—¿Podemos, mami? —añadió Danielle.
Arabia vio cómo Emily miraba a Derek para que cediera.
—Jack, no te lo vuelvo a repetir —insistió Derek.
Pese a todo, Emily se levantó y dejó que Jack y Danielle se sentasen un asiento más allá, justo a la izquierda de Jake.
—Portaos bien —les dijo Emily una vez se hubieron acomodado de nuevo.
Arabia observó anonadada como los dos niños miraban con curiosidad al recién aparecido Jake, y cómo esperaban que él les dedicase un poco de atención.
Kevin carraspeó a su lado, dándole a entender que no se habían hecho las debidas presentaciones. Todos lo miraron cuando se levantó y se dirigió al recién llegado. Una vez a su lado, le tendió la mano y esperó a que él le correspondiera.
—Me temo que no nos conocemos. Soy Kevin Smith.
Jake tardó unos segundos en responderle, pero cuando lo hizo se levantó de la silla y finalmente estrechó su mano.
—Jake Becker.
—Encantado.
—Lo mismo digo.
Arabia se dio cuenta de que la altura de Jake debía haber intimidado un tanto a Kevin, pero lo disimuló muy bien levantando discretamente la barbilla para mirarlo a la cara.
—Pues ya estamos todos —dijo a continuación mientras regresaba a su asiento—. ¿Empezamos con un brindis?
Arabia y Zane se pusieron al día de muchísimas cosas. Sabía, por sus conversaciones telefónicas, la recién adquirida afición de su mejor amiga por la fotografía, así que esta le estuvo enseñando algunas capturas que había podido revelar hasta la fecha. La gran mayoría eran fotos de Danielle, la única de sus dos sobrinos que se mantenía quieta cuando ella se lo pedía. Eran unas fotos muy bonitas, pero claro, la niña era bonita ya de por sí.
El ruido de una copa chocando contra el suelo les hizo levantar rápidamente la cabeza hacia donde estaban los niños.
—¡Jack! —exclamó Emily.
La escena que contemplaban situaba a Jake apartado de la mesa examinando su pantalón mojado, a Jack observándolo con los ojos muy abiertos y a Danielle mirando a sus padres con los labios apretados, evitando reírse.
—No pasa nada —dijo Jake—. Solo es agua.
Acto seguido se levantó y se marchó en dirección al cuarto de baño. Entonces Jack se giró hacia su padre con cara de ser consciente de que había hecho una trastada.
—Me temo que alguien va a tener que quedarse ayudándome después de la cena. —Louis apareció tras ellos con la escoba y el recogedor y se dirigió a su sobrino, muy serio—. ¿Quién de los dos ha sido?
—Se me ha resbaldado de las manos, tío Louis.
Todos los presentes tuvieron que aguantarse la risa al ver a Jack excusándose con cara de apuro.
—Así que se te ha resbaldado, ¿eh? Voy a preguntar entonces si fregarás los platos o te encargarás de ayudarme a...
—¡No, no! Por favor...
Ante la súplica del pequeño, Louis finalmente puso cara de fingido enfado y le revolvió el pelo. Después se dispuso a recoger los trozos de cristal y más tarde regresó con una fregona.
—Mamá, pipí.
Era la primera vez que Jazzlyn le pedía pipí. Sin poder creérselo, se levantó arrastrando la silla hacia atrás, la cogió y se la llevó hacia los servicios. Una vez allí, le subió el vestido, le quitó el pañal y la sentó en la taza, sujetándola bien para que no se colara dentro.
—Muy bien, cariño —le dijo una vez hubo terminado.
Jazzlyn sonrió, divertida, y ella se sintió muy orgullosa de que por primera vez le hubiese comunicado que quería hacer pis. Sabía que aún era muy pequeña como para que lo hiciese, así que se convenció de que había sido algo esporádico para no hacerse ilusiones antes de tiempo.
Al salir del baño coincidió con que un hombre accedía a su vez al baño de enfrente, y pudo ver a Jake debajo del secamanos esperando a que se le secase el pantalón. Justo cuando él se giró al advertir a su espectadora, Arabia regresó a la mesa riendo para sus adentros.
—Me da que tu hermano tardará un buen rato más en unirse a nosotros —le comentó a Zane por lo bajo.
—¿Cuándo Jake vuelva le vas a pedir perdón, Jack? —le preguntó Emily al pequeño.
—¡Sí! —respondió él con convicción.
Y, efectivamente, así lo hizo. Nada más regresar, Jack ofreció la mejor de sus disculpas, y luego continuaron como si nada hubiera pasado. Por supuesto, Jake seguía llevando una mancha oscura en el pantalón, entre la cadera y la rodilla izquierda, pero nadie hizo ningún comentario debido a su cara de mal humor. Arabia se preguntó entonces por esa cara de pocos amigos que había llevado toda la noche. Dudaba mucho que se debiese solo al incidente con la copa de agua. Sin ser consciente de ello, se quedó observándolo. Aparte de haberse presentado muy bien vestido, se percató de que tenía el pelo más corto que ella jamás le hubiera conocido, suponiendo que se lo habría rapado tiempo atrás.
Estuvo embobada mirándolo, apoyada con los codos sobre la mesa y las manos sobre las mejillas, hasta que Kevin captó su atención:
—¿Qué vas a querer de postre?
—¿Qué hay? —preguntó, preocupada, esperando que no se le hubiese notado mucho su ensimismamiento.
—Lo acaba de decir Louis.
—Vaya, lo siento, no te he escuchado.
Ni siquiera lo había visto acercarse a la mesa.
—Yo tampoco —la secundó Zane—. Repítelo, que estaba hablando con Pitt.
—Está bien... —dijo Louis—. Hay tarta de arándanos, piña, flan, pudín de manzana...
Arabia escogió la piña. De todo lo que había, algo de fruta era lo único que le apetecía en ese momento.
—Esta Navidad va a ser para recordar —comentó Zane, justo cuando empezaban a ponerse las chaquetas para salir del restaurante—. Todavía no me puedo creer que estemos todos juntos de nuevo.
—Estás contenta de tener a Jake de vuelta, ¿eh?
—¡Y a ti! No me lo puedo creer. Le dije a Monique que no sabía si podría soportar otras navidades sin ti y mira, ¡aquí estás! No sabes lo mucho que te agradezco que hayas venido y que te quedes hasta Fin de Año. Aún me tienes que contar más cosas sobre todo lo que pasa en Los Ángeles.
—Cuando quieras sabes que puedes venir. Estás más que invitada.
—Ya sabes que me presentaré allí en cuanto pueda.
—¿Qué tal si quedamos el viernes? Kevin se marcha el jueves por la tarde.
Arabia sabía que su amiga había pasado dos semanas difíciles con Pitt, aunque por lo visto ya lo habían solucionado, porque en la cena habían estado estupendamente. Era por eso que no se habían reunido demasiado y ella había pasado la mayor parte del tiempo yendo de un parque a otro con Emily y los niños. Pero quería pasar los pocos días que le quedaban en Utah con ella, como en los viejos tiempos.
—Había quedado con Monique —contestó Zane para su sorpresa—. Pero si te parece bien podemos quedar las tres y así te la presento. Tengo muchísimas ganas de que os conozcáis.
Arabia tardó apenas unos segundos en responder:
—Sí, claro, me parece genial.
Por