La cadena de abastecimiento del estaño es, literalmente, un crisol, debido a la opaca red de fundidores, corredores y miríada de intermediarios involucrados en el mercado global del estaño. Nadie sabe si el estaño contenido en un teléfono inteligente de Apple o Samsung en particular, o en cualquier otro producto electrónico, proviene o no de Bangka. Para Apple y muchas otras empresas que tercerizan la manufactura de productos electrónicos a fabricantes contratistas, las minas de estaño están, por lo menos, a cinco niveles de profundidad en la cadena de abastecimiento y, sin embargo, las ONG como Amigos de la Tierra responsabilizan a estas empresas. La soldadura a base de estaño conecta los componentes eléctricos a los paneles de circuito en virtualmente todos los productos electrónicos del planeta, y ese hecho conecta a los fabricantes de productos electrónicos a los proveedores de insumos para soldadura, refinadores de estaño, fundidores de estaño y minas de todo el mundo.
Ya que las ONG responsabilizan a las empresas de marca no solo por sus propias acciones, sino por las acciones de todos sus proveedores, la sostenibilidad ambiental es un problema primordial de la cadena de abastecimiento. “Apple ha comenzado a reconocer que los problemas de la cadena de abastecimiento comienzan mucho antes de las fábricas; el próximo paso debería ser la extensión del escrutinio a otras materias primas que utilizan en sus productos y empaques”, dijo Julian Kirby, de Amigos de la Tierra.5 El estaño en la electrónica no es el único problema de sostenibilidad a nivel profundo que atormenta a grandes franjas de la economía. El ataque de Greenpeace a Nestlé con motivo de las prácticas de cultivo del aceite de palma (ver capítulo 1) afecta de igual forma a otras empresas de alimentos, cosméticos y limpiadores que dependen de los aceites naturales. La tala ilegal impacta potencialmente a todas las cadenas de abastecimiento que manejan maderas, cartón o papel; esencialmente todos los productos que requieren un empaque.
Las empresas bajo ataque a menudo consideran tales acciones activistas como injustas e infundadas, ya que por lo general las empresas no están vinculadas a los proveedores de nivel profundo que causan las infracciones e incluso pueden desconocer quiénes son. Aun así, la peor parte de la huella de carbono de muchos fabricantes de hecho está hacia arriba de su cadena de abastecimiento: Los procesos de sus proveedores, proveedores de proveedores y así sucesivamente. Por ejemplo, la huella de carbono de las operaciones internas de fabricantes de marca que manufacturan productos de consumo no-esenciales (tales como ropa, automóviles, electrodomésticos, productos de entretenimiento, entre otros)6 es solo el 5 por ciento de la huella de carbono total de estos productos, según CDP.7 En consecuencia, entender y determinar los impactos ambientales causados en nombre de una empresa o producto requiere de una evaluación de toda la cadena de abastecimiento, “de la cuna a la tumba”.
Evaluación de la huella: la cáscara de banana
La banana es el artículo alimenticio de compra más frecuente en Estados Unidos.8 También es popular en el resto del mundo: En 2013, más de 17 millones de toneladas de banana se exportaron alrededor del mundo.9
La huella de carbono de la banana parece fácil de evaluar, considerando que la banana tiene una sola “pieza”, no requiere de ensamblaje y viene en su propio “empaque”. Más aún, la banana aparenta tener una cadena de abastecimiento sencilla y con pocos proveedores de fácil identificación. Cuatro de los cinco principales exportadores de banana se aglomeran en las regiones cálidas y húmedas de Centro y Sudamérica. Ecuador encabeza la lista, seguido de Costa Rica, Colombia y Guatemala. En 2011, estos cuatro países, de forma colectiva, suministraron el 57 por ciento de las exportaciones de banana del mundo.10
Cuando los investigadores del Centro de Transporte y Logística de MIT (CTL por sus siglas en inglés) evaluaron las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la cadena de abastecimiento de la banana, encontraron que este sencillo producto oculta un buen número de complejos problemas. CTL se asoció a Chiquita Brands International Inc. y supermercados Shaw’s por varios años para explorar y calcular, en detalle, la totalidad de la huella de carbono de la banana promedio, desde las plantaciones de Chiquita hasta el pasillo de frutas y vegetales de Shaw’s.11 La investigación documentó cada actividad de la cadena de abastecimiento que generó gases de efecto invernadero y calculó sus emisiones en CO2e (CO2 equivalente).12 Y resultó que la banana no es el producto tan natural que creían, sino un producto manufacturado debido a la variedad de procesos involucrados en su cultivo y travesía hacia los anaqueles del minorista. Estas actividades incluyen diversos procesos de producción, aplicación de químicos y transporte.
