Diego Giacomini
Giacomini, Diego
Papel pintado / Diego Giacomini. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Galerna, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-950-556-778-2
1. Economía Argentina. I. Título.
CDD 330.82
Diseño de portada: Margarita Monjardín
Diagramación de interior: B de vaca [diseño]
© 2020, Diego Giacomini
© 2020, Queleer S.A.
Lambaré 893, Buenos Aires, Argentina.
Primera edición en formato digital: septiembre de 2020
Digitalización: Proyecto451
Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-950-556-778-2
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Índice de contenido
1. El dinero fiat: la gran estafa
3. La historia del sistema bancario
4. Los bancos medievales y de la Era Moderna y las crisis de “boom & bust”
5. Una estafa llamada Banco Central
6. Cómo los Bancos Centrales y el sistema bancario falsifican dinero
7. La inflación es siempre un fenómeno monetario
8. Bancos Centrales y crédito artificial: los causantes del ciclo de boom & bust
9. El Banco Central es socialismo monetario
10. Una propuesta monetaria para Argentina: dinero provisto en libertad
Epílogo: La reforma Giacomini-Milei
Primero a Mumu, el gran amor de mi vida, por acompañarme siempre en todo proyecto personal y profesional, enseñándome siempre un montón de cosas. Y también a Baco, por sentarse al lado mío acompañándome a escribir desde la primera hasta la última letra de este libro.
“…para mí el Estado es el enemigo común ahora; yo querría —eso lo he dicho muchas veces— un mínimo de Estado y un máximo de individuo. Pero, quizá sea preciso esperar . . . no sé si algunos decenios o algunos siglos —lo cual históricamente no es nada—, aunque yo, ciertamente no llegaré a ese mundo sin Estados. Para eso se necesitaría una humanidad ética, y además, una humanidad intelectualmente más fuerte de lo que es ahora, de lo que somos nosotros; ya que, sin duda, somos muy inmorales y muy poco inteligentes comparados con esos hombres del porvenir…”
Jorge Luis Borges
INTRODUCCIÓN
Este libro es una dura crítica a nuestro sistema monetario, bancario y financiero, que se esparce con idéntica arquitectura por todo el globo, como si dicha arquitectura no solo fuera la única posible, sino la mejor de todas. Esto es lo que nos venden. En realidad es lo contrario: el actual sistema es el peor que podríamos tener. En las ciencias sociales —y la Economía lo es—, a diferencia de las ciencias duras, el paso del tiempo no implica necesariamente progreso. Nuestro sistema monetario y bancario, que ya cuenta con unos cien años de historia, constituye una asociación inmoral de los burócratas del Estado, los banqueros y los financieros en contra de los individuos y del sector privado. Es un juego de suma cero. Para que la perversión sea mayor, este sistema se constituye contra la esencia misma del dinero, que nació como libre elección de los individuos y se convirtió en motor de su libertad y prosperidad.
Como bien explica Carl Menger, el dinero no fue inventado por ningún político, burócrata o Estado: emergió como resultado de un proceso evolutivo, social e histórico espontáneo. A esto Von Mises lo bautizó la “acción humana”. La aparición del dinero sentenció de muerte al trueque; ese avance dio lugar a la especialización, la división del trabajo, la acumulación de capital y el crecimiento económico. En definitiva, al desarrollo de la civilización. Sin embargo, el sistema monetario actual, luego de siglos y siglos de avance de los burócratas del Estado sobre el dinero, constituye la perfecta antítesis del dinero provisto en libertad. Hoy en día el dinero es provisto monopólicamente por el Estado y carece de respaldo; así, la expansión monetaria puede tender al infinito. Al mismo tiempo, el Estado prohíbe las transacciones económicas en oro y plata, que habían sido los dos metales espontáneamente elegidos por el público como moneda. De esta manera, el Estado elimina la principal competencia de su dinero fiduciario, forzando a los individuos a comerciar y ahorrar en su moneda. Por un lado, los burócratas del Estado se aseguran el monopolio de la provisión de dinero y por el otro, una demanda cautiva para su producto monetario monopólico. Como sucede con todo monopolio no natural, los burócratas van por la renta monopólica extraordinaria, que en este caso es el impuesto inflacionario. El impuesto inflacionario no es otra cosa que una distribución de ingresos desde los privados, que generan riqueza, hacia los burócratas del Estado y sus cortesanos, que viven de la política, parasitando a los privados.
Este sistema genera dos castas sociales. Los ciudadanos de primera son los burócratas y sus cortesanos, que se enriquecen a costa de los productores de riqueza, ciudadanos de segunda. ¿A quiénes llamo cortesanos? A los banqueros y sus primos hermanos del sistema financiero (mayormente privados), que reciben una prebenda de parte de los burócratas del Estado. Estos les permiten hacer algo que los demás tienen prohibido: violar la propiedad privada. Hacen negocios y ganan dinero con capital ajeno a cambio de una porción del botín. El sistema de encaje fraccionario es esa prebenda. El sistema bancario, además, multiplica dinero sin respaldo y crédito sin contrapartida de ahorro genuino. El multiplicador monetario y el multiplicador del crédito permiten que los banqueros ganen dinero con capital ajeno y sin respaldo, pero parte del botín debe volver en forma de financiamiento al sector público, que siempre terminará siendo pagado con más impuestos o más impuesto inflacionario por parte el sector privado.
El cuadro se completa con otra figura perversa: el prestamista de última instancia, es decir, el seguro para los creadores de dinero bancario y crédito “de la nada”, que es pagado por toda la sociedad: me refiero al Estado. ¿Cómo funciona la estafa? Sencillo: los burócratas del Estado aseguran a sus socios del sector