Abrigo la esperanza de poder develar algunas cuestiones fastidiosas que tienen una importancia práctica e inmediata.
Jerome Bruner. Realidad mental y mundos posibles (1986: 127).
A Favio, a nuestros hijos Lisandro y Lorenzo y a Amparo, nuestra hija, por creer que mi trabajo es importante y que, por ello, necesita de sus apoyos y paciencias.
Agradecimientos
Mis agradecimientos van para colegas, amigos, amigas y afectos involucrados en el camino que posibilitó el libro. Espero que más adelante pueda tener una nueva oportunidad para agregar a quienes también me acompañan en el presente.
Agradezco a José Villella, director de la colección, por brindarme la oportunidad de escribir este libro. A Gema Fioriti, directora del Centro de Estudios en Didácticas Específicas de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín (CEDE-EHU-UNSAM), por darme su apoyo y enseñarme durante los diez años que trabajé en esta Universidad. También a Fernando Bifano por tantos intercambios y el trabajo codo a codo en el mismo CEDE. Siguiendo con la UNSAM, a María Inés Oviedo por sus constantes aportes para afinar el sentido de la formación docente y la investigación en didáctica, lo mismo a Matías Perla, y porque actualmente sigamos estos rumbos en la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE). A todos los colegas que estudiaron en la UNSAM y que me tuvieron como docente, por sus discusiones agudas, complejas, que hacen a los planteos y fundamentos del libro. Siempre estaré más que agradecida, particularmente, con Aldo Raponi, Graciela Ocampo, Analía Rosa, Matías Perla, Estela Gómez, Delia Di Matteo, Diana Spinelli, Fabiana Montenegro, Rosa Lugo y Ema Gatti con quienes también compartimos la docencia.
Yéndome a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (FaHCE-UNLP), les agradezco a Claudio Suasnábar y a José Luis De Diego por recibirme generosamente como directores de mi tesis de Doctorado y, con ello, ofrecerme su formación. A Mariano Dubin y a Mariana Provenzano por apostar a que juntos podíamos, y podemos, realizar los desarrollos en didáctica de la lengua y la literatura en los que creemos. También les agradezco, y ahora junto con Manuela López Corral, Matías Massarella, Malena Botto, Fernanda Ronconi, Gisela Campanaro, María de los Ángeles Contreras y Lucía González que, allá por el año 2010, hayamos asumido el desafío de inventar una revista llamada El toldo de Astier para divulgar propuestas y estudios sobre enseñanza de la lengua y la literatura de diversidad de docentes, estudiantes y trabajadores de la educación. Y que lo sigamos haciendo. A Manuela y a Matías también les agradezco especialmente que apuesten en lo que creemos y a Malena por todos sus conocimientos puestos en los cursos de ingreso que compartimos durante tantos años; a Margarita Papalardo por confiar en este trabajo y dirigir las investigaciones que permitieron sistematizar la producción realizada y que integran parte del libro. A Sandra Sawaya por llevar adelante juntas los desarrollos que venimos realizando entre la FaHCE-UNLP y la Facultad de Educación de la Universidad de San Pablo (FEUSP, Brasil) que, en realidad, comenzaron allá por el 2008 a propósito de su participación en el I Congreso Internacional de Didácticas Específicas que organizamos desde el CEDE-EHU-UNSAM. También quiero expresar mi agradecimiento a Juan Daniel Ramírez Garrido quien como parte de mi formación en el doctorado me recibió en la Universidad Pablo Olavide (Sevilla, España) y me enseñó a comprender los desarrollos de Vigotsky y Bruner, y con ello de los otros autores que compartieron o siguieron sus líneas.
Por el lado de los afectos y lazos familiares, agradezco a mis hermanas y hermano, Gabriela, Virginia y Juan Ignacio por estar más allá de las diferentes distancias o acaso desencuentros. A Isabel y a Eduardo por cuidar de sus nietos y nieta con amor y, de esa manera, también acompañarme.
