Históricamente, la humanidad ha buscado en el firmamento referencias fijas y precisas que posibilitaran su orientación. El Sol y algunas otras estrellas por la noche son nuestros puntos de referencia fundamentales. Veamos algunas técnicas básicas de orientación diurna y nocturna.
ORIENTACIÓN DIURNA CON EL SOL
El Sol es una estrella fija en el centro de un sistema planetario del que forma parte la Tierra. A pesar de sus aparentes variaciones a lo largo del día y de las estaciones del año, consecuencia de la rotación de nuestro planeta y de la inclinación del eje de rotación sobre el plano de la eclíptica (plano de la órbita circunsolar), el Sol es un elemento de primera magnitud para orientarnos durante el día, y sus “movimientos” son regulares y bien conocidos.
Sabemos que, básicamente, el Sol sale por el este y se pone por el oeste. Pero esto sólo sucede exactamente durante dos días al año: 21 de marzo y 23 de septiembre (equinoccios de primavera y de otoño, respectivamente). El resto de días cambia paulatinamente el lugar por el que sale y se esconde el Sol: durante el invierno y la primavera, el Sol se desplaza gradualmente hacia el norte, alcanzando la distancia máxima el solsticio de verano (21 de junio), mientras que, a partir de esta fecha, el Sol retrocede nuevamente hacia el sur, alcanzando la distancia mínima el solsticio de invierno (21 ó 22 de diciembre). Este planteamiento explica la diferente duración del día y de la noche en nuestra latitud (sólo en los equinoccios el día y la noche duran exactamente lo mismo: 12 horas cada uno).
Ante esta pequeña variación anual, el único argumento válido es que el Sol, al mediodía (cenit o punto de máxima altura del Sol sobre el horizonte), se alinea con la meridiana del lugar en que nos encontremos. Es decir, el Sol se alinea al mediodía con la dirección norte-sur, momento en que la sombra proyectada por un objeto nos señalará el norte geográfico (el Sol está exactamente situado en el sur sobre el horizonte).
El gnomon y la determinación de la meridiana
Todos estos aspectos fundamentales podemos certificarlos en el campo (por ejemplo, en un campamento) con la sombra proyectada por un gnomon, sencillo instrumento que consta de un estilo vertical (podremos utilizar un bastón, palo o estaca) ubicado en el centro de una circunferencia horizontal, en la que iremos señalando sucesivamente el extremo de la sombra que proyecta el estilo vertical. Como se puede ver en la figura 1.5, trazamos la circunferencia con el radio que nos proyecta la sombra del estilo al amanecer (la sombra del estilo al atardecer tocará también el arco de la circunferencia). El segmento entre P y A limita el extremo de la sombra proyectada por el estilo entre el amanecer y el atardecer (cada hora podemos señalar sucesivamente la sombra), y su mediatriz, coincidente con la sombra más corta del mediodía, indica la dirección norte (en dirección opuesta se encuentra la dirección sur). Acabamos de establecer con exactitud la meridiana del lugar, la dirección nortesur.
Figura 1.5 Determinación de la meridiana de un lugar (dirección norte-sur) mediante un gnomon.
Orientación con el reloj
Siempre que el Sol sea visible, un reloj con manecillas también puede ser un preciso instrumento de orientación. Si se dispone de un reloj digital, podemos dibujar en un papel o en el suelo su homónimo con saetas.
Antes de comenzar el ejercicio, deberemos poner el reloj en horario solar (en muchos países, la hora solar no coincide con la hora oficial: en España la hora solar suele ir retrasada 1 hora en invierno y 2 horas en verano). Para ello, tal y como se indica en la figura 1.6, colocaremos la aguja horaria (saeta pequeña) señalando la posición del Sol en ese momento. Mentalmente trazaremos la bisectriz del ángulo formado entre las 12 del reloj y la aguja horaria que señala el Sol. La bisectriz nos indica la dirección sur. Es obvio que, si es mediodía (12 hora solar), el Sol se encuentra en la posición sur.
El mismo procedimiento del reloj puede ser empleado por la noche con la Luna, pero ¡atención! sólo con la Luna llena (plenilunio).
ORIENTACIÓN NOCTURNA CON LA ESTRELLA POLAR
En el hemisferio boreal, la orientación nocturna no ofrece dificultades especiales gracias a la Estrella Polar, astro situado en la constelación de la Osa Menor, visible en el cielo durante todo el año y fácil de reconocer gracias a algunas constelaciones vecinas muy características.
Curiosamente, una fotografía nocturna de la Estrella Polar, con una exposición de varias horas a lo largo de la noche, nos mostrará una serie de circunferencias concéntricas que, aparentemente, han realizado otras estrellas alrededor de la Polar. Esto es debido a que el eje norte-sur de rotación de la Tierra apunta hacia la Estrella Polar, motivo por el cual emplearemos esta estrella para encontrar la dirección norte.
Figura 1.6 Determinación de la dirección norte-sur mediante un reloj.
Para encontrar la Estrella Polar primero habremos de localizar la conocida Osa Mayor o Gran Carro, constelación que, en Europa, nunca se halla por debajo del horizonte. Trazaremos mentalmente, como se puede ver en la figura 1.7, una línea recta que pase por las dos estrellas del extremo de la Osa Mayor. Si prolongamos 5 veces en el cielo la distancia entre estas dos estrellas, nos toparemos con la Estrella Polar. La constelación de Casiopea también puede ayudarnos a localizar la Polar.
Una vez colocados de cara a la Estrella Polar, bajando la vista perpendicularmente hacia el horizonte podremos ubicar el norte geográfico, delante de nosotros, el sur a nuestra espalda, el este a la derecha y el oeste a la izquierda.
En el hemisferio austral no sucede este fenómeno con ninguna estrella visible o característica que señale el sur. Se puede obtener cierto grado de aproximación direccional con la constelación de la Cruz del Sur.
Figura 1.7 Localización de la dirección norte durante la noche mediante la Estrella Polar.
ORIENTACIÓN CON LA BRÚJULA
Aunque de orígenes inciertos, la brújula ha sido desde la antigüedad un valioso instrumento de orientación y navegación. El principio de la brújula es muy simple. Se trata de una aguja imantada que se alinea con el campo magnético terrestre (la Tierra se comporta como un gigantesco imán). La brújula es indispensable en cualquier ejercicio de orientación cuando no podemos recurrir a la posición del sol o de las estrellas (por ejemplo, en situaciones de cielo cubierto), en terrenos desconocidos y, especialmente, cuando debemos confirmar nuestro rumbo o nuestra dirección en un desplazamiento.
Pero, a pesar de la infalibilidad de este procedimiento de orientación (tenemos una referencia fija y universal a escala humana), conviene matizar que la brújula no señala el norte geográfico (recordemos la dirección norte-sur). El campo magnético de la Tierra se alinea bastante bien con el eje de rotación (dirección norte-sur), pero no coincide exactamente con él. En concreto, el norte magnético señalado por la punta roja de la brújula está desplazado actualmente 11,5º al oeste del norte geográfico. A este ángulo lo denominamos declinación magnética.
La declinación magnética tiene una ligera variación anual. Estudios sobre el magnetismo de las rocas que constituyen la litosfera han demostrado variaciones continuas, aunque no periódicas,