Economic corridors in Asia : paradigm of integration? A reflection for Latin America. Varios autores. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
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Жанр произведения: Зарубежная деловая литература
Год издания: 0
isbn: 9789587903829
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href="#ulink_765ebdaa-0349-5d30-a8a0-ed76d2f1d435">Pautasso y Ungaretti (2016), a diferencia de la globalización tradicional, Obor tendría un carácter más inclusivo que se traduce en los “cinco factores de conectividad”: comunicación política; conectividad de infraestructura; comercio sin obstáculos; circulación monetaria y entendimiento entre personas. Así mismo, es importante advertir que el énfasis de las inversiones chinas prioriza el desarrollo nacional, mientras las políticas neoliberales ponen el foco en el ajuste y acaban profundizando el espiral recesivo y la desigualdad (Bandeira, 2016).

      Pese a lo anterior, en países claves dentro de los macroproyectos (González, 2018) hay preocupación por el nivel de endeudamiento con China, lo que constituye un desafío para el Soft Power del gigante asiático (Ebbinghausen, 2018).

      En Maldivas el gobierno del presidente Ibrahim Solih ha puesto en el centro del debate este asunto contrastando con su antecesor el prochino Abdulla Yameen, acusado de corrupción en los contratos de infraestructura. En el caso de Pakistán, la cercanía de este país con los intereses chinos no ha impedido que surjan cuestionamientos sobre el desbordamiento de los costos financieros de los compromisos con China, a lo que se agrega la violencia del separatista Ejército de Liberación de Baluchistan (BLA) que combate la presencia china en esa provincia del sudoeste del país, rica en recursos energéticos y donde se asienta el puerto de Gwadar (Hassan, 2018). En Sri Lanka, la inconformidad se expresa tanto frente los niveles de endeudamiento como a la tasa de interés, situación que ha dado lugar a evidentes muestras de descontento frente a Obor, como la que tomó las calles de Colombo en 2015 (Macan, 2019). Este sentimiento de animadversión frente a los proyectos chinos en la población también es fuerte en Camboya (Ebbighausen, 2018), pese a que su primer ministro Hun Sen, en el poder desde 1998, es aliado de Beijing. Algo similar ocurre en Djibuoti, Kirguistán, Laos y Tayikistán (González, 2018).

      Para apalancar las inversiones de sus 900 proyectos (Concatti, 2017), en 2014 se creó el fondo para la Obor con 40 billones de dólares. Al mismo tiempo, China se consolida internacionalmente como exportador de inversión extranjera directa (IED), solventando el déficit de inversiones en infraestructura desde la crisis de 2008 en los países en desarrollo. En tal sentido, El Global McKinsey Institute estimó en 2016 que las necesidades de desarrollo en infraestructura de los países emergentes son del orden de US$ 3,3 trillones anuales hasta el 2030 (Díaz, 2017).

      Instituciones como el Asian Infraestructure Investment Bank (AIIB), creado en 2008 con la participación de 4 miembros del G-7, sobre el que Estados Unidos no tiene control directo, cuyo común denominador es atender a la demanda de inversión en infraestructura estimada en unos US$800.000 millones anuales en Asia y el Pacífico (ADB, 2016); el China Development Bank (CDB); China-African Development Bank (CADB), New Development Bank (NDB) o Banco de los Brics; son las bases de Obor; pero también de una nueva arquitectura financiera con que Beijing cuestiona las instituciones de Bretton Woods y empieza a perfilarse como un revisionist power en términos de la gobernanza global (Ploberger, 2017; Vadell & Ramos, 2015). De este modo es evidente el creciente papel de China como “pivó” de los procesos de integración en Asia y sus propósitos de conformar un “sistema regional chinocéntrico” a partir del cual, consolidando su influencia en el este de Asia, podría influenciar la nueva configuración del poder mundial (Pautasso & Ungaretti, 2016). Lo anterior, como ya se anotó, a partir de sus abundantes capacidades en términos de reservas internacionales; industrias básicas concretamente cementeras, siderúrgicas con gran capacidad productiva, y un impresionante know-how en ingeniería en general, que vienen al encuentro de las necesidades de cualquier país en desarrollo en aspectos como infraestructura de transporte, comunicaciones y energía, principalmente en Asia central y sudeste y sur de Asia (Pautasso & Ungaretti, 2016).

      De modo general, la región de Eurasia es importante en términos geopolíticos por sus recursos energéticos y por su importancia logística (López, s.f.). Dentro de este territorio sobresale lo que Mackinder llamó la Heartland (Dougherty, 2003), que va desde Europa oriental hasta los confines de Asia oriental. De norte a sur se extiende desde la línea del Círculo Ártico hasta los desiertos y montañas del sur de Asia (López, s.f.). Así mismo, Eurasia posee importantes cuerpos de agua como el mar Báltico, el mar Negro, el mar Caspio y el golfo Pérsico. Por su parte, el Heartland o área pivote es una región interior casi inaccesible por medios navales, excepto por los mares Báltico y Negro; protegida por el norte por nieve y hielo y por el sur por desiertos y montañas (López, s.f.).

      Según Mackinder, la potencia que controle el Heartland dominará, así mismo, la Isla Mundial que engloba Europa, Asia y África y tendría la mayor capacidad para proyectar poder a nivel global (Dougherty, 2003). De acuerdo con Brzezinski, citado por López (s.f.), los tres frentes claves para dominar Eurasia son el territorio ubicado en el extremo oeste en la división entre Europa oriental y occidental; extremo oriente particularmente, Asia oriental y en tercer lugar el suroeste de Eurasia desde los límites entre India y China hasta Asia central y meridional. Llegando incluso a Irán. De modo que cada uno de estos frentes tiene “Estados pinos” o Estados claves que, en virtud de sus recursos, localización estratégica o influencia política, pero también de sus vulnerabilidades militares o económicas, son atraídos por la influencia de potencias mayores (López, s.f.). De suerte que la articulación de estos Estados en regiones como Asia central o el sudeste asiático impulsan la consolidación de la esfera de influencia china (López, s.f.).

      En este sentido, conforme con Mackinder, la dominación de Eurasia a comienzos del siglo XX se hizo posible en virtud de los avances tecnológicos en el transporte terrestre y fundamentalmente del ferrocarril (Dougherty, 2003). Como se anotó, Eurasia posee importantes recursos energéticos (Ver Cuadro 1) y si a esta importancia estratégica se le agrega una red eficiente de infraestructura y la “proyección de influencia” por parte de Beijing, lo que le facilita a su vez el acceso a los recursos energéticos de oriente medio que ostenta el 48% de las reservas mundiales de petróleo, es posible afirmar que China tiene claro en su estrategia que el acceso de recursos energéticos es un factor de poder y que a esta racionalidad responde Obor (López, s.f.).

      TABLA 1: RESERVAS GLOBALES DE PETRÓLEO 2005-2015 EN MILLONES DE BARRILES

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      Nota: