“Mystical bedlam, or the world of mad-men”, 1615
Vers. 6, 7. Los problemas del alma conllevan por regla general profundos dolores del cuerpo, y el que los padece se siente herido y angustiado por todos lados. “Nada hay sano en mi cuerpo a causa de tu ira” exclama David en otro salmo.72 Y Job lo reitera con estas palabras: “las saetas del Todopoderoso están clavadas en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu”.73 El dolor en el corazón atenaza el cuerpo físico debilitando sus facultades y haciendo sus movimientos más lentos; y la persona afectada acaba por desfallecer y consumirse poco a poco. Por ello exclama otro salmista, Hemán ezraíta,74 “mi alma está saturada de males, y mi vida está al borde del Seol”.75 Esta angustia interior hace que nuestras fuerzas decaigan y nuestra resistencia se derrita cual cera ante el fuego; la tristeza ofusca el espíritu, oscurece el juicio, ciega la memoria, nubla la parte lúcida de la mente, convierte lo agradable en desagradable y hace que la lámpara de la vida se extinga progresivamente. En semejante condición la persona palidece, se torna lánguida, sombría y abatida como presa de gran temor y consternación; y sus movimientos se ralentizan, como si todo ánimo y energía le hubieran abandonado Un corazón alegre beneficia al cuerpo cual medicina; pero un espíritu triste carcome los huesos. De ahí que en la Escritura encontremos con tanta frecuencia frases como: “Se volvió mi verdor en sequedades de estío”;76 “estoy como un odre ahumado”;77 “abatida hasta el polvo está mi alma”;78 “mi rostro está inflamado con el llanto, y mis párpados ensombrecidos”;79 “de noche taladra mis huesos el tormento, y los dolores que me roen no reposan. Con gran fuerza me agarra de la ropa; me ciñe como el cuello de mi túnica. Él me derribó en el lodo, soy semejante al polvo y a la ceniza”.80 A veces, los problemas del alma comienzan a partir de la debilidad o enfermedad del cuerpo. Una larga y penosa dolencia, sin ninguna perspectiva de solución, hace que en el transcurso del tiempo hasta el alma más esforzada se angustie y desfallezca. David estaba acostumbrado a lidiar con la enfermedad y la ira de sus enemigos; pero cuando le vemos afrontar situaciones de esta índole en los Salmos, vemos que siempre lo relacionó con su pecado y, a causa de este, a una aprehensión de la ira de Dios. Un ejemplo claro lo tenemos en el presente salmo: basta con comparar los versículos 1 y 2 con el 5 y 6 para entender los motivos sus las consecuencias. Todas las angustias del salmista corren en una misma dirección y desembocan en un mismo pensamiento: que Dios se había convertido en su enemigo. Con frecuencia, cuando nuestro dolor es largo e intenso, ineludible y sin solución aparente, comenzamos a cuestionar la sinceridad de nuestra actitud hacia Dios, muy a pesar de que al principio sintamos aversión o rechazo a ello. Pero la debilidad prolongada del cuerpo hace que el alma se vuelva más susceptible a la irritación y al rechazo.
TIMOTHY ROGERS [1660-1729]
“A Discourse on Trouble of Mind, and the Disease of Melancholy”, 1691
Vers. 7. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores. [Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores. RVR] [Se consumen de sufrir mis ojos; han envejecido a causa de todos mis adversarios. LBLA] [Mis ojos están enturbiados de tanto sufrir, se han envejecido a causa de todos mis adversarios BTX] [Desfallecen mis ojos por causa del dolor; desfallecen por culpa de mis enemigos. NVI] [Mis ojos se consumen de dolor, envejecen de tanta tristeza. BLP] [El dolor me nubla la vista; tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos. NTV]
Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores. Así como la visión de un anciano se oscurece con el transcurso los años, David afirma que sus ojos están enrojecidos y se han vuelto débiles a causa del llanto.81 A menudo la condena moral ejerce tales efectos secundarios sobre el cuerpo físico, que incluso los órganos externos presentan deterioro.82 ¿Puede esto explicar las convulsiones y ataques de histeria que algunos han experimentado durante los avivamientos en Irlanda al sentir una profunda convicción de pecado?83 ¿Tanto ha de sorprendernos que algunas almas impactadas caigan de pronto al suelo dando gritos y comiencen a llorar desaforadamente, cuando vemos que el propio David nadaba en lágrimas, y envejeció súbitamente bajo el peso de mano de Dios? ¡Ay hermanos! ¡Verse de pronto uno mismo como un pecador condenado por el tribunal de Dios no es algo que pueda tomarse a la ligera! El lenguaje y expresiones que encontramos en este Salmo no son ni forzadas ni desmedidas, antes bien perfectamente naturales en alguien que se ve a sí mismo inmerso en tan deplorable situación.
