El cazador. Angélica Hernández. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Angélica Hernández
Издательство: Bookwire
Серия: Mente Maestra
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788417228460
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de ciudad o país aún tenía algún significado.

      »El virus azotó con fuerza ese lugar, y por las bombas, el clima se salió de control, había terremotos… Muchas cosas que mataban a personas. Veía cómo caían, una tras otra, hasta que fue el turno de mis padres.

      »Viví mucho tiempo yo solo robando comida de las casas, encontrándome con personas que querían huir, hasta que un día caí enfermo, tenía fiebre y alucinaciones. Un grupo de refugiados me recogió, ellos decían que los dejarían ir a la Ciudadela si entregaban a un niño a cambio, y como ellos no tenían hijos, bueno… —Se encogió de hombros—. Fui su mejor opción. Los refugiados llegaron lejos, casi hasta la ciudadela, cuando su camión fue atacado por un grupo de rebeldes. Escapé, no sabía quién era amigo y quién enemigo; así que, simplemente corrí, lejos de todo, no sabía dónde me encontraba.

      »Llevaba mucho tiempo sin comer o sin dormir, podía correr durante horas o defenderme a golpes de aquellos que querían algo de mí. Me di cuenta de que había cambiado, pero no solo era yo, eran todos los niños con los que me encontraba. Yo era más resistente y más fuerte, pero algunos de ellos incluso podían hablar dentro de mi mente, eso es algo que llegué a odiar.

      »Al principio tenía problemas con acercarme a Azul, porque creí que ella me haría lo mismo, pero nunca lo ha hecho. Estuve más de un año en las calles, hasta que un día conocí a un chico que me presentó a otro grupo de niños, todos con habilidades, ninguno era un dos o un uno y fue cuando nos llegó la noticia; Los estaban exterminando.

      »El chico que me ayudó se llamaba Dany, era mi mejor amigo. Vivíamos en las calles, robando comida y otras cosas, refugiándonos en edificios abandonados, nos confiamos demasiado. Un día, dos cazadores entraron, para nosotros eran criaturas de pesadilla. No pudimos con ellos, mataron a muchos de los nuestros, y cuando estaba por acabar con nosotros, otro grupo de evolucionados apareció, ellos nos salvaron; Sander era su líder. Y desde entonces estoy en los túneles tratando de ayudar a los demás y de mantenerme vivo. —Finalizó con otro encogimiento de hombros.

      Dylan sacudió la cabeza para volver a la realidad. ¿Acaso se había convertido en algo así como un coleccionista de historias? Estas personas no deberían importarle ¿Entonces por qué se sentía mal por ellos? ¿Por qué se sentía triste por la muerte de un sujeto que ni siquiera conoció? Primero Olivia, y ahora Andy. ¿Acaso tenía cara de sacerdote? Pero él había pedido esas historias. Quería distraerse de la suya propia y lo único que logró fue preocuparse por esas personas, eso estaba mal. No debía tener ese tipo de ataduras.

      Ambos terminaron de cortar los troncos y volvieron al túnel cuando la luz del día menguaba. Se detuvieron a borrar sus huellas, solo por precaución.

      Habían hablado sobre otras cosas, Andy le preguntó por su historia, pero Dylan se limitó a decirle que era una rata de laboratorio, que el virus comenzó con él. Andy no volvió a preguntar. Llevaban los brazos llenos de pequeños troncos, a Dylan le avergonzó un poco saber que ese chico menudo cargaba mucho más que él.

      Terminaron de cruzar el oscuro corredizo, dejaron sus abrigos donde los habían encontrado y se dirigieron a la cocina para dejar las cosas. Las personas lo miraban con desconfianza, pero aun así se acercaban a saludar a Andy. Él lo presentaba como si de un viejo amigo se tratara ¿Qué les pasaba a las personas aquí? ¿Por qué aceptarlo tan fácilmente? ¿Acaso estaban drogadas? Sacudió la cabeza.

      —¿Es él? —preguntó alguien a su espalda. El tono de voz lo hizo volverse, pero al momento de hacerlo, un puño se estrelló en su cara ¿Qué demonios había pasado? ¿Por qué bajó la guardia? En otro tiempo, el atacante ya estaría muerto.

