El Estado interventor es definido como aquel que tiene injerencia en el ámbito económico y social y promueve el desarrollo, para mejorar la calidad de vida de la gente y disminuir las desigualdades sociales. La intervención en lo económico implica que existe libre mercado pero que el Estado participa en él y lo regula, y en lo social busca garantizar el goce a todos los ciudadanos de los derechos económico sociales11. Según Echebarría 12, “América Latina ha sido históricamente considerada como una región con Estados grandes pero débiles, con una burocracia que ha sido tomada como un recurso en manos del poder político y de los intereses corporativos”.
El Estado juega un papel clave en la conformación histórica de estructuras empresarias, ya que puede actuar como regulador, como interventor a través de disposiciones normativas, y como Estado empresario, para desarrollar sus intereses estratégicos en determinados sectores productivos13.
En particular, el rol del Estado en América Latina ha sido crucial en el rol de las empresas de familia. En su mayoría han sido países con sistemas políticos inestables, con regímenes autoritarios y otros democráticos. En general los regímenes autoritarios llevaron adelante políticas de aislamiento comercial, con fuerte intervencionismo estatal, con la creación de empresas de propiedad estatal en industrias consideradas estratégicas. La intervención estatal se vio reflejada en una reducción de la apertura comercial, reduciendo la capacidad exportadora y solo limitándose a lograr cambios locales en las economías. Sin embargo, hubo ciclos de cierre frente al exterior y otros de recepción selectiva de capitales y empresas en función de las necesidades internas de las políticas diseñadas por el Estado. Por ejemplo, en la década de 1950 y 1960 en Argentina, México y Brasil se caracterizó por la entrada de capital y de empresas multinacionales para fomentar la industrialización.
2.2 De la agroindustria exportadora a la Industrialización por Sustitución de Exportaciones
Es difícil encontrar las pautas que fijaron las características de las empresas familiares en Latinoamérica. La amplitud y diferencia geográfica e histórica hace que sea complicado encontrar denominadores comunes, además de las condiciones macroeconómicas, las que influyeron en la estructura empresarial de cada país. En el modelo agroexportador argentino de finales de siglo XX participaron empresas criollas con la intervención de empresarios extranjeros. Las exportaciones de productos agrícolas fue el puntapié para el inicio de un proceso de industrialización con el fin de convertir a las materias primas en productos exportables. Se necesitaron frigoríficos, insumos, maquinarias agrícolas, agroquímicos, e inversiones en infraestructura y transporte. La inmigración europea con mano de obra calificada en actividades industriales, ayudó en la concentración de familias empresarias en el interior del país originando pequeños productores familiares y terratenientes. En esta misma etapa hubo grupos económicos que se destacaron formando la elite de las empresas argentinas y se dio que algunas de las empresas argentinas, como Alpargatas, Bunge y Born, y Siam avanzaran desde ese momento en unos de los primeros casos de internacionalización14. Entre los grupos familiares que se destacaron encontramos a las familias Bunge, Born, Hirsch y Oster, dueñas de la exportadora de cereales Bunge y Born Ltda.; la familia Piccardo, productores de tabaco; los Tornquist proveedores de servicios financieros y del frigorífico Sansinea; la familia Bemberg, dueña de la Cervecería Quilmes; la azucarera Ledesma de la familia Wollman; la familia Braun con sus negocios de comercio y bienes raíces en la Patagonia.
Durante los períodos de inestabilidad de los gobiernos los grupos económicos de Argentina se consolidaron y diversificaron. La llegada de empresas multinacionales generó muchas empresas subsidiarias, originándose vínculos con otras empresas familiares, transfiriendo conocimientos y tecnología. Las empresas locales también compraron licencias y patentes extranjeras, se modernizaron en distribución y marketing. Pequeñas y medianas empresas de sectores como la industria manufacturera, automotriz, farmacéutica y química comenzaron a propagarse. Durante el primer tercio del siglo XX la industria local creció, y con ello se extendió el proceso de concentración y formación de grandes empresas que estimuló, la creación de empresas familiares que siguieron la tendencia de las grandes compañías.
