Verdad y perdón a destiempo. Rolly Haacht. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Rolly Haacht
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788412195330
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coca, ni nada de esa mierda. Es maría, ¿vale? La fumo para relajarme después de pasar la semana trabajando entre ocho y diez horas diarias. No vuelvas a despertarme para estas mierdas porque si no ya puedes ir buscándote otro sitio donde pasar la noche.

      —No te preocupes, volveré a Prinss en cuanto pueda.

      —No te estoy echando, pero tienes que respetarme. Ya no soy un crío al que puedas decirle qué hacer o qué no.

      —¿Y tampoco puedo preocuparme por ti?

      —No, si no es necesario.

      Se quedaron en silencio hasta llegar a casa de Derek.

      Nada más hacerlo, Jake llamó a la puerta y pasó al interior después de que Danielle lo recibiera. Louis se quedó fuera, fumándose el cigarro que él le había negado. Eran más de las doce.

      —Siento el retraso —anunció en cuanto se quitó el abrigo.

      A la primera persona que vio fue a Arabia. Se sorprendió porque no esperaba encontrarse con ella, pero luego se sintió tonto al no pensar en esa posibilidad. Estaría en la ciudad durante todo el mes, era de esperar que acudiese a la reunión familiar de los domingos. Se saludaron con un simple gesto de cabeza y luego, azorado, se dispuso a saludar al resto.

      Derek fue al que encontró justo después.

      —¿Dónde está Zane? —le preguntó.

      —En su cuarto, con Pitt.

      —Ah, bien.

      Jake respiró, aliviado. Eso significaba que al menos ya estaban hablando.

      —¿Cómo va la casa? —preguntó entonces Derek.

      Él se sorprendió gratamente por la pregunta. No esperaba que su hermano se interesase lo más mínimo.

      —Bien. Ayer empecé a limpiar un poco y a estudiar a fondo todo lo que tengo que hacer para poder instalarme. Gracias por las llaves.

      —No hay de qué.

      Emily apareció de pronto tras ellos y rodeó a Derek con los brazos.

      —Lo que Derek quiere decir es que, ya que alguien va a volver a habitarla, nos alegramos de que seas tú.

      Jake le sonrió, agradecido. Estaba claro que su hermano jamás admitiría eso, pero Emily tenía razón: era imposible que los demás no se alegrasen de que fuese a convertirla de nuevo en un lugar habitable.

      —¿Nos vas a contar algún día qué es lo que has estado haciendo todo este tiempo? —continuó Emily, aunque él sabía que hablaba por los dos porque la curiosidad era de ambos.

      —Un día de estos, sí. A propósito —les dijo cambiando de tema—, Louis está fuera. No tardará en entrar.

      Después de comer, Jake se sentía confuso. Por una parte, estaba contento por su hermana, porque parecía que Pitt y ella volvían a la normalidad, aunque eso no lo eximía de tener que apartarse a hablar con él de un momento a otro; por otro lado, estar en la misma estancia que Arabia y no poder hablar con ella era desconcertante. Observaba a la pequeña y era incapaz de decirle nada por miedo a que Arabia le dijese que no se acercara, pero la miraba de reojo cada vez que tenía oportunidad. Aparte de lo particular de sus ojos, tenía el pelo corto y bastante rizado. Jake se atrevió a preguntarle por sus días en la ciudad, a lo que Arabia respondió correcta y educadamente con un simple: «Muy bien, gracias».

      Por otro lado, Jack seguía siendo el niño que más se le acercaba, haciendo gala de su hiperactividad. Era bastante gracioso, pero también agotaba a cualquiera. Zane era la única que lo subía a su regazo y le contaba alguna cosa para que se calmara cuando Derek empezaba a perder la paciencia con él. Jake se dio cuenta de que sus ojos azules tenían siempre un brillo travieso, y sonrió al saber que esa mirada se había transmitido a la siguiente generación. Era la mirada de Emma.

