El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eliseo Vila
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788417131753
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AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] hace esta peculiar interpretación: «“Sepulcro abierto”. Atraen a los incautos mediante engaños y lisonjas y los inducen a pecar de la manera más sutil: asimilándolos paulatinamente a sus propias costumbres, hábitos y pautas de comportamiento, es decir: los “tragan”. Por ello el salmista les aplica con propiedad el nombre de sepulcros abiertos; pues sus víctimas, al quedar atrapadas en el pecado y alejadas de la vida verdadera, son muertos espirituales; y los mismos sepulcros dan acogida a los cadáveres de quienes primero han dado muerte induciéndoles al pecado con sus lisonjas, tragándoselos luego hasta asimilarlos con su propia putrefacción».

      98 Hemos traducido el texto según figura en el original inglés aunque no hemos logrado encontrar referencias históricas de este hecho citado por Spurgeon. Suponemos que se refiere a NAPOLEÓN BONAPARTE [1769-1821], y el PAPA PIO VII [1742-1823], que mantuvieron una relación muy conflictiva y turbulenta llegando al punto de tenerle preso por más de dos años en el Palacio de Fontainebleau.

      99 La versión griega de los LXX o Septuaginta dice: κρίνω αὐτός, que la Vulgata traduce al latín como: “judica illos Deus”, “júzgalos Dios”. JUAN CRISÓSTOMO [347-407] comenta al respecto: «No dice “castígalos” sino “júzgalos” y pon fin a sus maldades. Lo cual, en cierto sentido, más que una condena o deseo de venganza, no deja de ser una manera de ayudarles y de pedir por ellos: Señor desbarata sus planes para que no puedan seguir acumulando maldad y haciéndose daño a ellos mismos». Así ha de ser toda oración de un cristiano, en humildad y mansedumbre. Decir “castígalos” es dictar nosotros la sentencia; decir “júzgalos” es exponer el problema dejando la decisión en las manos de Dios.

      100 Mateo 21:18-19; Marcos 11:12-14, 20.

      101 Apocalipsis 18:20.

      102 Mateo 3:10; Lucas 3:9.

      103 Deuteronomio 27:15-26.

      104 Salmo 1:1-3 y Salmo 1:4-6. Salmo 2:1:3 y Salmo 2:4-12. Salmo 3:3-6 y Salmo 3:7-8. Salmo 4:2-3 y Salmo 4:2 y Salmo 4:3.

      105 Éxodo 15:2; Salmo 118:14; Isaías 12:2.

      106 CASIODORO [485-583] en su “Expositio Psalmorum” hace esta admirable reflexión: «No podía el salmista encontrar una forma más bella y delicada de concluir este precioso salmo que con estas palabras: “lo rodeas de tu favor”. Son de tanta enjundia que por más libros que se escribieran sobre ellas no bastarían para explicar la profundidad de su significado. “De tu favor” dice, sí, porque el “llamamiento” de Dios antecede a cualquier mérito por nuestra parte; no llama a los merecedores o dignos, sino que es Él quien los hace merecedores y dignos. Es por eso que nuestra salvación se considera una acción de la gracia, de lo contrario sería un acto de justicia. Es “su favor” el que nos rodea cual escudo y nos atrae hacia él. Por nosotros mismos no podemos hacer nada provechoso, ni pensarlo siquiera, si antes no lo recibimos del Autor de todo bien, como nos dice el apóstol: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 3:5)».

      107 AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] le da la siguiente interpretación: «“Bendecirás al justo”: Esta bendición otorgada a los justos consiste en ser justificados y glorificados. Pero no pueden ser justificados sin una llamada previa, que no es atribuible a la voluntad personal, sino exclusivamente a la gracia de Dios. Por cuanto: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23); pero: “a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8:30). Por tanto, la llamada no es imputable a nuestros méritos, sino únicamente a la buena voluntad y misericordia divina. Es por ello que el salmista añade: “como con un escudo lo rodearás de tu favor”. Es decir: la buena voluntad y la misericordia de Dios van por delante de nosotros para llamarnos al arrepentimiento. Por eso exclama el apóstol: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica (…) Y si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:31-33) “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 8:10). Este es el escudo más impenetrable que existe y ante cuya visión el enemigo retrocede, por mucho que trate, zarandeándonos con tentaciones y tribulaciones, de hundirnos en la desesperanza y llevarnos a dudar de nuestra propia salvación».