La crisis internacional de 1930 cambió el escenario de todas las economías incluidas las de Latinoamérica, lo cual forzó a una serie de cambios en política económica, debido la inestabilidad de los precios en las materias primas y el deterioro en las condiciones del comercio. Devaluaciones monetarias, abandono del patrón oro, y elevación de aranceles. Mediante estas medidas, comenzó lo que se conoce como el proceso de industrialización por sustitución de exportaciones (ISI). También surgió la necesidad de comenzar a proteger las industrias nacientes. Para tal efecto, la intervención se aplicó a través de: concesión de permisos para importar, aranceles, tipos de cambios sobrevaluados, e inversiones estatales en industrias clave para los intereses nacionales, independientemente del modelo de gobierno (democrático o autoritario). De esta forma la industria comenzó a ocupar un lugar de privilegio en la economía argentina. Con mayores necesidades de inversiones y capital, los sectores de interés para el gobierno se transformaron en empresas estatales en acero, hierro, energía y transporte, dejando a las pequeñas y medianas empresas del sector privado los sectores más demandados internamente como las industrias manufactureras (vestimenta, calzado, maquinaria simple y otros de consumo). De esta forma se fue armando el tejido de pequeñas y medianas empresas, y de las empresas familiares en Argentina.
El Estado Argentino se convirtió cada vez más en un Estado-Empresario a través de la adopción de medidas proteccionistas. Las empresas familiares adoptaron a los grupos económicos como forma organizacional, y la capacidad de afrontar los cambios en el entorno fue decisiva para la supervivencia de la empresa, y la transición de generaciones. Luego de la ISI, en general en Latinoamérica las grandes empresas familiares aumentaron su protagonismo en la estructura económica. En el caso argentino, muchos grupos familiares superaron a empresas de capitales extranjeros y se internacionalizaron. Supieron aprovechar la etapa de la liberalización de los mercados, en especial aquellas organizadas en grupos económicos. Según Fernández Pérez y Lluch, las PYME y las empresas familiares han mantenido su peso en las economías emergentes y han sido el elemento más novedoso del surgimiento de las empresas multinacionales latinoamericanas de propiedad familiar, proceso que se observa a fines de la década de los ochenta. Pequeñas, medianas y grandes empresas familiares responden a esta etapa de crecimiento. Pero las últimas han tenido más probabilidades de éxito, debido a que han tenido más capacidad para adaptarse al contexto cambiante y han sabido influir en los gobiernos en el armado de políticas públicas más beneficiosas para sus industrias. Esta influencia ha sido mayor en períodos de gobiernos autoritarios o gobiernos con instituciones democráticas débiles.
2.3 Adaptabilidad de la Empresa Familiar
A diferencia con las empresas tradicionales y grandes corporaciones, muchas veces las empresas familiares pueden sacar mejor provecho de situaciones poco favorables del contexto. Su capacidad de adaptación y flexibilidad en contextos adversos es una de sus principales puntos a favor y diferencias con otros grupos económicos. Este tema consideramos que tiene una gran relevancia, y por ello incluimos más adelante el caso “Perdurabilidad y Continuidad de las Empresas Familiares en contextos adversos”. La voluntad de permanencia, visión de largo plazo y la historia que comparten muchas de estas empresas, y la cooperación entre los sistemas productivos locales, son algunas de las características que hacen distinta a la empresa de familia. Han crecido y perdurado en el tiempo porque han sido capaces de innovar, invertir en el exterior y ganar mercados nacionales e internacionales. No hubo un único modelo de desarrollo de empresas familiares en Latinoamérica. En cada país las políticas públicas, la coyuntura económica y las propias condiciones de cada país, marcaron diferentes resultados y formas de adaptación de las empresas.