Las disciplinas de una mujer piadosa. Barbara Hughes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Barbara Hughes
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9781646911103
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el Padre escuchó su oración debido a su reverente sumisión. ¿No es increíble? Aun dentro de la divinidad, la sumisión era esencial.

      Mateo también menciona la oración del huerto: «Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú» (Mateo 26.39). Esta oración revela el intenso deseo de Jesús de someterse a la voluntad de Dios, cueste lo que cueste. Él nos muestra que la voluntad de Dios es más importante que la vida misma. ¿Comprendemos esta verdad? ¿Creemos en ella?

      ¿Es la voluntad de Dios más importante que nuestras propias vidas? Es tan fácil enredarse en las cosas del mundo. Deseamos tan desesperadamente aferrarnos al control de nuestra vida que nos olvidamos de la advertencia de Jesús en Lucas 9.24: «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará».

      En realidad, la mayoría de nosotras no perderá su vida físicamente por nuestra fe in el Evangelio. Pero nos veremos enfrentadas una y otra vez con la elección entre la voluntad de Dios y la nuestra. ¡Lo que «perdemos» es hacer lo que queremos! De modo que debemos comprender que la práctica de la disciplina de sumisión no tendrá lugar sin ferviente oración.

      ¿Les resulta incómoda la palabra sumisión? Colóquenla nuevamente en su vocabulario. Todas las disciplinas de la mujer piadosa son acerca de la sumisión de nuestra voluntad al gobierno amoroso de Dios en la vida diaria. Rechacen las voces populares que las tientan a poner sus necesidades primero, proteger sus propios intereses y derechos, empujar los límites puestos por Dios. Busquemos las Escrituras para poder comprender cómo lo hizo Jesús, y luego sigamos su ejemplo, ¡porque Jesucristo es Señor!

      Hermanas, tenemos que disciplinarnos a someternos al gobierno amoroso de Dios y a su orden, porque ésta es la voluntad de Dios en el Evangelio.

      RENUEVEN SU MENTE

      Con respecto al cristianismo, ¿cómo no da en el blanco la definición feminista de la «sumisión»?

      ¿A quién se deben someter todos los creyentes (Juan 14.9; Hechos 2.36; Filipenses 2.8-11; Efesios 1.9-10; Santiago 4.7-10; Hebreos 12.9)? ¿Qué significa para ustedes personalmente el haber aceptado a Jesús como Señor?

      ¿En qué sentido es Cristo Jesús diferente gobernante a todos los reyes terrenales? Revisen Juan 13.3-4. ¿En qué otros momentos de su vida ocupó Jesús su rol de siervo?

      ¿Cómo se sometió Jesús a Dios mientras que estaba aquí en la tierra (véase Juan 8.27-30)? ¿Cómo puede servir Jesús como su modelo de conducta para someterse a la autoridad de Dios?

      Jesús descubrió que el obedecer la voluntad de Dios exigía oración ferviente (Mateo 26.39). ¿De qué manera deberían estar orando por la ayuda de Dios en esta área? Si tienen una lista de oración, agreguen una petición por la ayuda de Dios para que les imparta un espíritu de sumisión.

      4

      LA DISCIPLINA DE LA ORACIÓN

       Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.

      EFESIOS 6.18

      ¿Por qué debemos orar? Aparte de todas las ya conocidas convocatorias bíblicas a la oración, existen dos importantes razones humanas por las cuales deberíamos orar. La primera se encuentra en el hecho de que la oración es la fuente de poder para el crecimiento y la perseverancia en nuestra vida espiritual. Tal como una semilla que acaba de ser plantada necesita ser expuesta al sol para poder crecer y madurar, nosotras necesitamos exponernos al Hijo de Justicia, o se detendrá nuestro crecimiento; quedamos con almas pigmeas.

      La segunda razón es que la oración dirige nuestra voluntad en dirección a la voluntad de Dios, que es de lo que se trata la sumisión de nuestra vida.Yo nunca comprendí totalmente esto hasta que escuché una explicación dada por E. Stanley Jones, un misionero y hombre de oración: «Si yo tiro un bichero desde el bote y me agarro a la orilla y tiro, ¿jalo la costa hacia mí, o me jalo a mí mismo hacia la orilla? La oración no es jalar a Dios hacia mi voluntad, sino que es el alineamiento de mi voluntad con la voluntad de Dios».13

      ¡Qué beneficios tan tentadores! Sin embargo, qué pocas de nosotras capitalizamos esta oportunidad de extraer de «la base de operaciones» el poder que necesitamos para seguir adelante o para concentrar nuestra voluntad en la voluntad de Dios. ¿Por qué tantas mujeres fracasan en sus devociones y oraciones personales? Principalmente porque no saben cómo cultivar las disciplinas de la vida espiritual interior. Pero estas disciplinas serán bienvenidas por las mujeres del Evangelio.

      Antes de profundizar más es importante que comprendamos de entrada que la vida de oración no puede ser reducida a unas pocas reglas sencillas. Estas áreas de experiencia espiritual son demasiado dinámicas y personales como para ser resumidas de una manera simplista. Lo que puede ser de provecho para una persona, puede no ser lo correcto para otra.

      Además, a pesar de que hablaremos de cinco aspectos de interacción con Dios en nuestras devociones y oraciones (meditación, confesión, adoración, sumisión, petición), no existe un orden prescrito. Los ritmos de nuestra vida exigen a veces que nos lancemos directamente a la petición con un «¡Señor, ayúdame!» (que tan a menudo es la manera en que yo comienzo mis oraciones). Otras veces, nos pasaremos casi todo el tiempo en confesión, meditación y adoración.

      LA MEDITACIÓN

      La meditación cristiana no es del tipo «trascendental» asociado con mantras dichos entre dientes en la posición del loto. ¡A los cristianos no se los instruye a que vacíen sus mentes! La meditación comienza con el ejercicio de devoción de escuchar la Palabra. Las palabras de las Escrituras no son sólo para ser leídas sino también escuchadas. Tienen el propósito de llegar al corazón. El Salmo 40.8 dice: «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón».

      La meditación es también verbal. Cuando el salmista habla de meditar en la palabra de Dios día y noche (1.2), utiliza la palabra que significa «murmurar». Murmurar la Palabra de Dios a Él en oración involucra la memorización u oración con la Biblia abierta. De modo que, junto con una lectura sistemática de la Biblia, deberíamos elegir segmentos significativos para verbalizar en forma reverente.

      Cuando mis niños eran pequeños, yo memoricé Filipenses 4.6-7 con este propósito: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracia. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús».

      Gracias a que hice esto, me di cuenta de que continuamente repetía las frases que tanto necesitaba: «Por nada estéis afanosos», «Gracias, Señor, por la paz que nos has prometido». Yo «hacía que mis peticiones fueran conocidas delante de Dios».

      Ustedes pueden comenzar con un solo versículo o un par de ellos. Existen pasajes clásicos, más extensos, que parecen hechos a medida para la meditación, tales como los Diez Mandamientos, las ocho Bienaventuranzas, y el Padrenuestro. Lentamente y en oración, el volcarnos a las Escrituras en esta manera hace que nuestros ojos, oídos y boca participen y la Palabra de Dios penetra así en nuestro corazón. Los efectos de la meditación traen:

      Avivamiento: «La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma» (Salmo 19.7a).

      Sabiduría: «El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo» (Salmo 19.7b); ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos. Porque siempre están conmigo» (Salmo 119.97-98).