Cómo hacer banana
Originalmente nativo del sureste de Asia, la banana y su cultivo se ha difundido a muchas áreas tropicales, como las plantaciones costarricenses de Chiquita, las cuales fueron objeto del estudio realizado por MIT. La naturaleza provee los tres ingredientes principales para hacer bananos: dióxido de carbono, agua y luz solar. La planta de la banana extrae dióxido de carbono del aire y agua del suelo según crece. Al madurar, cada planta de banana florece y produce un racimo de 50 a 150 bananas que penden del tallo. Al comer una banana rica en energía y metabolizarlo, la gente devuelve a la atmósfera el CO2 absorbido. A primera vista, este ciclo natural del carbono hace ver a la banana como un producto neutro en carbono. Pero toma más que aire, agua y luz solar para hacer bananas, y toma muchísimo más para transportarlas a quienes las consumen. El cultivo de la banana requiere de otros insumos como fertilizantes, además de grandes cantidades de materia orgánica y nutrientes, tales como nitrógeno y potasio, además de productos para el control de plagas. Por ejemplo, los productores de Costa Rica utilizan bolsas insecticidas traslúcidas, de color azul, para proteger la fruta de la miríada de insectos y plagas que los arruina, según maduran.
¡Racimos de seis pies, siete pies, ocho pies!
Cuando un racimo de banana alcanza el estado perfecto de desarrollo, todavía verde, pero acercándose a la madurez, los trabajadores de la plantación lo cortan y trasladan a la estación de separación. Para transportar las bananas adentro de la plantación, los trabajadores las cuelgan en un riel de metal y manualmente halan una larga fila de racimos a lo largo del campo. En las estaciones de separación de la plantación, los trabajadores parten manualmente los racimos en racimos más pequeños, del tamaño que vemos en los supermercados. Luego se inspecciona la apariencia del racimo y se separan por tamaños. Cualquiera fruta con imperfecciones externas se separa para procesarla en productos tales como el puré de banana. Los trabajadores limpian el resto de la fruta en grandes tanques de agua y luego transportan los racimos a las estaciones de empaque. Los empacadores colocan las bananas clasificadas, que ya han pasado la inspección de calidad, en cajas de 40 libras de capacidad y las apilan 48 cajas sobre cada pallet.
Al completarse la fase de producción agrícola, solo se ha emitido un promedio de 4.8 kg13 de CO2e (menos de un tercio del total de la huella de carbono) por caja de banana. El alto nivel de mano de obra manual en la plantación implica que los vehículos de la finca tienen un consumo moderado de electricidad y combustible. Estas operaciones de la plantación añaden solo 0.3 kg de CO2e a la huella de carbono de una caja de bananas. La producción de químicos utilizados en la finca, tales como abono y pesticidas, emiten 2.6 kg de CO2e. Los abonos a base de nitrógeno también pueden generar emisiones de óxido nitroso, un gas 300 veces más potente que el CO2, que es un gas de efecto invernadero.14 A pesar de que solo unos cuantos gramos de N2O escapan de cada caja, estos equivalen a 0.8 kg de CO2e. La fabricación de las bolsas plásticas pesticidas y las cajas de cartón añaden otro 1.1 kg de CO2e, para un total de 4.8 kg de CO2e por cada caja de 18 kg de banana. Pero allí no termina la travesía de la banana, lo que significa que la contabilización de la huella de carbono no está completa.
Venga, señor, a contar sus bananas
Al final de la línea de producción, los trabajadores cargan los pallets de una tonelada en camiones que los transportan en dirección