C.H. SPURGEON
Mis ojos se consumen de dolor. Muchos utilizan estos ojos maravillosos que Dios les ha dado a modo de velas encendidas para iluminar su camino al infierno. Y Dios les corresponde en calibrada justicia: al ver sus mentes cegadas por la concupiscencia de su ojos, los deseos de su carne, y la soberbia de su vida, les envía una enfermedad que debilita su visión, antaño tan aguda al servicio del diablo. En el fondo es su propia lascivia la causa de que se debilite en ellos algo tan esencial como es la vista.
A causa de todos mis angustiadores. Cuando los piratas avistan un bajel vacío, pasan de largo; pero si va cargado con mercancías preciosas, se lanzan al abordaje. De igual modo, si un hombre no posee la gracia en su interior, Satanás pasa de largo considerándolo una presa inútil; pero si comprueba que va cargado de virtudes espirituales preciosas, como el amor, la gracia y el temor de Dios, tratará inexorablemente de arrebatárselas por todos los medios posibles.84
ARCHIBALD SYMSON [1564-1628]
“A Sacred Septenarie or A godly and fruitful exposition on the seven Psalmes of repentance”, 1623
Mis ojos se consumen de dolor. Esos mismos ojos que miraron y codiciaron con lascivia la mujer de su prójimo, se ven ahora debilitados y oscurecidos por el dolor y la ignominia. Lloró hasta quedar prácticamente ciego.
JOHN TRAPP [1601-1669]
“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657
Vers. 8. Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi lloro. [Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. RVR] [Apartaos de mí, todos los que hacéis iniquidad, porque el Señor ha oído la voz de mi llanto. LBLA] [¡Apartaos de mí, hacedores de maldad! Porque YHVH ha oído la voz de mi llanto. BTX] [¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el Señor ha escuchado mi llanto! NVI] [¡Alejaos de mí, malvados, porque el Señor ha escuchado mi llanto! BLP] [Váyanse todos los que hacen el mal, porque el Señor ha oído mi llanto. NTV]
Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. Hasta aquí todo ha sido tristeza y desconsuelo, en adelante:
¡Descolgad vuestras arpas de los sauces 85
vosotros, santos que andáis temblorosos! 86
Es preciso que haya momentos de llanto, pero han de ser cortos. ¡Salid, salid ya de vuestras mazmorras y levantaos de los estercoleros!87 ¡Dejad a un lado el saco y la ceniza!88 Porque el llanto puede durar toda la noche, pero pronto vendrá la alegría de la mañana.
Arrodillado ante Dios, David encontró la paz, y tan pronto se levanta comienza a barrer a los malvados de su casa: “Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad”. El mejor remedio que tenemos contra los malvados es separarnos de ellos cuanto más mejor. «Largaos, no puedo mantener comunión con vosotros». El arrepentimiento exige de la praxis. No basta con lamentar la profanación del templo de nuestro corazón, es preciso expulsar a los vendedores y compradores azotándoles con cuerdas y volcar las mesas de los cambistas.89 El pecador perdonado odia los pecados que costaron la sangre de su Salvador. La gracia y el pecado son vecinos irreconciliables, y bien la una o el otro deben ir fuera.
Porque Jehová ha oído la voz de mi llanto.90