El carácter estable de Fred se advierte en su actitud serena, así como en la cordialidad con la que se dirige a los demás. En todo momento hace gala de su excelente educación, sus buenos modales y un correcto comportamiento, tanto con su entorno próximo como con los trabajadores del balneario. Su hija, interpretada por Rachel Weisz, es la persona que mejor lo conoce. Lena, que trabaja como su asistente, atraviesa una dura crisis. No puede ocultar el dolor que siente porque su marido la ha abandonado para iniciar una relación con la joven estrella del pop británico Paloma Faith. Refugiada en su padre para superar el desamor, se termina resignando, y consigue iniciar una relación con un escalador que trabaja en el hotel, Luca Moroder, quien se fija en ella. Aunque al principio no le atrae demasiado, decide acercarse a él y conocerlo, pues ambos son víctimas de la soledad. Mientras Lena se confiesa con su progenitor, este solo transmite sus preocupaciones a su mejor amigo, Mick, y a su médico, con quien habla de sus posibles problemas de próstata y de otras cuestiones más personales, sobre todo al final del filme. Asimismo, establece una relación muy especial con un niño que está encantado de conocerlo porque su maestro le está enseñando a tocar el violín con sus obras. Para él, conocer a Fred es un privilegio, y para Fred es un privilegio que siendo tan pequeño interprete sus partituras.
El protagonista es una persona conservadora, como se manifiesta tanto en su actitud como en su pensamiento, y muy metódico en su día a día. Quizá esta sea una de las claves por las que ha alcanzado tanto prestigio en su carrera musical; de hecho, trató personalmente con Igor Stravinsky, a quien lleva flores a su tumba en Venecia. Además, es sensible y disfruta de los sonidos de la naturaleza y del afecto de Lena y de Mick, con quienes pasa la mayor parte del tiempo. A pesar de que no llora con los problemas sentimentales de su hija —a la que escucha y consuela—, lo hace cuando pierde a su amigo, eso sí, una vez que está totalmente solo mirando unas vacas en la libertad del prado.
Uno de los aspectos de su vida que asume con resignación pero que lo ha llevado a alejarse de su verdadera pasión, la música, es su mujer, Melanie. Ausente durante toda la trama, pero presente en diversas conversaciones entre padre e hija, se descubre finalmente que está internada en una clínica de Venecia debido al alzhéimer que padece, como se puede vislumbrar en la expresión que desprende su rostro. De nuevo, la espléndida decadencia de una ciudad italiana, en este caso la capital del Véneto, acoge la silenciosa decrepitud de un personaje, como es habitual en la obra sorrentiniana. Melanie interpretaba las piezas de Fred y para él es muy doloroso que ya no pueda hacerlo, es más, parece atormentado por esta realidad. Además, a pesar de quererla, le fue infiel durante el matrimonio, como le reprocha duramente Lena, y esto acentúa su culpabilidad. No obstante, la existencia de su esposa es fundamental para la propia existencia de Fred, quien solo tras visitarla en el hospital consigue enfrentarse al concierto que le pide la Reina de Inglaterra y que contará con una afamada soprano asiática. De esta manera, mirar a la verdad con franqueza tiene un efecto positivo en la evolución psicológica que experimenta el protagonista.
3.2. Mick Boyle
A diferencia de Fred, este cineasta es muy activo y está trabajando en el guion de la que será su próxima película, que piensa titular de forma profética: Life’s Last Day. Para ello, trabaja junto a cinco jóvenes graduados en cine y pretende fervientemente contar como protagonista con su musa, Brenda Morel —encarnada por Jane Fonda—, a la que ha dirigido en once ocasiones. De hecho, confiesa que ella, formada en el Actor’s Studio, se convirtió en una diva gracias a sus películas. Con un aspecto poco cuidado, pero juvenil, Mick tiene 79 años, es sonriente y resulta muy cercano. Disfruta mucho en la piscina y en las demás instalaciones del balneario, mientras piensa con ilusión cómo será su testamento fílmico. Esta vitalidad le ayuda a sobrellevar su delicada salud, pues toma muchas medicinas y se lamenta de su rápida pérdida de memoria. A este respecto, le confiesa con tristeza a Fred que ya no se acuerda bien ni de sus padres ni de su infancia.