      108 Se refiere a HENRY AINSWORTH [1571-1622], teólogo inglés no conformista, nacido en Swanton Morley, Norfolk, educado en el Caius College de Cambridge y posteriormente exilado y afincado en Ámsterdam. Erudito y reconocido especialista en hebreo bíblico, fue autor de numerosas obras, entre las que destacan sus traducciones anotadas o comentarios a Génesis (1616); Éxodo (1617); Levítico (1618); Números (1619); Deuteronomio (1619) Salmos (incluyendo una versión métrica, 1612); y el Cantar de los Cantares de Salomón (1623). Su obra Psalms, The Book of Psalms: Englished both in Prose and Metre with Annotations [Ámsterdam, 1612], que incluye en una separata treinta y nueve melodías monofónicas de salmos, es conocida como el Ainsworth Psalter, “El Salterio de Ainsworth”, único libro de música que los peregrinos puritanos llevaron a Nueva Inglaterra en 1620, posteriormente revisado y convertido en el Bay Psalm Book, y que tuvo una influencia fundamental en la primitiva salmodia norteamericana

      109 Esta idea parte de la versión griega de los LXX o Septuaginta que usa aquí la palabra στεφανόω y dice: ὅπλον εὐδοκία στεφανόω ἐγώ que la Vulgata traduce al latín como “Domine ut scuto bonae voluntatis coronasti nos”, “Nos has coronado, Señor, con tu buena voluntad como con un escudo”. JERÓNIMO DE ESTRIDÓN [347-420] lo interpreta de este modo: «¿Tiene sentido –os preguntaréis– coronar a alguien con un escudo? Se corona con laurel, con flores, con oro y piedras preciosas. Pero, ¿cómo se puede coronar con un escudo? Sí, porque el escudo del Señor es una “corona de favores y misericordias” (Salmo 103:4). Dios mismo es nuestro escudo y es a la vez nuestra corona; nos protege con el escudo de su favor, y nos corona por su justicia con la victoria».

      110 Romanos 8:31.

      111 Lucas 22:31-32.

      112 1 Pedro 5:8-9; 2 Timoteo 4:17.

      113 Apocalipsis 12:12

      114 Job 1:12;.

      115 Apocalipsis 20:1-2. La interpretación amilenial de estos versículos considera que Satanás está ya atado durante la edad presente, y por tanto, hay que entender el comentario del autor en este sentido.

      116 Se refiere al viaje de Lutero a Augsburgo en Octubre de 1518 para entrevistarse con el legado papal CARDENAL TOMÁS CAYETANO [1469-1534], a petición de su protector FEDERICO III EL SABIO, Elector de Sajonia [1463-1525], bajo promesa firme recibida de parte del Cardenal de que trataría a Lutero «con paternal mansedumbre», y se lo devolvería sano y salvo aunque se negara a retractarse.

      SALMO DEL ENFERMO

      Título: «Al músico principal; en Neginot, sobre Seminit. Salmo de David.» Este salmo se conoce comúnmente como el primero de los Salmos Penitenciales, (los otros seis son el 32, 38, 51, 102, 130 y 143), y ciertamente su lenguaje encaja a la perfección en labios de un penitente, pues expresa a la vez el dolor (versículos 3, 6, 7), la humillación (versículos 2 y 4), y el odio al pecado (versículo 8), que son señales inequívocas del espíritu contrito cuando se vuelve de nuevo hacia a Dios.1 ¡Engendra en nosotros, oh Espíritu Santo, el verdadero arrepentimiento que no necesita arrepentirse!

      El título de este salmo es “Al músico