Nuestra reforma monetaria y bancaria/financiera se instrumentaría en cuatro etapas. La primera etapa consistiría en separar la Banca Almacén de Valor y la Banca de Inversión. En esta etapa, los agentes económicos gozarían de un determinado tiempo para separar sus depósitos y distribuirlos entre los dos tipos de banca. El horizonte temporal de esta etapa sería establecido en función de la duración de la cartera crediticia de los bancos para minimizar el problema del descalce temporal. Luego de haber separado los dos tipos de bancos y cubiertos todos los desajustes monetarios y financieros (recordar que se trabaja con la duración promedio del sistema), en la segunda etapa se procede a eliminar toda regulación del sistema financiero.
Tercero, se lanza un sistema monetario de libre competencia de monedas en el cual los agentes económicos pueden elegir libremente cualquier moneda para hacer transacciones económicas y ahorrar. Cuarto, siguiendo el teorema de la regresión monetaria de von Mises (sostiene que una moneda se demanda básicamente porque se piensa que conservará su valor y poder adquisitivo) y la historia argentina, pensamos que los agentes económicos argentinos terminarán eligiendo al dólar norteamericano como dinero. Cuando esta (supuesta) dolarización tome lugar, se procederá a liquidar los activos y pasivo del BCRA, en donde los pasivos monetarios remunerados (LELIQ y Pases) terminarán siendo liquidados contra los créditos del BCRA contra el Tesoro, y la base monetaria irá contra las reservas de la autoridad monetaria.
En este contexto, nuestra reforma monetaria, además de defender la libertad de los individuos protegiendo su derecho a elegir y su propiedad privada, deja a los políticos sin la posibilidad de falsificar dinero y cobrar impuesto inflacionario. Se destierra la “maquinita” creadora de impuesto inflacionario. Paralelamente, nuestra propuesta deja a los banqueros sin la posibilidad de lucrar con nuestro dinero depositado en guarda, obligándolos a ser cuidadosos y responsables a la hora de prestar dinero el dinero de los plazos fijos, ya sus pérdidas deberán ser afrontadas con billetera propia y no socializadas por el BCRA. Además, se modera la creación de dinero bancario, con lo cual se reduce la creación de depósitos y crédito sin respaldo, minimizando el ciclo económico (booms artificiales seguidos de recesiones).
En este marco, se elimina la posibilidad de corrida bancaria y se crean condiciones iniciales para que aumente la cantidad de ahorro genuino. ¿Por qué? Porque si nuestra reforma monetaria y bancaria es acompañada con reformas estructurales de fondo que empiezan por una reforma del Estado que baje el gasto y los impuestos en forma permanente, gran parte del ahorro argentino en dólares volvería al sistema, propiciando un crecimiento exponencial del ahorro que se traduciría en baja (en serio) de la tasa de interés, con lo cual el crédito, la inversión, la acumulación de capital y el crecimiento podrían volar en Argentina. Más adelante en este libro vamos a ampliar la propuesta; pero antes, para entender cabalmente qué es el dinero y cómo funciona, conviene hacer un repaso de su historia.
3. Mises identifica tres motivos por los cuales la demanda de dinero puede modificarse, afectando el poder adquisitivo del dinero (valor de cambio objetivo). Primero, cuando determinados bienes son desmonetizados, o sea, pierden su demanda como dinero. Esto le sucedió a la plata a final del siglo XIX. Segundo, cuando los individuos suben su demanda de dinero como resultado de un aumento de la incertidumbre y por ende, una mayor aversión al riesgo. Esto es lo que sucede con las deflaciones post burbujas ocasionadas por la exuberancia monetaria y borrachera crediticia, como en Lehman 2008 y/o ahora en 2020. Tercero, aumenta la población, la producción y la extensión de los intercambios transaccionales. Claramente, esta es el motivo “estructural”.