      Miró al agresor. Era una chica, no podía tener más de veinte años, su cabello era castaño y muy corto. Ella estaba pálida y tenía ojeras bajo sus ojos, también las manchas en la piel que indican desnutrición, y su cuerpo delgado, como si fuera a resquebrajarse en cualquier momento.

      —Amanda, no —pidió Andy, pero la chica ya estaba saltando sobre Dylan.

      Él no la atacaría de vuelta, tampoco se defendería; solo la evadiría, no dejaría que lo golpeara, alguno de los dos debía ser el sensato, y tenía que ser él; ya que, si golpeaba o mataba a esa chica, perdería la confianza de esa gente, y los necesitaba para recuperar a Cheslay.

      Amanda se movió a una velocidad que no era normal para una persona, pero aun así, Dylan no tuvo problema en prever el ataque y moverse hacia la derecha. Los troncos estaban tirados por todo el suelo, eran los que él cargaba, y ahora estaban desparramados porque la chica había decidido atacarlo. La chica no parecía rendirse, ya que siempre que él la evadía, ella caía y luego se levantaba para tratar de golpearlo. Dylan no la tocaría, no le haría daño.

      —¡Defiéndete! ¡Haz algo! —gritó furiosa. Ella cogió impulso para saltar, pero algo la detuvo.

      Una figura delgada estaba entre ambos.

      Amanda se detuvo. Andy se acercó a ella y la ayudó a salir del lugar. Dylan no podía apartar la mirada de quien había detenido la pelea. A pesar de que la cocina estaba llena de personas que deseaban ver el espectáculo, a pesar de que Olivia lo llamaba para llevarlo a otra parte… A pesar de todo. La persona que había detenido la pelea era Cheslay… Azul. Esto era demasiado ¿Por qué lo hizo? La última vez que la vio, no parecía importarle mucho lo que sucediera con él ¿Por qué ahora sí?

      Dylan no pensó en lo que hacía, simplemente se acercó a ella y puso su mano sobre su rostro, ella no retrocedió, se quedó dónde estaba y cerró los ojos.

      —Dylan —pudo escuchar su voz, clara y concisa en su mente. Era ella, Cheslay aún estaba presente y sabía quién era él.

      La chica dio dos pasos hacia atrás justo cuando Sander entraba al lugar; pero no fue lo suficientemente rápida como para que el tres no la viera. Él simplemente frunció el ceño y se interpuso entre los dos.

      —¿Qué pasó? —exigió saber.

      —Amanda lo atacó —dijo Andy, quien había regresado.

      —Creo que nunca lo superará. —Sander cerró los ojos y negó con la cabeza. Dylan sacudió la cabeza.

      —¿Algo que deba saber? ¿Me encontraré con un enemigo en cada lugar? Porque eso no será nada nuevo —dijo sin dejar de mirar a Cheslay.

      —Nadie aquí es tu enemigo —contestó una chica que había estado en la cocina desde el principio.

      —¿Recuerdas a Dany? —preguntó Andy. Dylan asintió—. Bien, la chica que te atacó era su novia… Y odia a los cazadores.

      Dylan puso los ojos en blanco y se dio la vuelta para salir. La voz de Cheslay no podía salir de su cabeza, ella se comunicó con él, lo defendió, trató de protegerlo, justo como antes.

      Sander pidió una explicación con lujo de detalles, y Andy le contó todo, incluso la chica intervino, la de la cocina, Dylan averiguó que su nombre era Sayuri, y que habían llevado a Amanda con Olivia.

      Él se dio cuenta de que Cheslay se llevó la mano a la espalda, donde la misma goteaba sangre. El golpe de Amanda la había alcanzado.

      —Estas sangrando —dijo y se acercó dos pasos, pero Sander llegó primero a donde estaba. Dylan retrocedió.

      El tres la cogió de la mano para examinarla y ella solo negó con la cabeza para restarle importancia.

      — ¿Sayuri? —llamó el líder—. ¿Puedes llevarla con Olivia? Creo que necesita puntos.

      Ambas salieron de la cocina y Dylan se quedó solo con Sander. Intercambiaron miradas, un duelo que ninguno de los dos perdería, ya que, si bien no le gustaba admitirlo, su terquedad venia en un paquete similar.

      —Amanda es una seis. Agradece que Azul interviniera o hubieras acabado con la garganta rebanada. ¿Por qué no te defendiste? Dylan frunció el ceño y le dio la espalda para salir del lugar.

      —Tengo mis motivos —respondió y avanzó