Este personaje tiene un carácter afable que se percibe muy bien en el trato cercano que tiene con los demás. Así se manifiesta especialmente con sus jóvenes colaboradores, a los que trata como iguales, rompiendo la habitual barrera que suele haber entre un cineasta consagrado y unos principiantes. Con ellos habla continuamente del proyecto, busca las localizaciones y, además, reflexiona sobre la búsqueda de la verdad, entre otras cuestiones existenciales, en medio del paisaje alpino. Sin embargo, con su hijo Julien no se advierte una relación muy profunda, entre otras cosas porque no trabaja con él ni está pasando las vacaciones en el spa. Cuando Fred le dice que ha abandonado a su hija, no puede creerlo, y lo llama inmediatamente para que vaya a hablar con él. En la única secuencia que ambos comparten, Mick manifiesta su rechazo por la forma en que ha abandonado a su mujer, le expone todas las cualidades que tiene Lena y le hace entrar en razón, pero Julien no está dispuesto a dar marcha atrás. Además, el joven, que acude a la cita con su nueva novia, le dice que su madre también lo abandonó y no se reconciliaron. Posicionándose del lado de Lena, Mick muestra la integridad de su pensamiento, pues, quizá por haberla sufrido, condena la infidelidad. Esto revela también el valor que otorga a los sentimientos y a la lealtad en el ámbito de la pareja, en el de la amistad o en el profesional. En este sentido, le sigue produciendo una enorme fascinación Brenda Morel, a la que conoce desde hace 53 años y a la que le escribe la película que será su “testamento sentimental, intelectual y moral”15. Habla maravillas de ella y, en el fondo, está enamorado.
Con un aspecto perfectamente cuidado que pone en valor su atractivo envejecimiento, la actriz mantiene intacto su divismo, como demuestra cuando visita a Mick en el hotel. Ella tiene una fuerte personalidad, sabe cómo dirigir su carrera y no necesita ni las insistencias ni el sentimentalismo del cineasta para seguir trabajando en una industria que cada vez presta menos atención a los mayores. Por ello, no duda en confesarle todo lo que piensa del cine que hace y le dice que no va a participar en su filme porque le han ofrecido un contrato de tres años en Nuevo México para interpretar en una serie de televisión a una abuela alcohólica. Esto sorprende mucho a Mick, quien considera que la pequeña pantalla no tiene el prestigio de la grande, pero, aunque intenta convencerla preguntándole cómo puede cambiar el cine por la televisión, Brenda le expone que la televisión es el futuro16. Sin duda, su idealismo choca con el realismo directo de ella. Esto se acentúa más cuando la actriz le espeta que sus últimas tres películas han sido una ‘mierda’, que su carrera ha terminado y que a nadie le interesa ya el testamento cinematográfico que pretende rodar; eso sí, admite que se lo dice porque lo quiere. Sus crueles palabras le hacen mucho daño, logran tambalear la confianza que tenía en sí mismo y lo hunden. Lejos de lo que podía parecer por su talante jovial, tras el reencuentro con Brenda pierde toda esperanza y sufre una evolución psicológica que tiene un resultado drástico: el suicidio.
3.3. Fred y Mick
El paisaje natural es el espacio que acoge los largos paseos que dan los protagonistas por las proximidades del balneario. Las montañas, los prados y los animales son los testigos de las conversaciones que mantienen, en las que hablan sobre el presente —son conscientes de que el futuro, tan incierto como inminente, no entra en sus planes—, y de sus temores, principalmente la soledad y la rutina. Frente a la naturalidad con la que Fred afronta su vida de jubilado, Mick no quiere dejar de rodar películas por miedo a no saber qué hacer después con su vida y, lo que es peor, sentirse acabado. Los dos han disfrutado del éxito profesional, pero la forma en que encaran el ámbito laboral en la tercera edad es diferente. Otro aspecto que abordan y les preocupa es la salud. Como se ha mencionado, Fred teme enfrentarse a la enfermedad y Mick, que tiene que tomar muchos medicamentos, procura no hablar demasiado de ello. Asimismo, en los recuerdos que comparten se advierte algo alarmante, la pérdida de memoria del cineasta, algo inevitable debido a la edad.