4. Ver “Las raíces totalitarias del fracaso argentino” de Meir Zylberberg; Editorial Union
5. No se considera dentro del promedio a 1991, primer año de la Convertibilidad. La convertibilidad baja la inflación de 2314% (1990) a 84% (1991) en su primer año.
6. Los datos de Inflación se calculan a partir de los datos de INDEC hasta 2006. Se utiliza IPC Congreso en 2007/2016. Se vuelve a utilizar INDEC para 2017/2019.
2. LA HISTORIA DEL DINERO
a) Cómo se discutieron los modelos de sistema monetario
Tendemos a creer que el sistema monetario siempre funcionó como ahora. Es decir: con un Banco Central monopólico, casi siempre cien por ciento estatal, que falsifica papel moneda fiduciario sin respaldo, y un sistema bancario con encaje fraccionario que multiplica depósitos, crédito y dinero artificial sin ahorro genuino de respaldo. Pero no es cierto.
De hecho, el modelo de Banco Central oficial con monopolio de la emisión de dinero resulta de la discusión entre la Escuela Bancaria (Banking School) y la escuela monetaria (Monetary School) en el primer tramo del siglo XIX. La primera defiende el sistema de encaje fraccionario, la segunda se opone. Para los representantes de la Escuela Bancaria, el sistema de encaje fraccionario no solo tiene sólidos pilares teóricos y legales, sino que es beneficioso para el desarrollo económico de los países, porque facilita que el aumento de la oferta monetaria se adapte a las exigencias y necesidades del crecimiento del comercio internacional, la actividad económica y el aumento de la población. Dentro de sus principales referentes hay que citar a John Fullarton (1780-1849). En su libro titulado On the Regulation of Currencies (1844), Fullarton explica que el sistema de encaje fraccionario no tiene riesgos inflacionarios. La creación de dinero bancario no sería inflacionaria, porque los billetes emitidos por los bancos se introducen en el sistema económico en forma de préstamos, no en forma de pagos directos por bienes o servicios. De esta manera, cuando la economía “necesita” más medios de pago demanda más préstamos, y cuando necesita menos, los préstamos son devueltos a los bancos, por lo que la expansión crediticia no produce efecto negativo alguno en el sistema económico.
Para la Escuela Monetaria, representada principalmente por Robert Torrens, S.J. Lloyd, J.R. McCulloch y George W. Norman, la expansión crediticia, iniciada por parte del Banco de Inglaterra y potenciada por los restantes bancos del sistema inglés, era el origen de las recurrentes fases de auge y depresión que afectaban a la economía británica en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo XIX. Justamente, es la Escuela Monetaria la que concluye que hay que conceder el monopolio de la emisión (dinero de papel) a un Banco Central de carácter oficial. ¿Por qué? Para monitorear y controlar al sistema bancario de manera de minimizar los riesgos inflacionarios que emanan del sistema de encaje fraccionario de la escuela Bancaria. Toda una paradoja. La creación de los Bancos Centrales surge como una idea para evitar justamente lo que finalmente terminaron potenciando casi hasta el infinito: mega políticas de expansión monetaria y descontrol financiero.
b) Del trueque al dinero
Para entender la inmoralidad que representa un Banco Central es necesario entender cómo surgió el dinero y por qué debe volver a sus orígenes.
Como sabemos, las primeras sociedades se organizaron en torno al sistema de trueque. Cada bien tenía un precio de trueque en términos de todos los demás bienes y cada persona salía ganando cuando intercambiaba lo que necesitaba en menor medida por bienes que necesitaba más. Así surge la economía de mercado, montada sobre un entramado de intercambios mutuamente beneficiosos para todos. ¿Por qué tiene lugar un intercambio? Porque ambos lados de la transacción atribuyen más valor a lo que reciben que a lo que entregan; y justo por eso ambos lados se benefician. ¿Y por qué es posible el intercambio? Por la variedad que existe en los hombres y en los recursos. El igualitarismo no existe