Introducción
¿Por qué didáctica de la lengua y la literatura, políticas educativas y trabajo docente?
En una publicación reciente, Pablo Gentili (2015) nos recuerda que el 5 de octubre se conmemora el Día Mundial de los Docentes y que esa fecha se corresponde a la aprobación en 1966 de la Recomendación conjunta de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre el personal docente. Se trata de:
(…) un ambicioso y necesario conjunto de normas relativas al desempeño de la docencia: la formación inicial y permanente de los maestros; sus mecanismos de contratación, carrera y ascensos, la protección y seguridad en el mantenimiento de los cargos, los procedimientos disciplinarios, la libertad de cátedra, la supervisión y evaluación de los procesos de enseñanza, las responsabilidades y derechos del ejercicio magisterial, la importancia de la participación y la consulta a los docentes y a sus organizaciones para la definición de los principales asuntos de política educativa; así como las condiciones que deben regular la negociación salarial de los trabajadores y trabajadoras de la educación (Gentili, 2015: 143).
No obstante, prosigue el autor que si bien en algunos países “ha habido avances muy positivos en la promoción del trabajo docente” en otros aspectos “ciertos problemas parecen perpetuarse y hasta ampliarse”, porque “una inmensa retórica de valorización parece contrastar con el tratamiento dado a los docentes y con la sistemática violación de algunas de las normas que desde hace ya medio siglo, han resultado consagradas como urgentes y necesarias por parte de la comunidad internacional” (Gentili, 2015: 144).
Durante gran parte del año 2011 escribí mi tesis de Doctorado.1 Entre todos los recuerdos que aún poseo de su defensa, con tintes muy emotivos por cierto, hay uno en particular que ahora recupero motivada por las palabras de Gentili (2015). Entre todas las cuestiones que me fueron consultadas por el jurado, una de ellas fue para quién o quiénes había escrito esa tesis. Rápidamente, respondí “para los docentes”, ya que decir “los colegas” hubiera sido significado en el fragor de la situación “para los especialistas” que, como yo, se dedican a investigar en las universidades sobre la enseñanza de la lengua y la literatura. Y también, rápidamente me di cuenta de que la respuesta no era del todo la esperada, o mejor dicho que sonó rara, poco habitual. Todavía más, cuando otros comentarios del jurado habían señalado el carácter provocador del trabajo y expresado sus dudas respecto de las razones por las que formulaba la necesidad de volver a pensar las dimensiones metodológicas del trabajo docente, es decir, las metodologías de la enseñanza de la lengua y la literatura (más adelante, fundamento estas denominaciones).
Estos momentos con sus preguntas, comentarios y mis respuestas, en las que sigo creyendo, son los que continúo valorando de aquella instancia de formación y que ahora me permiten ponerlos a jugar en la escritura de este libro. Los docentes que también son colegas, si quienes investigamos en las didácticas también lo somos (no se trata de demagogias), son los interlocutores del trabajo que aquí presento. Son, si se me permite parafrasear a Gentili (2015), quienes siempre me brindaron y me brindan la posibilidad de hacerlos participar mediante la consulta acerca de cómo perciben los procedimientos disciplinares y las definiciones de las políticas educativas en relación con la enseñanza de la lengua y la literatura. Cómo entienden la libertad de cátedra, sus formaciones iniciales y continuas y, ahora utilizando mi propia voz, cómo viven las condiciones materiales y simbólicas de su trabajo cotidiano en las que particularmente su precarización salarial juega un papel determinante.
Desde estas interlocuciones para nada homogéneas y mucho menos simples, les hablo también a los especialistas con quienes actuamos en diversos campos, áreas, o espacios y niveles de la educación, ya sea protagonizando diseños de políticas educativas, la formación docente, la elaboración de materiales didácticos en el mercado editorial, entre todas las variables que se pueden hallar en esta enumeración. Y lo hago, guiada por la convicción de que las revisiones y problematizaciones que ofrezco, además de invitar a discusiones, pueden aportar, o