      Sobre las tres y media de la tarde, Zane subió al piso de arriba con los niños con la intención de que durmieran, momento que Jake aprovechó para indicarle a Pitt con un gesto de cabeza que salieran afuera. Él accedió, y poco después empezaron a caminar rodeando el jardín, que circundaba la casa. Era la primera vez que Jake examinaba algo más que no fuera el salón, la cocina, la habitación de Zane y el baño, es decir, la planta baja.

      —Esta casa es enorme —dijo sin pensar, una vez aparecieron en la parte de atrás y la piscina se mostró ante ellos.

      —Sé qué es lo que vas a decirme —le dijo Pitt, de pronto.

      Jake buscó con la mirada un sitio donde pudieran estar cómodos. Había un merendero en la otra parte de la piscina, así que se dirigieron hacia allí y se sentaron uno enfrente del otro.

      —Vale. ¿Qué es lo que voy a decirte? —quiso saber, intrigado por la afirmación de Pitt instantes atrás.

      —Vas a preguntarme acerca de mi sexualidad.

      —¿Cómo?

      —No soy gay.

      —Joder, Pitt, ni se me había pasado por la cabeza. —El chico bajó la cabeza, avergonzado—. Solo quería hablar contigo para saber si de alguna manera podía ayudarte, o ayudaros, no sé. Zane está muy empeñada en que hable contigo.

      Pitt empezó a frotarse las manos. Parecía que le sobraba el abrigo, aunque estuvieran en pleno invierno.

      —Si no quieres hablar del tema, no tenemos por qué hablar. Pero, en serio, ni siquiera sabía que eras virgen...

      —No lo soy.

      —¿Qué?

      —Que no soy virgen.

      Jake dejó escapar una minúscula pero sonora carcajada.

      —Ya me extrañaba a mí...

      —No es lo que piensas. Mi segunda y última experiencia fue en el Dix, y no fue por voluntad propia, como podrás deducir.

      —¿Y qué? ¿El problema está en que le has mentido a mi hermana diciéndole que eras virgen? ¿Por eso no quieres acostarte con ella? Dios, qué mal suena lo que acabo de decir. Olvídalo. O mejor, olvidemos los dos que estamos hablando de mi hermana.

      Pitt se quedó mirándolo fijamente, pero sin decir nada.

      —¡Suéltalo de una vez! Vamos —le incitó Jake.

      —Fue justo antes de dejar el trabajo. Estuve más de un año sin tener ningún incidente y haciendo creer a todos que el trabajo no me permitía participar. Pero un día a McGregor se le metió en la cabeza que yo necesitaba un respiro. Así que me obligó a dejar lo que estaba haciendo y me encerró en una habitación. Diez minutos después volvió con dos chicas y con sus amigos, y se quedaron allí, mirando.

      Jake sabía que McGregor era un capullo integral, pero no podía saber a dónde iría a parar el relato de Pitt.

      —Me obligaron a beber directamente de una botella que me trajeron. Yo ni siquiera sabía qué era, porque nunca bebo, así que cuando me negué a que aquellas chicas me desnudaran, McGregor me dijo que si no me comportaba como es debido, la próxima semana jugaría con mi hermana.

      —Creí que tu hermana no había vuelto a pisar el Dix desde...

      —Mi hermana es idiota.

      Jake dejó que el silencio se rompiese cuando Pitt decidiese continuar con la historia.

      —Estaba tan cagado de miedo que puedes imaginar lo que me pasó...

      Ambos se revolvieron incómodos en el asiento. Visto que ahora Pitt ya no tenía intenciones de continuar, esta vez tuvo que ser Jake el que le tirase un poco más de la lengua para terminar de aclararlo.

      —Entonces, quieres decir que no pudiste hacerlo, ¿no? O sea, que con esas chicas no...

      —No, pero eso no quitó que me tuviesen toda la noche desnudo, riéndose de mí, mientras los amigos de McGregor