hombre,94 y valoran todas las amistades al mismo nivel.
LEWIS STUCKLEY [1621-1687]
“The Gospel Glass”, 1667
Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. ¡Qué cambio tan repentino en el ánimo del salmista! Razón tenía Lutero en afirmar: «La oración hace al alma lo que la sanguijuelas al cuerpo: chupa el veneno y baja la hinchazón».95 «La oración, –afirma otro autor–, actúa de exorcista, conjurando el pecado y la miseria» Y Bernardo96 exclama al respecto: «¡Cuántas veces habré comenzado a orar casi desesperado, para concluir triunfante, con la garantía del perdón!». Eso mismo es lo que hace aquí David, “Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto”. ¡Qué mensaje tan rotundo a sus enemigos! ¡Fuera! ¡Largaos! ¡Esfumaos! Un vocabulario habitual para demonios y perros, pero apropiado también para personajes de la calaña de Doeg97 y Semeí.98 Y eso mismo dirá el Hijo de David a sus enemigos cuando llegue el día del Juicio.99
JOHN TRAPP [1601-1669]
“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657
Jehová ha oído la voz de mi llanto. El llanto tiene voz propia, y así como la música se escucha de más lejos y suena más armoniosa sobre el agua que sobre tierra firme,100 también las oraciones empapadas en lágrimas claman con mayor intensidad en los oídos de Dios, y emiten una música más dulce que cuando están ausentes de llanto. Después de que Antípatro101 escribiera a Alejandro Magno,102 una extensa carta contra su madre Olimpia de Epiro,103 el insigne conquistador griego le respondió: «Una sola lágrima de mi madre es suficiente para lavar todos sus errores». Así es también con Dios. Una sola lágrima penitente es un embajador incuestionable, y nunca regresa del trono de la gracia con las manos vacías.
JOHN SPENCER [1559-1614]
“Things Old and New”, 1658
Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad. El salmista llama a los malos “hacedores de iniquidad”, porque siempre están dispuestos a pecar; aprovechan cualquier marea104 y su espíritu les arrastra constantemente a obrar el mal. Y no superficialmente sino a fondo; no se limitan a morder el anzuelo con aprehensión y solo un poco (como hacen a menudo las personas buenas), sino que se lo tragan entero con avidez, de la punta a la paleta y si pueden hasta el flotador. Se sumergen en el pecado y lo practican a conciencia, hacen de pecar su oficio y su modo de vida, por lo que son “hacedores de iniquidad”.
JOSEPH CARYL [1602-1673]
Jehová ha oído la voz de mi llanto. Puede que alguno diga «mi constitución me impide llorar, antes conseguiría exprimir una roca que arrancar de mis ojos una lágrima». Bien, pero si no eres capaz de llorar por tu pecado, ¿tampoco puedes experimentar aflicción? Lo que vale realmente es el sentimiento, la actitud, el duelo interior. Puede haber dolor intenso donde no hay lágrimas; el recipiente del arrepentimiento puede estar lleno a rebosar aunque carezca de respiradero. El Señor no valora tanto los ojos que lloran sino el corazón quebrantado;105 aunque yo personalmente jamás interrumpiría una sola lágrima de nadie que vea llorar de contrición. Dios contempló las lágrimas de Ezequías: “y he visto tus lágrimas”.106 Y las lágrimas de David sonaron a música en los oídos de Altísimo: “el Señor ha oído la voz de mi llanto”. Lágrimas resbalando cual perlas de los ojos de un penitente son un espectáculo sublime, digno de ser contemplado por ángeles.
THOMAS WATSON [1620-1686]
“Saint’s Spiritual Delight”, 1660
Jehová ha oído la voz de mi llanto. Con frecuencia Dios escucha la voz de nuestras miradas suplicantes, y la voz de nuestras lágrimas, mucho mejor que la de nuestras palabras; pues en ellas es el propio Espíritu el que intercede por nosotros.107 Esos gemidos y lágrimas108 que dicen aquello que no alcanzamos a pronunciar; inexpresables, 109 como lee Tertuliano110 en ese texto. Lágrimas simples y devotas, portadoras de una piedad profunda y contrición intensa, imposibles de hacer llegar con palabras a oídos de Dios; lágrimas tan hondas que a veces ni siquiera somos capaces de verter, no ya con palabras, sino como propias lágrimas. Pero así como Dios ve el agua del manantial en las entrañas de la tierra mucho antes de que salga burbujeando a la superficie, ve también las lágrimas en el corazón del ser humano mucho antes de que resbalen por sus mejillas; y escucha el llanto interior de esa alma afligida, traspasada de tal modo por el dolor que ni siquiera se siente capaz de derramar lágrimas. Esa maravillosa capacidad expresiva de los ojos, que les permite transmitir sin vocablos el dolor que alberga el corazón, es una ventana al interior a través de la cual Dios contempla un corazón húmedo en unos ojos secos. El Señor escucha voluntad de arrepentimiento en simples suspiros, en balbuceos que no llegan a palabras, pero en los que tanto se deleitan los padres cuando sus hijos aún no alcanzan a hablar. El pecador penitente utiliza paradójicamente un lenguaje ininteligible para forjar una oración más expresiva. Y es precisamente ese tipo oraciones de David, oraciones con voz pero sin palabras, a las que Dios había prestado oído, y que lo llevan a exclamar agradecido y henchido de santa confianza: “El Señor ha oído… el Señor oirá”.111
JOHN DONNE [1573-1631]
“Sermons preached uponthe Petitential Psalms”
Vers. 9. Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración. [Jehová ha escuchado mi ruego; ha acogido Jehová mi oración. RVR] [El Señor ha escuchado mi súplica; el Señor recibe mi oración. LBLA] [YHVH ha escuchado mi súplica, YHVH ha recibido mi oración. BTX] [El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración. NVI] [El Señor ha escuchado mi ruego, el Señor ha acogido mi súplica. BLP] [El Señor ha escuchado mi ruego; el Señor responderá a mi oración. NTV]
Jehová ha escuchado mi súplica. El Espíritu Santo había fraguado en la mente del salmista la certeza de que