En los mapas topográficos podemos distinguir tres partes: el campo, el marco y el margen. Cada parte engloba una serie de elementos.
El campo contiene la representación del territorio a escala, es decir, el mapa propiamente dicho. El marco separa el campo del mapa de su margen, recogiendo los sistemas de referencia empleados: las coordenadas geográficas aparecen normalmente en las cuatro esquinas del mapa topográfico, mientras que las coordenadas U.T.M. están rotuladas a lo largo y ancho del marco. Por su parte, el margen recoge toda la información necesaria para la correcta interpretación del mapa: designación de zonas e identificación de los cuadrados de 100 km en las coordenadas U.T.M., escala (numérica y gráfica), proyección cartográfica empleada, declinación magnética, punto de origen altitudinal (nivel medio del mar en Alicante), equidistancia de las curvas de nivel, leyenda (todo tipo de signos convencionales que rotulan el mapa), e incluso otros datos complementarios (estadísticos, demográficos, administrativos, vértices geodésicos, etc.).
La información complementaria que, por cuestiones de formato de la hoja, no aparezca en el margen normalmente es recogida en el reverso del mapa.
LA ESCALA DE LOS MAPAS
La escala de un mapa es la proporción que existe entre la realidad y su representación en el plano. Dicho de otra forma, la escala es la relación numérica que existe entre la distancia que medimos sobre un mapa y su distancia equivalente medida sobre la superficie terrestre (sobre el terreno). Su expresión matemática es la siguiente:
donde d es la distancia medida en el mapa, D es la distancia medida en el terreno y X es el denominador de la escala del mapa.
La relación de proporcionalidad de la escala implica el empleo obligado de las mismas unidades de medida en el plano y en el terreno, aunque, lógicamente, una vez realizada la relación numérica, adaptaremos las unidades de medida que utilicemos a las medidas más usuales o convencionales, tanto en el plano como en el terreno. Veamos un ejemplo:
Un mapa con una escala 1:50.000 expresa que 1 cm del mapa equivale a 50.000 cm sobre la superficie terrestre. (¡Atención! porque podíamos haber empleado cualquier otra unidad de medida con la precaución de emplear siempre la misma en la realidad y en el plano, en el numerador y en el denominador: dm, mm, palmos, pies, pulgadas, varas aragonesas o castellanas, etc. Un palmo del mapa son 50.000 palmos en la realidad...) Como no resulta lógico hablar de 50.000 cm sobre el terreno, concluiremos la razón con una sencilla conversión: 50.000 cm son 500 m (0,5 km), es decir, en una cartografía escala 1:50.000, 1 cm del mapa equivale a 0,5 km del terreno.
La escala, como vemos, viene definida por una fracción o relación numérica. Es lo que denominamos escala numérica. Pero, normalmente, también viene acompañada por una escala gráfica que consiste en un segmento subdividido o graduado según la realidad (km, m). Este recurso facilita una lectura rápida de las distancias del mapa (a veces incluso de un vistazo), ya que nos permite transportar a la escala gráfica medidas realizadas en el mapa (por ejemplo, con un compás o una regla), siempre que no sean demasiado grandes. La propia cuadrícula U.T.M. de 1 km, impresa sobre muchos mapas topográficos, facilita las lecturas de las distancias como si de una escala gráfica se tratase.
Pequeña y gran escala
Lógicamente, la escala condiciona el detalle y la precisión del terreno cartografiado. Hablaremos de mapas de pequeña escala en todos aquellos mapas con cifras elevadas en el denominador (por encima de 1:100.000), mientras que designaremos como mapas de gran escala los mapas o planos cuyo denominador esté por debajo de 1:25.000. Es necesario recordar que cuanto más alto es el denominador, más pequeña es la escala, mientras que cuanto más bajo es el denominador, más grande es la escala.
Los mapas de pequeña escala tienen la ventaja de representar grandes superficies de terreno, aunque carecen de detalle. Por el contrario, la gran escala tiene a su favor la precisión y el detalle de la superficie cartografiada, pero ésta es obviamente una porción muy pequeña. Digamos que cada escala cumple su papel y que cada mapa está destinado a un uso determinado.
Adaptación de la escala al uso y formato de los mapas
Vamos a ver algunos ejemplos orientativos donde la escala se adapta a nuestros objetivos y necesidades. En función de la superficie terrestre a cartografiar y del soporte papel u hoja que utilicemos (siempre dentro de unos formatos razonablemente manejables por parte del usuario), nos encontramos:
•Mapamundis y planisferios: generalmente a escala 1:100.000.000 (formato atlas escolar). Debido a su escaso detalle (pequeña escala), estos mapas sólo reflejan aquellos elementos geográficos de gran relevancia a escala planetaria.
•Mapas geográficos continentales: de 1:20.000.000 a 1:10.000.000 (por ejemplo, Europa en un atlas escolar). En éstos sólo quedan reflejados los grandes ríos y sistemas montañosos, las grandes ciudades, etc.
•Mapas estatales y regionales: España a 1:1.000.000 (típico mapa que se pone en las paredes de aulas, despachos, etc.). Los mapas de comunidades autónomas oscilan entre 1:500.000 y 1:200.000 (Aragón a 1:300.000 ocupa un formato de 90 x 120 cm). Muchos mapas de carreteras y viajes poseen estas escalas.
•Mapas topográficos en general: 1:100.000, 1:50.000, 1:25.000. Estamos ante mapas que ya representan una menor superficie de terreno. Debido a su detalle, estas escalas son las más recomendables para trabajar en el campo del montañismo, senderismo, estancia en la naturaleza, etc. En un formato de papel de 100 x 100 cm puede quedar cartografiado un macizo montañoso, un valle pirenaico o un Parque Natural.
•Mapas y planos a gran escala: 1:10.000, 1:5.000 para zonas urbanas y poblaciones (por ejemplo, planos de ciudades x), o mayores (1:500, 1:100) para planos catastrales, trabajos de arquitectura, ingeniería, obras públicas, etc.
LAS CURVAS DE NIVEL
Para representar el relieve recurrimos a un ejercicio conceptual que supone cortar el terreno con una serie de planos equidistantes, como si convirtiéramos una montaña en una pirámide escalonada (ver figura 1.11). Los cortes de esos planos imaginarios con el relieve son las curvas de nivel, también denominadas isohipsas. Éstas son líneas que unen los puntos del terreno (y por extensión del mapa topográfico) que se encuentran a la misma cota altitudinal: la curva de nivel de 1.500 m une todos los puntos del terreno que están a 1.500 m de altitud. En los mapas suelen ir trazadas de color marrón.
Figura 1.11 Representación altimétrica de un relieve mediante curvas de nivel.
Como también se puede observar en la figura 1.11, las curvas de nivel son siempre estructuras cerradas, es decir, siempre rodean completamente todos los relieves (si este aspecto no se percibe en un mapa topográfico concreto, podremos cerrar cualquier isohipsa en mapas contiguos). Esta afirmación también implica que las curvas de nivel nunca se cruzan o bifurcan.
A veces, como complemento a las curvas de nivel, en los mapas topográficos adaptados al excursionismo también se emplean sombreados que realzan visualmente el relieve, o tintas hipsométricas que colorean intervalos altitudinales (por ejemplo, en color verde el intervalo entre 0 y 500 m de altitud, en color marrón claro entre 500 y 1.000 m, en color marrón oscuro entre 1.000 y 1.500 m, etc.).
La equidistancia
En un mapa topográfico, el