Al momento de realizarse el proyecto de investigación de MIT, Chiquita utilizaba naves dedicadas de carga marítima, la “Gran Flota Blanca”, con el fin de garantizar a los clientes la frescura del producto.15 Los navíos más pequeños que utiliza Chiquita consumen más combustible por tonelada de carga trasportada que las naves grandes. Además, los barcos de Chiquita, de forma rutinaria, solo van parcialmente llenos en el viaje de retorno (la travesía de regreso hacia el sur).16 A pesar de los costos adicionales, la necesidad de frescura dicta la velocidad que se requiere del sistema marítimo.
En promedio, el transporte marítimo de la banana hacia Estados Unidos añadió 3.6 kg de CO2e, más que ninguna otra actividad de la cadena de abastecimiento. En general, el transporte y manejo entre la finca y los puertos norteamericanos fue responsable de casi otro tercio de la huella total de carbono del banano, o 5.6 km de CO2e por caja. En promedio, para cuando las bananas llegan a un puerto norteamericano, ya han acumulado 10.4 kg de CO2e. Y, sin embargo, el viaje aún no termina.
Esta banana está en su punto de entrega
En un puerto norteamericano, los contenedores de banana se descargan del barco y se transportan a uno de los centros de distribución refrigerada de Chiquita. En el centro de distribución, los trabajadores apilan los pallets de fruta en cuartos de maduración sellados, los cuales almacenan aproximadamente la carga de un camión, cada uno. El típico centro de distribución incluye media docena de tales cuartos, cada uno con diferentes etapas de maduración. Poco antes de transportar la fruta a los minoristas, Chiquita inyecta cerca de ¼ de gas etileno en el cuarto para reiniciar el proceso de maduración. Chiquita controla con precisión el número de días que debe exponerse la fruta al gas etileno, variando entre dos a cinco días para alcanzar una de las tres tonalidades de verde/amarillo requeridas por sus clientes minoristas: totalmente verdes, verdes o amarillos. En algunos casos, Chiquita transporta la fruta sin madurar y los minoristas ponen las bananas en los cuartos de maduración de sus propios centros de distribución.
Cuando las bananas alcanzan la tonalidad que desea el minorista, este reparte la fruta a sus tiendas. Por ejemplo, todos los días, en el centro de distribución de Shaw’s para el área centro de Boston, ubicado en Methuen, Massachusetts, miles de cajas de banana se cargan en camiones junto con otros productos perecederos con destino a los supermercados Shaw’s. En total, más de un millón de cajas de banana pasan por el centro de distribución cada año.
El transporte de puertos a la red de distribución y de allí a los puntos de venta al detal añade un promedio de 2.0 kg de CO2e a la huella de carbón de la travesía de la banana. Otras emisiones adicionales provienen de las operaciones de los puertos norteamericanos, centros de maduración y centros de distribución que añaden otro 1.5 kg de CO2e. Las actividades en los puntos de venta al detal, donde los consumidores compran el producto, añaden otros 2.3 kg de CO2e. Desechar el plástico y cartón necesarios para proteger el producto agregan los 1.2 kg de CO2e finales. En total, el impacto de carbono final de la caja promedio de 18 kg de banana con destino a Estados Unidos está cerca de los 17 kg17 de CO2e. Esta es la huella promedio de la banana hasta el estante de la tienda.
Un resumen de las cifras
Transportar una caja de banana al otro lado del mundo, desde la plantación hasta su punto de venta al detal, es responsable de casi 40 por ciento de su impacto ambiental.
FIGURA 3.1 | Análisis de la huella de carbono de una caja de banana vendida en Estados Unidos.
Fuente: A. Craig. “Midiendo la Eficiencia de la Cadena de Abastecimiento: Una referencia para la Etiqueta del Carbono”. Diss., Massachusetts Institute of Technology, 2012.
Entre los otros procesos que ocasionan impacto están los químicos, tales como fertilizantes y pesticidas, procesos que suceden en las grandes plantas de producción, lejos de las plantaciones de banana de Chiquita. La figura 3.1 muestra la huella acumulada de carbono de la caja promedio de banano marca Chiquita que se vende en Estados Unidos, dividida en sus componentes principales.
Fuera de alcance
Finalmente, por abarcador que haya sido el análisis realizado por MIT, el estudio limitó el alcance de la recolección de data a los actores principales con el fin de asegurar su manejo. Aun así, los investigadores identificaron 56 materiales y procesos principales a lo largo de 16 fases importantes de la cadena de abastecimiento necesaria para cultivar bananas y entregarlas de la plantación al consumidor. La cadena de abastecimiento de la banana es parte de una red comercial e industrial global que suministra abonos, agua, energía, vehículos, empaques y una amplia gama de otros ingredientes necesarios para cultivar, cosechar y transportar el banana. El impacto de carbono de esta fruta también inicia antes de su cultivo en una plantación: Inicia en las fábricas de fertilizantes, bosques, pulperías, minas de carbón y plantas eléctricas.
Utilizando software especializado para Life Cycle Assessment (Análisis del Ciclo de Vida - ACV),18 diseñado para calcular los impactos ambientales [ver la sección “Análisis del Ciclo de Vida (con Parálisis)”], los 56 materiales y procesos originales enumerados en la fase de recolección de datos, crecieron hasta incluir más de 1.500 actividades de la cadena de abastecimiento que abarca todo el planeta y que son todas necesarias para producir y entregar las bananas. El software ayudó a los investigadores a detectar la contribución de cada uno de estos procesos y materiales de la cadena de abastecimiento que, al final, resultan en la huella de carbono final de la banana y que, a cambio, revela la verdadera complejidad de la cadena de abastecimiento, incluso del más sencillo de los productos.
Aun con el uso del software, el análisis excluyó un número de artículos menores, tales como la emblemática calcomanía azul que Chiquita adhiere a las bananas o las bolsas plásticas o de papel que utilizan los consumidores para llevarlas a casa. No incluye la contribución del banano a los GEI emitidos por los carros que utilizaron los consumidores para transportarse a la tienda, de ida y vuelta. No incluye la huella de ninguna electricidad utilizada por el consumidor para licuar la banana y convertirlo en daiquiri u hornearla al hacer pan, y no incluye la huella de emisiones de metano que resulta de la descomposición de la fruta descartada o sus cáscaras. A pesar de que puede argumentarse que estas huellas, en su mayoría posteriores a la venta al detal, están más allá del control de Chiquita y Shaw’s, eso no impide que las ONG, al igual que los gobiernos, responsabilicen a las empresas por crear productos que pueden ser utilizados de forma irresponsable o que tienen un alto impacto durante su uso o descarte. Los capítulos 7, 8 y 9 sopesan las oportunidades que representan para las empresas el rediseño de sus operaciones, productos o mensajes al mercado con el fin de reducir impactos en estas etapas finales del ciclo de vida del producto.
La huella varía
Como mencioné en las secciones anteriores, es difícil encontrar un producto cuya aparente simplicidad sea mayor que la de la banana. Aun así, calcular la huella de carbono de hasta el producto más “simple” es asunto complicado, debido a las variaciones temporales y geográficas de la cadena de abastecimiento subyacente. El cálculo de 17 kg de CO2e es la huella de carbono