Una única carga física puede causar un efecto bioquímico inmediato, pero desaparece con rapidez. Cuando se aplica una carga física después de que las huellas del efecto de adaptación de la primera carga han desaparecido por completo, no se produce la suma de los cambios bioquímicos. Por tanto, el proceso de entrenamiento debe ser repetitivo para desarrollar cambios progresivos a largo plazo en las reservas de energía y en los sistemas que regulan el metabolismo.
El empleo científicamente sostenido de regímenes de entrenamiento diversificados para alternar trabajo y descanso ha sido posible gracias a la combinación creativa de estos principios bioquímicos. a los logros de la pedagogía deportiva y a la experiencia de los entrenadores. La necesidad de incrementar las cargas y avanzar hasta alcanzar una carga máxima se basa en la tesis de que las cargas físicas que tienen más poder para interrumpir la homeostasis producen el mayor efecto de entrenamiento.
Los cambios bioquímicos provocados por una carga física justo antes de realizarse (efecto inmediato del entrenamiento – ver cap. 6) son capaces de activar el sistema genético de las células. Cuando estas cargas físicas se repiten sistemáticamente, se produce una acumulación de los efectos inmediatos del entrenamiento, que asegura su transferencia a la adaptación a largo plazo (el efecto acumulativo del entrenamiento – ver cap. 6). Por tanto, se pueden identificar los fundamentos importantes de la adaptación bioquímica de un cuerpo entrenado:
1. Mejora de los mecanismos de los sistemas nervioso, endocrino y de adenilciclasa para aumentar la eficacia de la regulación metabólica.
2. Biosíntesis adaptativa de las proteínas enzimáticas y estructurales.
3. Supercompensación de las sustancias energéticas y las proteínas.
Todo esto indica que se producen cambios significativos en el metabolismo del cuerpo durante el entrenamiento. A medida que se realiza el trabajo muscular, se intensifica el catabolismo, si bien durante el período de recuperación se intensifican los procesos anabólicos.
Todos estos cambios están estrechamente relacionados con la nutrición. El aumento del consumo de energía durante la actividad muscular exige una recuperación adecuada de ésta; el aumento de la necesidad de vitamimas exige un aumento de la ingesta de ellas; y el aumento de la pérdida de minerales durante la realización de actividades deportivas precisa de una compensación.
También surge cierto número de problemas específicos: la nutrición durante los períodos largos y durante los estadios de recuperación; la frecuencia con que se alimenta un deportista; y la adición de productos nutritivos enriquecidos biológicamente. La planificación de dietas para deportistas también exige un nuevo enfoque para organizar la nutrición en estadios diferentes del ciclo anual del entrenamiento y las competiciones, sobre todo por lo que respecta a las cantidades de los componentes de la comida, la interacción entre los distintos nutrientes y el momento óptimo para la ingestión de sustancias específicas (crononutrición). Debemos conseguir una correspondencia máxima entre todos los objetivos del entrenamiento deportivo y el efecto de la dieta sobre el cuerpo. En este sentido, los procesos bioquímicos que subyacen en el entrenamiento deportivo forman la base teórica de la nutrición científica para el deporte.
TEORÍAS GENERALES SOBRE EL PROCESO DE ENTRENAMIENTO
Con anterioridad se ha afirmado que casi todos los regímenes de entrenamiento con resistencias pueden tener éxito cuando se aplican a un principiante, pero que, a largo plazo, el cuerpo se habitúa al estímulo, el progreso se enlentece, se produce un estancamiento y empeora el rendimiento (fig.1.35). Las ventajas apreciadas en la fuerza son rápidas durante los primeros meses, luego sigue un período de varios meses en que el rendimiento es bastante estable, hasta que aparece el estancamiento, sobre todo cuando se hace un empleo inexperto de cargas progresivas y se introduce una variedad de entrenamiento inadecuada. Finalmente, el deportista se muestra incapaz de mantener la motivación y la estimulación del sistema nervioso central para hacer nuevos progresos.
Este proceso completo de adaptación o incapacidad para adaptarse al entrenamiento físico se ha explicado mediante dos modelos teóricos:
• Modelo unifactorial del entrenamiento (el modelo de la supercompensación).
• Modelo bifactorial del entrenamiento (el modelo de la forma física-cansancio).
FIGURA 1.35 Efecto de un entrenamiento de resistencia aleatorio y ocasional a largo plazo.
Modelo unifactorial del entrenamiento
El modelo unifactorial se comprende mejor a la luz del modelo del SAG de Selye, sobre el que se sientan las bases teóricas del principio de la super-compensación (fig. 1.36) y mediante el cual los procesos corporales se adaptan hipotéticamente a un nivel más alto de funcionamiento como respuesta a repetido estrés físico en el entrenamiento. Se supone que el efecto retardado inmediato del entrenamiento conlleva la depleción de ciertas sustancias bioquímicas cuya cantidad aumenta por encima de los niveles iniciales durante el período de entrenamiento. Si se impone una carga subsiguiente demasiado pronto durante el estadio de recuperación (en el punto A), no se produce la supercompensación y el rendimiento sigue empeorando (fig.1.36).
Si se sigue un enfoque conservador y las sucesi vas series de carga son demasiado poco frecuentes o se imponen demasiado tarde (en el punto C), entonces la supercompensación es mínima y el rendimiento tiende a estancarse (fig. 136). La carga es óptima cuando la supercompensación ha alcanzado un pico (en el punto B) y esto permite aumentar la carga de forma regular sin causar estancamientos o sobrecargas (fig. 1.36). Este principio constituye la base para un diseño correcto de las cargas y volúmenes de entrenamiento a nivel del microciclo (en torno a una semana), el mesociclo (varios meses) y el macrociclo (en torno a un año), con lo cual fundamenta el principio del entrenamiento a largo plazo definido antes como periodización. Aunque el modelo de la supercompensación ha estado de moda durante muchos años entre científicos y entrenadores, sus fundamentos teóricos no han sido estudiados o probados del todo. La depleción del glucógeno después de realizar tipos específicos de entrenamiento, así como el proceso de carga de hidratos de carbono que conlleva el aumento de la reserva de glucógeno en el cuerpo, han sido medidos experimentalmente, pero no se ha observado que se produzcan sobre la base continuada de una sesión de entrenamiento a otra ni que esto genere una supercompensación del glucógeno a largo plazo. Al contrario, nunca se ha demostrado que los niveles de ATP sufran una depleción significativa, incluso después de un ejercicio muy intenso. No se ha observado todavía que se produzca una super-compensación en ningún otro producto bioquímico envuelto en los distintos procesos bioenergéticos del cuerpo. Además, la vuelta a los niveles iniciales de cada una de estas sustancias después de que se hayan observado cambios motivados por el esfuerzo físico lleva distintos períodos de tiempo, por lo que sigue sin determinarse la correspondencia en el tiempo de las cargas subsiguientes cuya misión es estimular un tipo de supercompensación apropiada.
FIGURA 1.36 Aplicación de la superconpensación para producir un entrenamiento óptimo.
Además, en la sección previa se han tratado distintos factores estructurales y bioquímicos relacionados con la adaptación del cuerpo al entrenamiento. Estos problemas que han surgido con la sencilla teoría de la supercompensación han provocado un aumento de las críticas y una disminución de la popularidad con la que se empleaba esta teoría para explicar el proceso del entrenamiento.
Modelo bifactorial del entrenamiento
El modelo bifactorial (o modelo de la forma física y el cansancio)